Arquitectura y lugar
La arquitectura es un hecho cultural, cuyo propósito es ayudar al ser humano a darle significado a su existencia. Arquitectura [...]
2 junio, 2017
por Isaac Broid | Twitter: IsaacBroid
La ciudad que amamos y padecemos los capitalinos es lo que es por la conjunción de múltiples fuerzas que determinan su morfología, tanto horizontal como vertical. Los últimos gobiernos, en parte por demagogia, en parte por una necesidad real de oír sus voces, les han dado un peso excesivo en la toma de decisiones. Para muestra basta sólo un botón: las asociaciones vecinales, celosas de sus terruños, han influido fuertemente para que la mayor parte de la ciudad sea habitacional con densidad muy baja. Áreas tradicionalmente de usos mixtos tratan de convertirse en unidades plurifamiliares exclusivamente debido a la miopía de sus propios habitantes.
En su propuesta para un desarrollo urbano sustentable, Cuauhtémoc Cárdenas habla de la necesidad de densificar la ciudad para aprovechar la dotación existente de infraestructuras y servicios urbanos. Dice que sus políticas tratan de revertir un proceso que ha propiciado el crecimiento urbano extensivo, disperso y anárquico que acaba con la tierra agrícola y las reservas naturales, eleva irracionalmente los costos sociales y económicos de la dotación de servicios e infraestructura, incrementa el tiempo y el costo del transporte, limita la productividad de los trabajadores y multiplica las fuentes móviles y fijas de contaminación.
Para lograrlo se necesita densificar los sectores urbanos más consolidados e ir en contra tanto de fraccionadores rapaces como contra grupos de escasos recursos económicos que invaden los bordes de las ciudades en busca de espacio para construir sus viviendas unifamiliares. Tendrá que ir en contra de su programa mismo, ya que ahí apoya a grupos de autoconstrucción de viviendas cuando éstos, tradicionalmente, se ubican en los limites, fomentan el crecimiento desordenado y construyen con muy baja densidad de ocupación de suelo, de la misma manera que las áreas para la población de mayores recursos económicos.
Elegir un gobierno democrático implica que una mayoría otorgue su confianza a un grupo que considera capaz para tomar decisiones. “Un nuevo gobierno comprometido con los ciudadanos, que garantice un crecimiento económico sostenido y sustentable, para que los procesos urbanos no se tornen elitistas, excluyentes y depredadores” no implica estar solicitando aprobación y consentimiento a pequeños grupos en cada caso particular del desarrollo urbano de nuestra ciudad. Un gobierno de políticos capaces escucha las opiniones de los ciudadanos para que ellos, con una visión de totalidad, elaboren planes y actúen en consecuencia con ellos, reduciendo a los agentes que finalmente sólo son obstáculos para conseguir licencias de construcción. Para ello, el nuevo gobierno nos tiene que demostrar su inteligencia, su honestidad y su eficiencia. Si así fuese, los habitantes no desconfiaríamos de quien nos gobierna.
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