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El devenir de los librosEl devenir de los libros

El devenir de los librosEl devenir de los libros

19 diciembre, 2012
por Arquine

por Juan José Kochen | @kochenjj

¿Por qué la experiencia de construir se pone a distancia? El hecho de que los arquitectos cesen de pensar únicamente en construir representa un auténtico desafío. Construir arquitectura es una apuesta diferente: criticar, deconstruir, destruir, reconstruir y al final ensamblar. Hace 46 años, Robert Venturi escribió un manifiesto para voltear al pasado. La labor y experiencia de la arquitectura, como en toda arte, son siempre actos histórico-críticos que implican lo que el arquitecto y el contemplador han aprendido a distinguir y a convertir en imagen, a través de su propia relación con la vida y las cosas. Así advirtió Vincent Scully sobre las páginas que en 1966 transmutaron un orden hacia la contradicción alternativa de la arquitectura. Más allá del discurso teorizado por Robert Venturi (1925) en su Complejidad y contradicción en arquitectura, el libro planteó una arquitectura abierta al análisis por medio de comparaciones y descomposiciones de elementos tipológicos.

Recientemente, y guardando las comparaciones debidas tanto de contexto geográfico, social y trascendencia arquitectónica-cultural, dos infraestructuras para la cultura y conservación-difusión de su acervo editorial han estado bajo constante revisión crítica. El primero, por orden de coyuntura, surgió por el proyecto de renovación de la Biblioteca Pública de Nueva York (New York Public Library) a cargo de Foster & Partners, y mostrado hoy tras meses de especulaciones sociales y sucesiones políticas. El proyecto de 300 millones de dólares y contemplado de 2013 a 2018 se extrapolará de la 5ta Avenida frente a Bryant Park hasta la Calle 42, con la ampliación de una biblioteca especializada para ciencia, industria y negocios en el edificio Stephen A. Schwarzman.

El nuevo “palacio de la cultura” –llamado así por Paul Goldberger en su artículo Firestorm on Fifth Avenue para Vanity Fair– abrirá espacios públicos y recuperará la lógica neoclásica del edificio para mejorar la experiencia de la visita, según la descripción Foster & Partners. La actual biblioteca sólo se puede visitar en un 30% por lo que se incrementará esta ocupación a 66%. Según Sir Norman Foster se trata de una intervención contemporánea dentro de un contenedor neoclásico; la inserción de un edificio dentro de otro –como lo hizo con el Birtish Museum de Londres o el Reichstag en Berlín– al abrir dos grandes espacios el Astor y Gottesman Hall.

La Biblioteca Pública de Nueva York contiene más de 53 millones de ejemplares y es la segunda biblioteca pública más grande de Estados Unidos, luego de la Biblioteca del Congreso (Library of Congress) en Washington que alberga más de 130 millones de documentos. La biblioteca neoyorquina construida por John Merven Carrère y Thomas Hastings fue inaugurada en 1911. Su entrada principal, terraza y escalones están presididos por dos esculturas de leones y mástiles de bronce. Escenario de películas en distintas épocas como The Wiz, Ghostbusters, Breakfast at Tiffany’s, Spider-ManThe Day After Tomorrow. Algunas citadas por el artículo de Goldberger y sobre todo haciendo alusión a la inspiración para grandes escritores, la biblioteca es una referencia inmediata entre la jungla de rascacielos de Manhattan.

Goldberger critica las intenciones del proyecto, compara y cuestiona las intervenciones de Renzo Piano en la librería Morgan, de Yoshio Taniguchi para la expansión del MoMA y de Diller Scofidio & Renfro con el Lincoln Center. Este año, la biblioteca rompió su propio récord al recibir 2 millones y medio de personas entre estudiantes, escritores, bibliotecarios, investigadores y turistas. Tal vez esta cifra sirvió como excusa para Anthony Marx, reciente administrador de la biblioteca para decir que la idea de la propuesta es “reemplazar libros con personas” y reubicar 3 millones de ejemplares en Nueva Jersey.

A pesar de cartas y firmas de autores como Mario Vargas Llosa, Peter Carey, Caleb Crain, Colm Tóibín, Jonathan Lethem y Salman Rushdie, y posturas críticas en The New York Times, el proyecto busca la democratización del conocimiento, justificando su acuciante expansión para evitar su obsolescencia mas no refiere los modos de rehabitar un espacio en continua apropiación. Al igual que las críticas de lo que será la nueva Biblioteca de Nueva York, el debate sobre la Ciudad de los libros y la imagen ha evaluado “la primera hazaña cultural del siglo 21”, llamada así por la ahora ex-presidenta de Conaculta Consuelo Sáizar. Desde el halago exacerbado de Mario Vargas Llosa en La ciudadela de los libros: “no recuerdo haber sentido tantas ganas de ponerme a trabajar (y hasta quedarme a vivir allí) como en las varias bibliotecas de la Ciudadela mexicana; la Arquitectura de buen lejos de Miquel Adrià: “aunar las bibliotecas y colecciones privadas de los más destacados escritores mexicanos y dotar a la antigua Ciudadela -que sirvió a lo largo de sus más de 200 años de fábrica de tabacos, cuartel militar, cárcel, escuela y biblioteca- de nuevos servicios culturales me parece un gran acierto. Especialmente en la rehabilitación de sus áreas más públicas, el rescate de los patios y la permeabilidad de la ciudad”; hasta La ciudad de los libros como imagen de Alejandro Hernández al escribir sobre “una elegante colección de colecciones de libros, ni siquiera de bibliotecas, en el sentido literal… una idealización casi fetichista de la biblioteca de sus viejos propietarios”.

Ante el cambio sexenal y transición política, la inauguración de La Ciudad de los libros y la imagen se hizo parcialmente y el avance sólo refleja un 50 % del proyecto planteado por Taller 6A (Alejandro Sánchez + Bernado Gómez Pimienta) y las intervenciones de arquitectura 911sc, Vigil + Calvillo, JSa, Taller de Arquitectura y Tatiana Bilbao S.C. Por ahora, La Ciudadela queda en suspenso, como en su momento sucedió con la Biblioteca Vasconcelos, sin vaticinar un futuro poco promisorio para las nuevas colecciones de libros personales y sus contenedores.

Un acervo de 3 millones de ejemplares de la NYPL contra 450 mil del Fondo México y Reservado de La Ciudadela; y un presupuesto de 3 mil 900 millones de pesos contra otro de 550 millones no son comparables, a reserva de las críticas coincidentes a cada proyecto. Sin embargo, plantear un tiempo de ejecución de obra para cinco años contra la premura de un proyecto de colofón sexenal en año y medio, por lo menos, evidencia la carencia de una programación cultural durante seis años, sin entrar en lugares comunes sobre las formas y cómos de la renovación o implementación de nuevos espacios culturales.

Al final, los gestos de los arquitectos y de los lectores coinciden en una misma experiencia: encontrarse en el lugar, percibir, asociar, discernir y asociar imágenes. Si bien, regresando a Venturi, la crítica se retomó como la práctica de una invención de sentido, el mapeo historiográfico y contemporáneo de la arquitectura escrita y edificada debiera ser un ejercicio intelectual y teorizado –también por la política– y no como múltiples y divergentes proyecciones de prejuicios axiológicos. A medida que los proyectos avanzan, las palabras retornan modificadas.

New York Public Library

New York Public Library | Foster & Partners |

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