7 noviembre, 2018
por Arquine
Presentado por:
Ciudadanos Emancipados
Esaú Acosta, Mauro Gil-Fournier, Miguel Jaenicke
El pensamiento de la ciudad por parte de la administración ha pasado por confiar su futuro a agentes externos como son las candidaturas olímpicas o la ciudad de Ocio y juego EuroVegas. Este hecho desvela el atasco creativo de la clase política y los expertos de cara a visualizar una ciudad en 20 años. Los planes de futuro han fracasado. En este escenario Madrid está experimentando dos formas radicales de hacer ciudad. Por un lado se está llevando a cabo una privatización de la ciudad desarrollada por las entidades corporativas que crean guetos urbanos bajo la bandera de la sostenibilidad y la eficiencia e inteligencia urbana como son las ciudades del Banco Santander, BBVA o Telefónica; los desarrollos ligados a los clubs deportivos que crean sus propias ciudades; la desafección por el centro urbano y su patrimonio en pro de una re-edificación de ocio y consumo; los grandes centros comerciales de la periferia urbana. Todos ellos accesibles principalmente en automóvil. Esta primera transformación mediante máquinas de consumir ciudad sucede a la par que otra radicalmente diferente.
Madrid experimenta nuevas formas de urbanismo emergente basadas en la visibilización y la práctica de diferentes formas de disenso urbano. En palabras de Ranciere: una organización sin régimen único de presentación y de interpretación que imponga a todos su evidencia. Frente a las concepciones desde el expertizaje, la ciudadanía de Madrid se ha organizado para llevar a cabo un proceso de reconfiguración urbana más táctica e informal que ha modificado la forma de percibir y significar lo urbano. Una ciudadanía organizada en diferentes iniciativas está desvelando otras formas de construir los problemas. A los grandes conflictos de la ciudad: la circulación excesiva de automóviles, la superación constante de los niveles de contaminación atmosférica, la supresión del espacio público a favor de un espacio comercial y de consumo, las desigualdades norte-sur en la ciudad o la conflictiva relación con su entorno natural y la sierra, cientos de iniciativas ciudadanas desarrollan nuevos programas donde la administración no llega. Empoderando a la ciudadanía con otra mirada sensible sobre la manera de construir los problemas. Desarrollando nuevos territorios de lo posible mediante herramientas digitales en red para la evaluación colectiva. Creando dispositivos dúctiles como formas nuevas de apropiamiento urbano. En definitiva aumentando la diversidad y la complejidad de lo que podemos entender hoy por un lugar común.
La ciudad ha modificado su funcionamiento. Plazas de construcción colectiva y simbólica que atienden a las minorías como estaesunaplaza. Sistemas alternativos de movilidad ciclista como los practicados por enbicipormadrid donde se federan voluntades en busca de objetivos con los otros (los automóviles) y no contra otros y no se invierte en carriles bici y sí en educación y seguridad. Redes de ciudadanos que miden y evalúan los niveles de contaminación del aire como herramienta de urbanismo. Distribuciones en nodos urbanos de la producción de alimentos ecológicos como modo de crear nuevas comunidades. Redes de intercambio de recursos que van desde internet a las semillas. Desayunos ciudadanos que domestican el espacio urbano visibilizando los lugares que la ciudad olvida, modificando su memoria y desarrollando nuevos hábitos. Bancos de tiempo, economías no monetarias o bibliotecas digitales colaborativas. Todas ellas nuevas infraestructuras ciudadanas materiales e inmateriales que organizan la vida en común en la ciudad. No es un sistema paralelo, es un sistema que se desarrolla simultáneamente y que desvela un futuro donde la diferencia tiene cabida en un sistema que coopera en lo múltiple y en lo minoritario. La ciudad bajo esta perspectiva se construye colectivamente y se redistribuye de la misma forma. Existe un up-load urbano más allá de las descargas individuales, es decir del consumo del espacio público. Los ciudadanos son ya productores y consumidores del espacio público y es en esta producción donde se establecen las formas de disenso urbano que modifican el discurso homogéneo y dominante de la ciudad. Donde se alteran los límites de lo que entendemos por público y privado y se generan nuevas comunidades de afecto por lo urbano y su cuidado. Estas iniciativas ciudadanas son visibles en cualquier parte de Madrid, pues la ciudad se discute hoy colectivamente en las calles y en las plazas desde el 15M y la ocupación de la puerta del Sol. Algo necesario que enriquece el debate urbano y pone en cuestión el estado dependiente de los expertos: ingenieros, arquitectos, economistas y juristas. Las comunidades también son las expertas.
En Madrid todos los ciudadanos pueden ser narradores y traductores de la ciudad. Las iniciativas ciudadanas distribuyen las capacidades y las incapacidades, lo que es percibido, pensable y factible. La inteligencia colectiva de la emancipación es la colectivización de las capacidades en las escenas de disenso. Cada individuo tiene la posibilidad de enrolarse en la iniciativa ciudadana que le interese y habitar de esa manera una práctica ya que hoy es imposible habitar la ciudad.
Este texto se publicó en Arquine No. 67 | Habla Ciudad, con motivo de la primera edición del Festival de Arquitectura y Ciudad MEXTRÓPOLI. Aparta la fecha y acompáñanos a vivir la ciudad extraordinaria en su próxima edición que tendrá lugar del 09 al 12 de marzo de 2019.