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Edificios del futuro, ¿edificios inteligentes?

Edificios del futuro, ¿edificios inteligentes?

22 octubre, 2021
por Arquine

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Pensar en un edificio inteligente lleva a imaginar un conjunto de posibilidades asociadas al deseo humano de controlar el ambiente que habita: el diseño y control de iluminación artificial en complemento a la luz natural, el confort térmico y acústico de acuerdo con el programa del espacio y la hora del día, control de accesos y otras posibilidades que facilita el avance tecnológico.

Desde la década de los años ochenta se ha hecho un esfuerzo por definir qué es un edificio inteligente[1]. Tanto el concepto como sus implicaciones, condiciones y objetivos han evolucionado, pero mantienen una constante: la integración de la tecnología para mejorar la experiencia de los usuarios en los espacios.

La colección de sistemas de los edificios inteligentes se clasifica en dos grandes categorías. Por un lado, los sistemas domóticos se encargan del control y la automatización de viviendas, mientras que los sistemas inmóticos se enfocan a la gestión integral de edificios no residenciales como centros comerciales, edificios de oficina, hospitales, hoteles y otros espacios de gran escala[2]. Esta diferencia tiene implicaciones en costos de inversión, operación y mantenimiento, así como en la complejidad de sus sistemas.

La abstracción de un edificio inteligente se puede hacer tangible al diferenciar los tres componentes de un sistema según Meadows: los elementos, las interconexiones y función o propósito del sistema[3]. Los elementos son un conjunto de dispositivos que se conectan físicamente al edificio, brindan información o interpretan órdenes de los usuarios. Los sensores, repetidores de señal y otros objetos físicos forman parte de los elementos. Las interconexiones son protocolos o sistemas de reglas que permiten el flujo de información entre varios dispositivos. Por ejemplo, el control de iluminación por medio del protocolo DALI o la transferencia de datos por medio del protocolo BACNet. Por último, la función de los edificios inteligentes es controlar y gestionar una colección de sistemas para facilitar la toma de decisiones y optimizar recursos.

Los edificios inteligentes permiten responder a las necesidades de los usuarios al mismo tiempo que intenta minimizar los impactos ambientales, reducir el desperdicio de recursos naturales y reducir costos. Esta inteligencia también tiene por objetivo reducir costos a través de la gestión de la energía. Las principales estrategias de los edificios inteligentes se enfocan en la implantación de tecnologías que permiten utilizar la infraestructura por demanda de los usuarios. Por ejemplo, el uso de sensores de movimiento para activar y desactivar la iluminación de las escaleras de servicio de los edificios, la activación de sistemas de calefacción de acuerdo con la temperatura exterior y la intensidad de la luz solar, entre otros. Indudablemente los edificios inteligentes forman parte de las herramientas de lo que puede considerase como arquitectura sostenible que toma en consideración el medio ambiente.

Uno de los principales retos para la creación de edificios inteligentes es la restricción presupuestal tanto por el monto de inversión inicial, como los costos correspondientes de operación y mantenimiento. Al margen de cualquier predisposición o sesgo, conviene analizar los costos y beneficios a lo largo del tiempo en edificaciones nuevas y en las preexistentes. Es posible que la inversión y costos asociados sean amortizados en el largo plazo además de reducir la huella de carbono del edificio.

La tecnología entendida como la aplicación del conocimiento científico para propósitos prácticos es y será parte fundamental para hacer arquitectura, pero ¿un edificio que no utiliza dispositivos digitales interconectados realmente lo hace menos inteligente? Conviene reflexionar e imaginar de dónde proviene la inteligencia de los edificios e intentar dirigir la conversación de la inteligencia de los edificios hacia la experiencia de los usuarios y su coexistencia con la naturaleza.

Para hacer frente a algunos de los desafíos de la arquitectura y la gestión del ambiente construido probablemente no necesitamos nuevas tecnologías, necesitamos la voluntad, la previsión y la imaginación para utilizar lo mejor de las ideas viejas. No es necesario borrar para avanzar, es posible la integración de distintos tipos de inteligencia para pensar y repensar nuestros espacios que mejoren la vida, la salud y la experiencia de los usuarios.

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[1] Amirhosein Ghaffarianhoseini, Umberto Berardi, Husam AlWaer, Seongju Chang, Edward Halawa, Ali Ghaffarianhoseini & Derek Clements-Croome (2016) What is an intelligent building? Analysis of recent interpretations from an international perspective, Architectural Science Review, 59:5, 338-357, DOI: 10.1080/00038628.2015.1079164

[2] BBVA, (2020) Domótica e inmótica, ¿Son las mismas tecnologías inteligentes? https://www.bbva.com/es/sostenibilidad/domotica-e-inmotica-son-las-mismas-tecnologias-inteligentes/

[3] Meadows, D. H. (2015). Thinking in Systems. Chelsea Green Publishing.

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