Los dibujos de Paul Rudolph
Paul Rudolph fue un arquitecto singular. Un referente de la arquitectura con músculo y uno de los arquitectos más destacados [...]
17 marzo, 2020
por Miquel Adrià | Twitter: miqadria | Instagram: miqadria
El origen de los hoteles no es remoto. En la historia de las tipologías arquitectónicas, Nikolaus Pevsner reconoce el primer hotel a principios del siglo XIX tras enumerar hospederías por todo Europa en los siglos anteriores. Ya en el pasado siglo XX podemos narrar la pugna de los hoteles de manera muy parecida a la de los rascacielos, ya que competían por ser los más grandes y lujosos. De hecho el primero en incorporar el baño privado con agua caliente a cada habitación fue el hotel Ritz de París. Si hoteles inmensos como el Château Marmont de Hollywood o el Waldorf Astoria de Nueva York compitieron por erigir el mayor hotel de todos los tiempos, el espíritu siempre fue atender hasta los últimos detalles de sus huéspedes, con discreción y buen servicio. En México el Hotel Reforma fue el primero que incorporó los estándares de los hoteles internacionales, de la mano de Carlos Obregón Santacilia y luego de Mario Pani (quien se apropió del proyecto de su mentor) pero sería sobre todo en el Acapulco desarrollista de Miguel Alemán donde tomaron forma los mejores ejemplos, para masificarse en otros rumbos turísticos décadas más tarde.
A nivel global las grandes cadenas hoteleras americanas definieron las características del hotel moderno, eficaz, anónimo y olvidable, hasta que Ian Schrager —el famoso creador del Studio 54 neoyorkino— apareció en 1984 con una nueva fórmula aportando diseño a la experiencia del viajero al convertir su hotel Morgans en un evento cultural. Ahí nació el concepto de hotel boutique, basado en ambientes de diseño contemporáneo y un servicio personalizado para los viajeros más exigentes. Hoteles independientes de las grandes cadenas y con menos de 100 habitaciones. En México Moisés Micha, Carlos Couturier y Rafael Micha abrieron el Hotel Habita en el 2000 apostando por la arquitectura de autor y la cocina de autor, como valor agregado, además de integrar un programa más sofisticado —spa, gimnasio, librería, restaurante— a la industria de la hospitalidad. Este primer hotel proyectado por TEN Arquitectos (Enrique Norten y Bernardo Gomez-Pimienta) y murales de Jan Hendrix, aportó una nueva fachada de vidrio translúcida para envolver la estructura de un edificio de departamentos existente. Todo se diseña, y se piensa de nuevo, desde el comedor que es a la vez vestíbulo en la planta baja, hasta la alberca/playa de la azotea.
Durante años el Habita se convirtió en el punto de encuentro del glamour capitalino, a riesgo de no dejar dormir a los huéspedes. Intuición y riesgos se convirtieron en profesionalización de la cultura hotelera con nuevas sedes tanto urbanas como de playa. Cinco años más tarde y tras una restauración compleja, estrenaron el Condesa DF, 2005 (proyecto arquitectónico Javier Sánchez e interiorismo de India Mahdavi) que también se convirtió en la sede de todo evento que se mereciera en la Ciudad de México. Le siguieron el Azúcar, en Tecoluta, Veracruz, 2005 (proyecto arquitectónico Elias Adam y José Robredo); La Purificadora, Puebla 2007, (proyecto arquitectónico de Legorreta Arquitectos y Serrano+Monjaraz, con intervenciones artísticas de Laureana Toledo y Tonatiuh Hernández); el Habita MTY, Monterrey, 2008 (proyecto arquitectónico de Agustín Landa con interiorismo de Joseph Dirand); el Casa Habita en Guadalajara; la Maison Couturier, San Rafael, Veracruz, 2009 (diseñado por Carlos Couturier y Micaela de Bernardi); el Boca Chica, Acapulco 2010, (proyecto arquitectónico de Antonio Peláez e interiorismo José Rojas y Frida Escobedo); el hotel Downtown, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, 2011, (proyecto de Javier Serrano y Abraham Cherem); el Hotel Escondido, frente a Casa Wabi a media hora de Puerto Escondido, 2013, (proyecto arquitectónico de Federico y José Juan Rivera Río); The Robey en Chicago y, recientemente, el Escondido Oaxaca, proyectado por Alberto Kalach, además de una serie de proyectos en proceso en La Paz, con Max von Werz, en Ensenada; con Mauricio Rocha y Gabriela Carrillo y, frente al ábside de la catedral capitalina, con Ambrosi Etchegaray. Buena parte de estos hoteles rescatan edificios de cierto valor histórico, aportando guiños inteligentes al cliente cosmopolita, además de construir una colección de obras de autor de la mano de los mejores arquitectos mexicanos contemporáneos.
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