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El elefante en la cristalería

El elefante en la cristalería

3 agosto, 2017
por Rodrigo Díaz | Twitter: pedestre

 

Decisiones que involucran grandes proyectos de movilidad muchas veces obedecen a caprichos gubernamentales no sustentados en análisis técnicos. Siempre he tenido dudas sobre la elección de buses de dos pisos en la futura línea 7 de Metrobús. Cada vez que pregunto a expertos por qué en Reforma se utilizarán estas unidades, casi siempre he recibido un encogimiento de hombros por respuesta. Otras veces una mirada al cielo de mi interlocutor. Alguna vez un comentario malicioso. A medida que pasa el tiempo me convenzo de que esta es otra ocurrencia de un gobierno más preocupado de vender ese humo que llaman marca ciudad que de realmente hacer las reformas estructurales que el sistema de transporte público de la ciudad de México pide a gritos. No se atacará el fondo de los problemas, pero los usuarios podrán gozar de la misma vista que los extranjeros que pasean en turibuses también por Reforma, pagando menos de cincuenta centavos de dólar por la experiencia.

Mi primera duda sobre los buses de dos pisos está en la dificultad que ofrecen para el ascenso y descenso de pasajeros en horas de máxima demanda. En Reforma habrá mucha, lo que me hace temer sobre todo por el expedito descenso de las personas que viajen arriba (por eso es que estos buses sí me parecen atractivos en rutas expresas, sin paradas intermedias). La segunda duda radica en la imposibilidad de utilizarlos en otras líneas, habilitadas para unidades de un piso y con puertas a la izquierda. Las unidades de la línea 7 correrán por la derecha de Reforma en un carril semi confinado, semi exclusivo, compartido o como usted quiera llamarlo, decisión que, aparte de afectar negativamente su velocidad y confianza operacional, hace que sean completamente inútiles en el resto de la red, con excepción de la línea 4 que recorre el Centro, siempre y cuando en ésta última no haya inoportunos cables, ramas u otros obstáculos que se interpongan en los poco más de 4 metros de altura de los flamantes Enviro 500.

¿Qué hacía un bus de dos pisos en la línea 6, no habilitada para una unidad de estas características? Esta vez la culpa no es de Metrobús. Al menos no directamente. No se trataba de una prueba técnica ni de un estreno en sociedad, como algunos ignorantes o mal intencionados quieren presentar. Tampoco hubo un error de cálculo en la planificación. Todo apunta a la irresponsabilidad y/o ignorancia de un conductor o de alguien que mandó a un conductor a circular por donde no debía. Creyó o creyeron que la pintura roja y el logo de Metrobús les daba derecho a rodar por cualquiera de los carriles confinados de la red y así evitarse el tráfico del resto de la calle. El ojímetro les falló. En horario estelar, rodeados de personas ávidas de ser las primeras en subir fotos y videos a la red. Sí, es un incidente menor, pero afecta seriamente la imagen de un gobierno para el que la imagen lo es todo. El costo de la reparación del bus, absorbido por el concesionario, es lo de menos.

A Mancera y Metrobús no podemos culparlos por la chambonada de ayer. Eso es injusto. Sí podemos pedirles cuentas por la dudosa elección de buses que no sirven en toda la red, afectando con ello la flexibilidad del sistema.

Palabras al cierre

Buses de dos pisos, estaciones de dos pisos, que permitan rápido ascenso y descenso. Tarde o temprano vamos a ver eso.

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