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Columnas

En defensa del tendedero

En defensa del tendedero

22 enero, 2019
por Rosalba González Loyde | Twitter: LaManchaGris_

“No enseñes los calzones” aplicaba igual para que las niñas se sentaran con las piernas cerradas al usar vestido y para colgar la ropa de tal forma que no fuera evidente que dicha prenda estaba dispuesta al sol. Así encontramos diferentes asociaciones sobre cómo y en qué condiciones debe o no ser mostrada la ropa. 

En casa, el espacio de lavado es un espacio que no debe estar dispuesto a ojos de los visitantes, la ropa no se cuelga en la sala o en la habitación o por lo menos eso hemos aprendido. Una cultura que nos promueve alejar los espacios de limpieza de los espacios de ocio, lo que a su vez implica aislar a los sujetos (mujeres) cuando se llevan a cabo las tareas reproductivas.(1) 

El higienismo como corriente, desarrollada en el siglo XVIII en Europa y difundida posteriormente en América Latina, propuso normar la salud, la alimentación y la higiene en general a los habitantes de un territorio determinado con el fin de contribuir al bienestar colectivo evitando la propagación de enfermedades infecciosas y promoviendo la salud física; sin embargo, gran parte de las políticas diseñadas dentro de esta corriente “salubrista” se han construido desde las élites para normar y limitar la participación de las clases bajas en los espacios públicos y en los espacios comunes dentro de la vivienda, así como el de “regular la vida cotidiana” a través de criterios basados en la salud. 

Las oposiciones planteadas por los higienistas entre salud y enfermedad, suciedad y limpieza, se convirtieron en recursos para pensar lo social en un momento de tránsito de la ciudad señorial a la “moderna”.(2) 

De esta forma, la mezcla de ciertos usos en los espacios al interior de la casa nos es impuesta no solo como una costumbre poco estética y amoral, sino también como algo insalubre. No se come en el dormitorio, ni se viste uno en la cocina. Colgar la ropa para secarla, fuera de su lugar establecido entra en esta categoría, pues presupone un cambio en las normas de localización de ciertos objetos y uso de los espacios. 

El diseño retomó algunas de estas posturas higienistas, lo que permitiría establecer la división de las tareas dentro de la vivienda. Arturo Ortiz habla de la división espacial de las tareas reproductivas, en donde hace una crítica acerca de los espacios asignados desde el diseño arquitectónico para las trabajadoras del hogar: 

En la gran mayoría de los proyectos los cuartos de servicio están localizados de tal forma que habilitan la posibilidad de que las empleadas de servicio interactúen con todos los espacios de la casa, pero siempre existe la posibilidad de que en cualquier momento y a la menor provocación se vuelvan invisibles.(3)

Pero no es sólo al interior de la casa para la que trabaja la corriente salubrista, sino que también permeó en el diseño urbano. Oihane Ruiz, en una charla de Universidad de Verano en España sobre Urbanismo feminista, cuenta que mientras participaba en la redacción de un plan general se encontró con una redacción que hablaba de una prohibición de colgar la ropa en fachadas, así como ocultar los tendederos de tal forma que no sea visible desde la calle. No había ahí ningún argumento pragmático para limitar de esa forma la exposición de la ropa húmeda hacia la calle,(4) sino de una norma predominantemente estética argumentada desde el desorden y reproducida, sin mucho argumento, desde el higienismo.

No hay razón que no sea ideológica para invisibilizar el trabajo reproductivo dentro de la casa y aún más, en la calle. Los procesos higienizantes de los que hemos formado parte normalizándolos, con todo y revoluciones y transformaciones progresistas en la forma que habitamos la casa y la calle, siguen siendo cuestiones de clase y género.


Notas:

1. John Maclnnes y Julio Pérez, “La tercera revolución de la modernidad; la revolución reproductiva”, en Revista Española de Investigaciones Sociológicas (Reis), No. 122, 2008. Consultado en línea: http://bit.ly/2CkrLOp. 

2. Eduardo Kingman, “Historia social y mentalidades: Los higienistas, el ornato de la ciudad y las clasificaciones sociales”, en Íconos. Revista de Ciencias Sociales, No. 15, 2022. Consultado en línea: http://bit.ly/2CjSSJo.  

3. Arturo Ortiz, “Desde la arquitectura, la discriminación”, en revista Nexos, 1 de abril de 2012. Consultado en línea: http://bit.ly/2CjD7SD. 

4. Oihane Ruiz, “Urbanismo feminista. Monólogo de Oihane Ruiz en la Universidad de Verano 2017). Consultado en línea: http://bit.ly/2Ryd8f2. 

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