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Columnas

El trabajo de Clara Porset. Conversación con Ana Elena Mallet

El trabajo de Clara Porset. Conversación con Ana Elena Mallet

6 marzo, 2020
por Betina Rincón

¿Cuáles son las principales preocupaciones y reflexiones de Clara Porset representadas en esta exposición?

Llevo los últimos ocho años haciendo una recopilación de los textos que Clara Porset escribió y publicó entre 1925 y 1965 en Cuba, México y Estados Unidos. A partir de los textos llegamos a algunas de sus preocupaciones y reflexiones para representarlas en la sala. Arrancamos con un texto de 1948 sobre muebles vernáculos mexicanos y todo el análisis que ella hace de las tipologías, su uso, y cómo responden a las condiciones de diferentes contextos y culturas de diferentes regiones geográficas. A lo largo de su reflexion en los textos, Clara Porset persiste en la búsqueda de un diseño propio, un diseño que refleje las condiciones culturales y sociales de México con la intención de convertirlo en un diseño nacional.

La exposición tiene 100 metros cuadrados, es una exposición pequeña pero que reúne casi 100 piezas. Logramos conseguir piezas de época de la colección del Instituto Nacional para los Pueblos Indígenas, algunas piezas exactas a aquellas que describe y analiza en su texto del 48. La exposición inicia con este texto, con la idea de que el público pueda entender las proporciones que se usaban, los materiales y los acabados que se utilizaban, pero también la existencia del mueble vernáculo y cómo a partir de su análisis Clara Porset desarrolla su propia propuesta de diseño y sus tipologías. Su inspiración la encuentra en tipologías mexicanas como el equipal y el butaque; realmente retoma estos asientos de influencias vernáculas y nacionales para convertirlos en piezas modernas que acompañarán los interiores diseñados por los arquitectos de la modernidad mexicana.

Luego mostramos su interés por el diseño social y por el mobiliario funcional, práctico pero estético, para propuestas de arquitectura social, y logramos conseguir en el archivo del arquitecto Alberto T. Arai imágenes, croquis y planos de la Casa campesina construida en la cuenca del Papaloapan, en Veracruz, en 1950, amueblada por Clara Porset partiendo de la idea de dignificar la casa campesina mediante el diseño de mobiliario. Justamente los muebles propuestos para esa casa son los que, en 1941, presentó junto a Javier Guerrero para el concurso del MoMA, en el que ganaron un premio. Los retomó para la casa con Arai y luego para la Sierra Maestra, en Cuba. Esos tres momentos se muestran en la exposición permitiendo establecer comparaciones. Se puede ver una adaptación de la tipología y en algunos momentos piezas nuevas. Eso lo descubrimos a través de material del archivo de Porset, que permite ver como retoma esta inspiración del mobiliario vernáculo para transformarlo en mobiliario rural.

El siguiente paso fue un proyecto de mobiliario para la zona urbana, para el proyecto de vivienda del Centro Urbano Presidente Alemán (CUPA), de Mario Pani. Contamos con fotos del archivo de ICA, con planos de diferentes propuestas —unas que sí se construyeron y otras que no.

En sus textos, Porset reflexiona sobre lo que ella llama diseño viviente y sobre cómo el arquitecto y el diseñador de interiores y mobiliario deben estar en continuo diálogo, porque los muebles no pueden ser una cosa apartada de la arquitectura. Esto incluye un análisis sobre cómo distribuir el mueble dentro de la arquitectura moderna para que resulte espaciada, de tiros largos y amplia circulación. Sobre esto mostramos tres casos: su estudio de 1956, diseñado por Juan Sordo Madaleno —a través de piezas del archivo Sordo Madaleno—, la casa del mismo arquitecto, que es del 57, y, por último, la casa del arquitecto Enrique Yañez, que es donde utiliza una pieza muy emblemática que sólo se ve en determinadas obras: el sillón totonaca. Yañez involucró en el diseño de su casa muchos de los principios de la integración plástica y del modernismo arquitectónico y de diseño de ese momento. En su casa del Pedregal participaron Francisco Zúñiga, el escultor, Chávez Morado, con un mural de piedra, Olga Acosta y Clara Porset con el mobiliario, reuniéndose así los componentes de la modernidad con la integración plástica y de diseño.

Finalmente la exposición culmina con la etapa en que Porset retoma el mueble vernáculo para convertirlo en un mobiliario tropical que utiliza para amueblar los hoteles de Acapulco. Lleva el mobiliario al destino turístico y trabaja en colaboración con empresas como DM Nacional, IRGSA —Industrias Ruiz Galindo S.A.—, para diseñar mobiliario que se produzca de manera industrial.

Si bien la finalidad de esta exposición es representar el pensamiento de Clara Porset a partir de sus textos, buscamos también realizar un pequeño recuento de los distintos momentos de su trabajo. 

¿Estos textos en los que está basada la exposición, son de acceso al público?

Todos estos textos están presentados en tabletas digitales a lo largo de la exposición, donde la gente los podrá consultar. También estamos trabajando con editorial Alias un libro con la idea de hacer un recuento de varios de los textos de Clara Porset publicados en Social, la revista cubana, la recopilación de una serie de ocho o nueve conferencias inéditas que dio en Cuba en el 47, cuando regresa a dar clases en la universidad luego de haber salido de México en el 36. Le sigue una parte de La vida diaria, una exposición organizada por ella en el 52, y termina con una serie de textos publicados en Arquitectura México, Espacios y Decoración. La idea es que tengamos la edición en español de estos textos acompañados con fotografías del archivo lista en los próximos días.

 

¿Cómo influyó el diseño de exposición de Clara Porset para la La vida diaria en la museografía de esta muestra?

Para el momento en que organiza la exposición La Vida Diaria, estaba viendo lo que estaba haciendo Philippe Johnson en el departamento de diseño del MoMA y a su colaboración con la Bauhaus en la parte de exposiciones, y también las exposiciones de Herbet Bayer. Entonces toma estas ideas y las trae a México con una museografía bastante innovadora. Creo que definitivamente hay una influencia de ello en su exposición, porque ella en alguno de estos textos habla de cómo la museografía es también parte de una propuesta de diseño que dialoga y es propositiva.

 

¿Qué es lo nacional para Clara Porset?

Creo que hay una parte de su trabajo donde es muy evidente que buscaba generar un diseño nacional mexicano, y no porque pareciera mexicano sino porque el diseño respondía a las condiciones del país con el uso de materiales locales, accesibles, su conocimiento sobre maderas de la zona, su trabajo en conjunto con artesanos y carpinteros locales. Pero al mismo tiempo, creo que su visión es muy internacional. Se nota no solamente en las reflexiones de los textos sino también, ahora que he tenido oportunidad de revisar su biblioteca, en las lecturas y títulos que conserva. Su colección de libros revela que había estado leyendo y releyendo mucho sobre la vanguardia en la arquitectura y el diseño en Europa. En ese sentido creo que esta exposición va a dialogar muy bien con lo que sucede en la de Lina Bo Bardi, sin habernos puesto de acuerdo. Es innegable que sus ideas son muy similares. Eran ideas que viajaban a través de las publicaciones, de los congresos internacionales y esta diseminación de las ideas a través de los viajeros, porque hay un mismo interés profundo por lo vernáculo, por redignificar ese tipo de trabajo. Se trataba de una preocupación latinoamericana, pero Porset nunca dejó de ver hacia Estados Unidos, viajaba y exhibía su trabajo en Estados Unidos porque allí también habían ideas que le interesaban.

¿Cuál es el descubrimiento más sorprendente o desconocido que surgió durante la investigación previa a esta exposición?

La verdad es que esa primera sección a mi me tiene muy contenta, porque encontré este texto publicado por ella en el 48 en una revista educativa en California, donde realiza este análisis de los muebles vernáculos y habla de la silla-escalera, de la silla de palo, del banco-tortillero, del butaque y sus diferentes tipos —el de Tehuantepec, por ejemplo, que tiene piel de venado. Es un análisis muy profuso y muy profundo de los muebles vernáculos y como existen en distintas zonas distintos tipos de muebles. En el momento que encontré ese articulo entendí  muchas cosas que veía en el archivo y que no estaban claras. Este texto permitió extender su visión plasmada en muchos de esos dibujos. Ayer que terminamos de instalar todo en el museo me preguntaban: ¿y por qué son de este tamañito? Y les decía: piensen que estamos hablando de 1940, el tipo de población era indígena, menudita, o era población con otra estructura corporal, y eso se puede ver en la exposición. Clara Porset se da cuenta de que debía realizar estudios ergonómicos, que para los 50 el mexicano es mucho más corpulento más alto y cambian las dimensiones de los muebles que ella diseña. Esto me resultó muy interesante desde el punto de vista del diseño y ese artículo me pareció muy revelador para entender sus procesos de trabajo y cómo estaba analizando lo vernáculo a profundidad.

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