Los dibujos de Paul Rudolph
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¡Felices fiestas!
14 junio, 2020
por Miquel Adrià | Twitter: miqadria | Instagram: miqadria
Se han desarrollado diversas estrategias que tratan de comprender la lógica de la autoconstrucción para integrarla a los procesos productivos de igual manera que arquitectos expertos han participado con comunidades para racionalizar la construcción participativa. En el caso mexicano, Carlos González Lobo, como otros tantos arquitecto en Latinoamérica, ha tratado de racionalizar la construcción espontánea, mientras que Oscar Hagerman ha participado con las comunidades en el diseño de sus viviendas y centros comunitarios, manteniendo en ambos casos la cercanía y por tanto un impacto local. En este sentido el equipo de Elemental, liderado por el chileno Alejandro Aravena, se planea las mismas preguntas: ¿puede una casa ser realmente flexible si no incorpora el crecimiento futuro y los procesos de autoconstrucción?, respondiendo con el Manual de vivienda incremental y diseño participativo a la necesidad de adaptar la vivienda a lo largo del tiempo. Su análisis parte de algunas certezas para alejarse de las inercias gubernamentales, asumiendo que cualquier familia de clase media puede vivir razonablemente bien en una vivienda de 70 a 80 metros cuadrados. ¿Pero qué pasa si no alcanza?, se preguntan en Elemental. “Tanto las políticas públicas como el mercado han desarrollado dos estrategias para enfrentarse a la escasez de recursos: alejar y achicar. Cuando no hay dinero se tiende a construir en terrenos remotos cuyo costo de la tierra es muy bajo y a construir viviendas de 30 a 45 m2.” Y frente a la escasez de tamaño las familias reaccionan ampliando como pueden. Aravena concluye con que media casa buena no es igual a una casa chica, como se mal interpreta desde las políticas gubernamentales, sino que lo mas eficiente es hacer la mitad de la casa que una familia nunca va a poder. A su vez, se dieron cuenta que la suma de acciones individuales, incluso de una cierta calidad en sí mismas, no garantizan la calidad colectiva ni el bien común. La idea de vivienda progresiva o incremental no es nueva: se planeó en los años sesenta. Entonces, se preguntan Elemental ¿qué es nuevo? La incrementalidad no es dejar una construcción inacabada y esperar que cada individuo la complete. La incrementabilidad debe ser diseñada. Siguiendo el sentido común y la ley del mínimo esfuerzo, hay que anticipar en la forma inicial esa segunda mitad que le permitirá a cada familia alcanzar el estándar de la clase media. La vivienda, casi por definición, es una inversión, aunque lamentablemente, en la vivienda social eso no ocurre. La propuesta de Elemental considera que “la vivienda debe ser una inversión más que un gasto social y debe ser una herramienta para superar la pobreza y no sólo un techo para protegerse de la intemperie.” Para ello proponen sustituir los desarrollos donde el suelo cuesta poco, por otros que inserten las viviendas dentro de la red de oportunidades que las ciudades concentran, partiendo de la ecuación: densidad suficientemente alta, en baja altura (eliminando espacios colectivos como pasillos y ascensores que no pueden ser mantenidos) sin hacinamiento y con la posibilidad de crecimiento, que permita alcanzar con el tiempo unos estándares de clase media.
Su modelo parte de la necesidad de redensificar en áreas urbanas en el entendido que “la ciudad ha sido un invento humano muy eficiente para mejorar la calidad de vida de la población, particularmente de los más pobres. Para Aravena, “la ciudad es prácticamente un mecanismo de salud pública, un vehículo de supervivencia.” Las ciudades son básicamente una concentración de oportunidades: de trabajo, de educación, de salud, de movilidad, incluso de recreación. Sin embargo, Elemental también señala que “si los gobiernos y los mercados no pueden reaccionar a tiempo la gente no irá a las ciudades. El proceso de urbanización será a base de campamentos” y, lamentablemente, “el proceso de urbanización verá aumentar la proporción de gente excluida de los beneficios y oportunidades que las ciudades concentran.” Concluyendo que “en general, en el mundo se sabe como hacer viviendas con muchos recursos. También se sabe como hacer viviendas muy económicas pero de mala calidad. Como hacer viviendas económicas de calidad es lo difícil.”
Elemental propone hacer posibles las ampliaciones, ya que un edificio no acepta los crecimientos individuales salvo en planta baja (horizontal) y en el último nivel (vertical). La contribución de Elemental ha sido diseñar una casa lo suficientemente porosa para que acepte ampliaciones dentro de la propia estructura, inscritas dentro de la silueta del volumen. El resultado de su propuesta es un híbrido entre casa y edificio, que toma de él la alta densidad, para hacer un uso eficiente del suelo, y toma de la casa la posibilidad de crecimiento. A su vez, pone énfasis en la importancia de la localización para lo cual es fundamental tener una densidad suficientemente alta. Esta densidad debe ser alcanzada garantizando a cada propiedad acceso directo e individual al suelo evitando bucles verticales y corredores horizontales comunes, dado el nivel de conflicto social y deterioro urbano que en ellos se produce. El diseño, para Aravena, debe resolver densidades suficientemente altas, en baja altura, sin hacinamiento, con posibilidad de crecimiento. Así, “la autoconstrucción puede dejar de entenderse como una amenaza de deterioro y podría convertirse en una alternativa para personalizar tanto el espacio urbano como la vivienda misma.”
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