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Columnas

El paseo de un arquitecto

El paseo de un arquitecto

1 agosto, 2017
por Juan José Kochen | Twitter: kochenjj

 

Fue jefe de redacción y promotor de la sección “Crítica de ideas arquitectónicas” de la revista Arquitectura de Mario Pani. En sus pocos testimonios y entrevistas se describió a un arquitecto cuya obra mostraba el mismo rigor y la severidad de las partituras musicales para profundizar más de lo ordinario explorando arquitecturas que envejecerían bien a lo largo del tiempo. Vladimir Kaspé criticó la novedad y fundamentó la sinceridad en el uso de los materiales. Decía que así como el arquitecto con su obra, al leer un buen libro admiraba al autor que se esfuerza por explicar algo, y esa filosofía se plasmó en buena parte de las páginas de la revista que editó por casi diez años.

En marzo de 1951 Kaspé publicó “El paseo de un arquitecto” en el número 33 de la revista Arquitectura México con la finalidad de “dar a conocer algunas obras arquitectónicas de la capital todavía frescas; señalar algunos de sus rasgos característicos, provocando en definitiva un intercambio de ideas sobre temas actuales”.

El recorrido se ilustró con fotografías de Guillermo Zamora y se acompañó con notas al pie escritas por el mismo Kaspé. Inició en la pujante Ciudad Universitaria, en donde “el sueño e ilusión de algunos, acto de fe de otros, se convierte en realidad”. De la universidad a la vivienda: un conjunto de cuatro casas de Guillermo Rossell y Lorenzo Carrasco con pinturas murales de Gabriel García; otra de Mateo Ortiz en Polanco y posteriormente la Plaza de las Fuentes y El Pedregal de Luis Barragán.

De ahí al Parque Mundet de José Villagrán y una mención a nuevos edificios de la Colonia Juárez. Luego, otro combo viviendero: tres viviendas más (Enrique y Agustín Landa, E. Ponce y Juan Sordo Madaleno en Polanco, Lomas de Chapultepec y Lindavista), la Unidad Vecinal Modelo y el Centro Urbano Presidente Alemán (CUPA), ambos Mario Pani y su Taller de Arquitectura. Sobre la Unidad Modelo, Kaspé refirió que se trataba de una obra experimental de gran valor por su plan urbanístico y los elementos constructivos prefabricados ante el enorme y esencial problema de vivienda popular.  Y sobre el CUPA: “un nuevo capítulo de la vida colectiva se abre con este conjunto. El descanso, el sol, los deportes, el paseo empiezan a estar al alcance de todos”. La ruta terminaría con la Escuela “El Pípila” de Pedro Ramírez Vázquez, Alfonso Garduño, Horacio Bay y Elías Macotela, y el Liceo Franco-Mexicano del propio Kaspé. A más de sesenta años de esta deriva, hoy ¿por qué arquitecturas contemporáneas daríamos un paseo?

En El futuro de la nostalgia, Svetlana Boym escribe que el siglo XX comenzó con una utopía futurista y concluyó sumido en la nostalgia. Coincide con las Utopías para realistas de Rutger Bregman o la reciente –y póstuma– Retrotopía de Zygmunt Bauman. Las obras elegidas por Kaspé mostraban un ideal modernizador del país; hoy mundos ubicados en un pasado perdido/robado/abandonado que, aun así, se ha resistido a morir.

Bauman entiende sus retrotopías como una negación de la utopía, el negativo del positivo para transmitir una esperanza de reconciliar, una hazaña en la que ni el ideal original ni su negación primera trataron de alcanzar: “¿acaso no podría aprovecharse el camino de vuelta, hacia el pasado, para convertirlo en una ruta de limpieza de todos esos daños cometidos por los futuros que sí se hicieron presentes en algún momento?”.

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