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25 septiembre, 2017
por Paloma Vera | Twitter: palominvera
El Basurto es una referencia arquitectónica e histórica, no únicamente en la Condesa, sino en la ciudad y en el país. Construido entre 1940 y 1945 por el arquitecto Francisco Serrano, es un ejemplo de arquitectura Art Decó. Su escalinata y el gran vacío que abarca once niveles lo hacen un edificio único y un ícono urbano.
Vivir en esta ciudad implica vivir con riesgos constantes, uno de ellos es que la ciudad se construyó en un lago y, aunque visiblemente no se noten los restos de ese lago original, el suelo bajo las construcciones lo revela cada vez que hay movimientos telúricos.
Todos los que vivimos en esta ciudad tenemos muy presente la terrible experiencia del terremoto del 85 y eso nos hace tener miedo, es razonable. Pero, ante el miedo, tener cordura y criterio se convierte en una herramienta clave para dimensionar los hechos. Todos los que habitamos el Basurto sabemos por experiencia y por análisis estructurales realizados en distintos momentos por peritos que el edificio siempre sufre de grietas pero que su estructura es estable. En cada temblor tenemos muros con grietas cerca de los elementos estructurales e, incluso, en temblores fuertes como el del 19 de septiembre pasado aparecen algunos muros fracturados, grietas en vigas —que, hasta ahora, siempre han sido en los recubrimientos— y desprendimientos de materiales.
En el terremoto del 85, el edificio sufrió algunos daños y se reforzó, sin embargo, hace tres años los vecinos decidimos hacer un estudio a fondo para saber exactamente el estado estructural del edificio y contratamos al despacho de ingenieros de Colinas de Buen, un despacho reconocido con experiencia y que ha trabajado en la ciudad desde hace más de 50 años. Este estudio incluyó hacer calas por todo el edificio, incluyendo la cimentación, para descubrir el acero y saber exactamente la cantidad de varillas que existían. Con esta información el despacho hizo un modelo para revisar el comportamiento del edificio en un temblor y el resultado fue que estaba en perfecto estado y sin riesgo estructural. Como parte de los resultados, hicieron algunas recomendaciones para mejorar su desempeño en una situación límite como la que se vivió con el reciente temblor.
Afortunadamente, desde que recibimos el estudio iniciamos con las obras recomendadas. Es un proyecto con varias etapas, de las que hemos concluido dos muy importantes: reforzamos algunas conexiones de los pilotes, que se adicionaron después del terremoto del 85, y disminuimos carga en la azotea para reducir el efecto de péndulo. En todo momento hemos estado asesorados por el despacho de los ingenieros de Colinas de Buen. Además, el Basurto tiene un comité técnico permanente del que forman parte los arquitectos Felipe Leal, Isaac Broid, Pablo Rivera y yo misma, lo que nos permite estar en constante revisión del comportamiento del edificio y cualquier falla que aparezca para revisarla, reportarla y en caso necesario repararla.
Explico todo esto porque es preocupante que aparezcan notas que aseveren que el edificio está “desalojado” y “dañado”. Vamos por partes: no es cierto que esté desalojado, ninguna autoridad determinó el desalojo del edificio porque estuviera en riesgo de derrumbe, ni mucho menos. La semana pasada recibimos una visita del despacho de Colinas de Buen y también otra de un ingeniero de GIA. En ningún caso determinaron que existieran daños mayores o de riesgo. Ni Protección Civil ni los grupos de arquitectos que están haciendo visitas de parte del Colegio de Arquitectos para dictaminar edificios incluyeron al Basurto dentro de los edificios en riesgo. Independientemente de esto, vamos a seguir realizando revisiones ahora que es posible entrar a muchos de los departamentos. Nuestro mayor interés es basarnos en los hechos y concentrar nuestra energía en reparar todo lo necesario.
Efectivamente, el edificio está casi vacío, simplemente porque mucha gente se asustó y, también, por algo más sencillo: no había servicios. La electricidad se cortó desde el temblor (ya se reestableció), no teníamos agua porque varios tubos se rompieron (ya se arreglaron) y el gas se cerró por motivos de seguridad. Además, es evidente que hay que hacer reparaciones y eso implica polvo y molestias que muchos vecinos prefieren evitar.
Un edificio “dañado” quiere decir que su estructura se dañó y que está en riesgo de colapsar. Definitivamente, ésa no es la categoría del Basurto. No lo digo yo, sino que ninguna de las autoridades competentes lo ha catalogado dentro de ese grupo de construcciones, así que no tendría que considerarse como dañado simplemente porque vecinos que pasan caminando y lo ven semivacío, con vidrios rotos o grietas en los muros, suben fotos a las redes o porque vecinos que estaban adentro y experimentaron el susto y el desprendimiento de pedazos de yeso en el vestíbulo así lo perciban.
Está más que claro que hay daños y, evidentemente, vamos a tener reparaciones en muy distintos rubros, igual que muchos edificios de la zona a mayor o menor escala, pero son momentos de calma, valoración y reconstrucción, no sólo física sino también emocional. No derrumbemos anticipadamente nada con la palabra.
© Moritz Bernoully
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