Huésped del Edificio Francia
El edificio Francia que se ubica en la esquina de la avenida Álvaro Obregón y la calle Jalapa en la [...]
24 abril, 2015
por Anna Adrià
Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo un escenario desnudo. Un hombre camina por este espacio vacío mientras otro le observa, y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto teatral.
– Peter Brook
El teatro es el lugar para contemplar. Para que exista el teatro, tiene que haber al menos una persona que observa la acción. Un individuo que mira lo que ocurre en el escenario, sentado en una butaca a cierta distancia, acepta la convención en la que se encuentran los personajes de la obra que está viendo. La escenografía, la iluminación y el vestuario, crean una atmósfera envolvente que le permite entrar en la misma realidad que los personajes. Siempre desde la butaca. Del otro lado de la cuarta pared. Frontera invisible que le separa de los que hacen. Ese individuo es el espectador.
La curiosidad de ese individuo puede hacer que a veces tenga la necesidad de subir al escenario para poder formar parte de la atmósfera en la que ha visto a actores representar personajes.
Hay ocasiones en que el espectador rompe la cuarta pared porque hace más que observar. Ya no solo mira desde la distancia sino que transita el espacio y entra en el universo propuesto del mismo modo que los actores se mueven por la caja escénica. El individuo tiene predisposición de aprender y experimentar diferentes sensaciones a lo largo de un recorrido. Tiene la oportunidad de circular por diferentes sub espacios y descubrir atmósferas completamente diferentes. Se trata del espectador del espacio expositivo.
La persona encargada de diseñar el espacio efímero, ya sea escenografía teatral o espacio expositivo, es capaz de activar los cinco sentidos y evocar sensaciones muy distintas a cada espectador con un mismo espacio. Tiene el poder de crear emociones dispares según la persona que observa o vive el espacio.
El diseñador de espacios efímeros es capaz de hacer magia.
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Conoce el Posgrado Espacio efímero de Arquine y la Universidad Politécnica de Cataluña. El posgrado está pensado con la finalidad de ofrecer conocimientos especializados a personas de toda la república, laboralmente activas. Por ello, las clases se imparten cada quince días, viernes por la tarde y sábados a lo largo de toda la jornada.
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El carácter efímero de la luz tiende a estar abierto a narrativas e interpretaciones personales.