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Columnas

El patrimonio arquitectónico como futuro

El patrimonio arquitectónico como futuro

13 mayo, 2019
por Juan Palomar Verea

Cualquier visita a los barrios antiguos de la ciudad, o al mismo centro metropolitano, da razón de numerosos casos de fincas patrimoniales abandonadas, subutilizadas, o en franco proceso de deterioro. Estos casos puntuales, multiplicados por centenares, constituyen un alarmante y significativo porcentaje del patrimonio edificado tapatío.

A esta situación concurren muy diversos factores: desgano de los propietarios, cálculos poco realistas de una mayor ganancia en el caso de ver totalmente demolida la construcción, falta de estímulos eficaces por parte de las autoridades, expectativas pesimistas sobre los entornos particulares, problemas sucesorios o de copropiedad, falta de una flexibilidad responsable e inteligente de los ordenamientos relativos a la problemática…

El común denominador podría ser la ignorancia de lo que significa un patrimonio construido, la ausencia de una visión más imaginativa y actual sobre el patrimonio, y la falta de una gestión que apoye decididamente a los propietarios. Es indispensable recordar cada vez la función central que tiene en la ciudad su historia. Sin esa memoria, plasmada de manera muy clara en los contextos construidos tradicionales, se extravía toda la experiencia que ha edificado, a través de los años, nuestro presente. Y, por consiguiente, sin toda esa comprensión y ese aprendizaje, se carece de los medios suficientes para encarar el futuro con lucidez. Así como una cierta conciencia ecológica ha logrado ir permeando sectores cada vez más amplios de la sociedad, lo mismo debería de suceder con la conciencia patrimonial, inculcada desde la más temprana edad.

No se trata de entornos “pintorescos”, ni de edificaciones “agradables”. Esto es, entre otras cosas, el resultado de una política urbana por preservar y renovar imaginativamente contextos y fincas para darles una nueva viabilidad económica y social. Actuar en el presente y afrontar un futuro deseable.

Desde luego, es una labor ardua y que involucra varias disciplinas. El objetivo es lograr una gestión integral del patrimonio acorde plenamente con nuestra circunstancia. Sin duda existe en nuestros medios arquitectónicos la inventiva y el talento para generar propuestas que puedan ser procesadas y gestionadas por equipos eficaces.

Cada año que pasa sin revertir los deterioros del patrimonio edificado significa pérdidas, desgastes, desaliento. Esto puede revertirse si como sociedad asumimos que, lejos de ser una carga, el patrimonio edificado puede ser una extraordinaria herramienta de futuro.

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