Nuevo primitivismo
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¡Felices fiestas!
12 septiembre, 2018
por Marcelo Faiden
Presentado por:
Una descripción vertical
Buenos Aires es mayormente plana. Está construida sobre una topografía muy suave, con oscilaciones prolongadas, casi imperceptibles en casi toda su superficie. Cuenta con una gran cantidad de árboles que gracias al suelo y al clima de esta zona llegan a ser muy altos, mucho más altos que las oscilaciones de su topografía. Los edificios, junto a los árboles, son los únicos elementos verticales que emergen desde el suelo de la ciudad. Vistos desde el suelo, los edificios casi siempre asoman por detrás o un poco por encima de los árboles. Suelo, árboles y edificios. No existen postales de Buenos Aires en la cual no estén presentes estos tres elementos, además del cielo. A pesar de estar relegado culturalmente, el cielo tiene mucha más presencia en la ciudad que el Río de La Plata. La llanura del suelo hace que el cielo de Buenos Aires la abarque por completo.
En muy pocos lugares de la ciudad se logra ver un grupo de árboles con el cielo de fondo, la mayoría de las veces son los edificios los que dibujan el recorte de la ciudad contra el cielo. A pesar de ello, la intersección de los edificios con el plano del suelo se encuentra mucho mejor articulada que el encuentro de los edificios con el cielo. Más allá de contadas excepciones, el plano de intersección de la ciudad con el cielo se encuentra completamente macizado por la propia infraestructura de los edificios. Solo cuando logramos treparnos por encima de los tanques de agua o las chimeneas de ventilación tenemos la sensación poder mensurar el volumen de aire que podemos abarcar. El aire de Buenos Aires es uno de los posibles destinos de la ciudad.
Vivir en el aire, un poco por encima de los árboles y los edificios, puede ser mucho más que una estrategia para compactar y densificar la ciudad. Puede transformarse en la expresión de un deseo colectivo. Describir la ciudad en estos términos nos permite aprender a posicionarnos verticalmente sobre una superficie segregada y saturada de intereses para así descubrir un territorio vacante, casi inexplorado. Trabajar en este entorno nos obliga a revisar nuestras técnicas y a medir nuestro alcance con una sensibilidad renovada. Nos permite entender a Buenos Aires como una ciudad mucho más permeable a nuevas proyecciones y fantasías. El aire de Buenos Aires es nuestro material de trabajo.
Este texto se publicó en Arquine No. 67 | Habla Ciudad, con motivo de la primera edición del Festival de Arquitectura y Ciudad MEXTRÓPOLI. Aparta la fecha y acompáñanos a vivir la ciudad extraordinaria en su próxima edición que tendrá lugar del 09 al 12 de marzo de 2019.
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