Gobierno situado: habitar
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¡Felices fiestas!
2 mayo, 2019
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
“La mayoría de la gente ve con el intelecto mucho más a menudo que con los ojos,” escribió Paul Valery en un ensayo titulado Introducción al método de Leonardo da Vinci, publicado en 1894. Pero, ¿cómo ven los ojos, los ojos solos, sin ayuda del intelecto?
En su libro El ojo y la idea, fisiología e historia de la visión, Ruggero Pierantoni da cuenta de dos teorías opuestas que en la antigüedad imaginaban al ojo o bien como una ventana abierta a recibir los rayos luminosos del mundo o como un faro que dirigía su atención, también iluminadora, hacia las cosas que nos rodean. La manera como de dos ojos se produce una visión unificada o como las figuras proyectadas invertidas dentro del ojo se enderezaran en nuestra percepción eran enigmas que pensadores y artistas intentaban resolver y en los que hoy preferimos no pensar, no por haberlos resuelto mediante la intuición o la investigación sino por confiar en las respuestas proporcionada por otros que los han estudiado.
Leonardo da Vinci, dice Pierantoni, “hizo del ojo un punto central en su investigación de la realidad; en primer lugar no rechazando la discusión entre la teoría emisiva y la teoría receptiva.” Se dice que Leonardo fue de los primeros en hacer una analogía entre la cámara oscura y el funcionamiento del ojo, pero que al mismo tiempo, rechazando la idea de que en el fondo del ojo se proyectara una imagen invertida del mundo, trató de verificar su hipótesis de un mecanismo interno que volvería a invertir la imagen a su posición correcta. Leonardo se propuso construir un modelo de vidrio relleno de agua para comprobar su hipótesis, pero parece no pasó de hacer algunos diagramas. Pierantoni subraya el conflicto que tuvo Leonardo —y hay que decir que no sólo él— entre dibujar lo que veía y dibujar lo que sabía. “El dibujo que esta lucha produjo —dice Pierantoni— muestra no sólo lo que Leonardo vio sino lo que aprendió en los libros, leídos fatigosamente con una mezcla de pasión por aprender y de desprecio por su patente estupidez.” En uno de sus primeros dibujos anatómicos, hecho al rededor de 1490, Leonardo traza un diagrama de la relación entre el ojo y los ventrículos cerebrales, tanto en sección vertical como horizontal, reproduciendo teorías anatómicas árabes y medievales que sus disecciones no comprobaban.
El doctor K.D.Keele escribió en 1955 que el interés de Leonardo por la visión y el funcionamiento del ojo era el de un artista interesado en la precisa observación anatómica. Ese estudio se basaba no sólo en la observación sino, en muchos casos, en la invención de métodos que la hicieran posible. Así, por ejemplo, fue el primero en inyectar cera en el cerebro, intentando confirmar la existencia de los ventrículos cerebrales con una técnica propia de un escultor. Hoy se piensa que el resultado fue engañoso por la manera en que había conservado el cerebro para el estudio y que Leonardo, ante los hechos, decidió validar la interpretación tradicional de antiguos tratados médicos. También ideó un método para conseguir hacer un corte del ojo sin que los humores vítreo y acuoso se derramaran, haciéndole perder su forma. “En la anatomía del ojo —escribió Leonardo—, para poder ver el interior sin derramar los humores, se deberá colocar el ojo en claras de huevo y hervirlo lentamente hasta que sea un sólido, cortando el huevo y el ojo transversalmente para que ninguna porción del medio se escurra.” El método, aunque ingeniosísimo, no es del todo eficaz, según Keele, pues en experimentos posteriores se ha demostrado que, al hervirlo, la lente ocular se aplana y se vuelve redonda, perdiendo su forma real. Es por eso que Pierantoni dice que, más allá de sus múltiples disecciones, dibujos y experimentos, “incluso para el ojo, al menos parcialmente, Leonardo terminó por dibujar no lo que se ve sino lo que otros habían establecido que fuera.” O, volviendo a Valery, como la mayoría de nosotros y si es que tiene algún sentido establecer esa oposición, Leonardo terminó viendo con el intelecto en vez de con los ojos.
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