Los dibujos de Paul Rudolph
Paul Rudolph fue un arquitecto singular. Un referente de la arquitectura con músculo y uno de los arquitectos más destacados [...]
11 abril, 2018
por Miquel Adrià | Twitter: miqadria | Instagram: miqadria
Quizá nunca hubo un cliente que le encargara la Ciudad Radiante a Le Corbusier o el rescate de la Ciudad Lacustre a Alberto Kalach. Tampoco llegó el encargo a Felipe Uribe de Bedout para la plaza de los Pies Descalzos, sin embargo ahí se detonó la transformación de Medellín. Sin cliente, el arquitecto tuvo que apelar a sus propias intuiciones, a las certezas de su experiencia, para hacer del agua el auténtico protagonista de un espacio público, donde no existió por décadas la noción de lo público. Decía Felipe Uribe de Bedout que un buen proyecto debe poner en sintonía y en su lugar las contradicciones de todo programa. “Debe escuchar lo que ve —añade—, y ver lo que escucha”. Debe llevar el caos al orden. Y en buena medida es lo que propuso para esos nuevos espacios urbanos del parque de los Pies Descalzos, que envuelven el Museo del Agua, la Casa de la Música y la Biblioteca EPM que definieron la identidad que conformó el marco y el escenario de la convivencia urbana. Autor de una arquitectura de acción que conforma —que da forma— al paisaje, con grandes infraestructuras que se insertan en el territorio, como aquellas megarquitecturas de Vittorio Gregotti, Uribe convierte los programas del Crematorio, del Templo de las Cenizas, o de los edificios de acceso y de la Guaca, del módulo La Silleta, o del Oficio Ciempiés, todos ellos en el Parque Arví, y también las escuelas Fundación Educativa Ponce de León o el parque educativo Balcones de Saber, en oportunidades para redibujar el paisaje, dándole contenido sin camuflarse.
Uribe gozó el momento mágico del cambio de Medellín en el que aparecieron simultáneamente arquitecturas oportunistas, del momento, y surgieron arquitecturas heroicas —como las suyas— para transformar la capital global del narco en un ejemplo de transformación urbana. Autocrítico y reflexivo, Felipe Uribe de Bedout decidió alejarse de su realidad paisa, de las espumas de la ola de éxito prematuro, para seguir construyendo un discurso cada vez más profundo, menos coyuntural, más arquitectónico si cabe. Se alejó para regresar y seguir definiendo las certezas de una arquitectura sin adjetivos. Sólo verbo, sólo acción. Dice Felipe Uribe de Bedout “que la planta es un elemento organizador y los cortes son los responsables de asegurar la complejidad espacial y garantizar una grata sorpresa vivencial a sus habitantes”. Para él la primera es una envolvente rígida y la sección es la envolvente elástica que construye los espacios intermedios, los umbrales de transición entre el interior y el exterior. No puedo dejar de recordar mi primera toma de conciencia de la relevancia de la sección en la arquitectura. Siendo estudiante de segundo año, Rafael Moneo como profesor invitado a la ETSAB, sentenció que la arquitectura estaba en la sección, y desde ese momento todos sus discípulos, que fungían como profesores, no dejaron de repetir como mantra que la arquitectura estaba en la sección. Desconcertado e inquieto ante tal revelación eclipsada no dejé de preguntar su significado: me enviaron las obras publicadas de Alvar Aalto y no vi más que dibujos emborronados, por lo que no tuve alternativa más que visitar aquellos edificios finlandeses que me abrirían la clave del conocimiento.
Efectivamente, a mi regreso ya iluminado, cada vez que me preguntaban, respondía sonriente que “la arquitectura está en la sección”. Si bien es cierto que con los años —y Mies Van der Rohe de por medio— reconocí que la arquitectura está en la planta, en los materiales —Carlos Scarpa sin ir más lejos— y que puede ser ubicua con Le Corbusier, no dejo de celebrar aquel momento al penetrar en la arquitectura de Felipe Uribe de Bedout desde el corte. La osadía de su obra quedará definida en la complejidad espacial que se proyecta desde la sección y que en algunos casos pudiera ser infinita. Solo la planta cumplirá con la sensatez y acotará los límites de los terrenos y los programas. Para este arquitecto de acción, el espacio —y la expresión de la arquitectura— está en la sección.
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