De la interconexión (y las dimensiones) al amor tácito: una conversación con Damián Ortega
"Damián Ortega: Pico y Elote" se exhibe ahora en el Museo del Palacio de Bellas Artes. Conversamos ahora con el [...]
25 mayo, 2023
por Mariana Barrón | Twitter: marianne_petite | Instagram: marianne_petite
Captura de IG de la diseñadora Steph Orozco. Modelo: Daniel García Treviño
5 días ya han pasado desde que pudimos ver en un instagram live, casi como un enlace televisivo de los Óscares o algo por el estilo, el polémico desfile de la firma Dior en la Ciudad de México. La escenografía, un colegio emblemático, hoy en día un museo llamado Antiguo Colegio de San Ildefonso.
Desde entonces, múltiples opiniones hemos leído; hilos de twitter, reels en instagram, medios críticos dando sus posturas, otros medios justificando o aplaudiendo a la empresa de lujo. Digerirlo requiere tiempo, y no podría establecer en estos momentos un posicionamiento demasiado crítico ante la industria de la moda y el lujo que siempre me ha producido fascinación, no es coincidencia, el diablo siempre se viste a la moda.
Lo que sucedió con Dior, y pudo haber sucedido con cualquiera de los “big names”, puso sobre el mapa temáticas coyunturales que resentimos de cerca en nuestro territorio y nos indignan como; la apropiación cultural, el romanticismo de la violencia (señalando el performance de vestidos blancos intervenidos por la artista Elina Chauvet) que cerraron el desfile y los feminismos blancos/eurocentrados. Cada uno justificado a su manera, y si bien hay mucha razón en las señalizaciones, siguen siendo un poco superficiales, con sus debidas excepciones. Una de ellas es la opinión de Mikaelah Drullard Márquez desde su cuenta de instagram donde señala, muy concisamente, la crítica a esta cortina de “consciencia y activismo” de la directora creativa de Dior, la italiana Maria Grazia Chiuri.
Al mismo tiempo, recomiendo, revisar sus creencias feministas y escuchar también el siguiente podcast.
Moviéndonos del feminismo blanco a la apropiación cultural, que sin duda sucede y mi constante pregunta (sin respuesta aún) es; ¿hasta dónde se marcan los límites de honor y reinterpretación o creación de nuevos lenguajes? ¿Quiénes tienen el derecho de hacerlo? ¿Lxs locales estudiadxs? sin importar sus visiones que muy probablemente tengan toques de colonialismo y opresión. ¿Hasta dónde podemos portar trajes tradicionales? (las citadinas con educación un 90% occidental como yo) sin que se me acuse de alguna cosa, ¿es válido hacerlo? No tengo respuestas a nada, la verdad.
Lo que si considero evidente tras el pasado fin de semana son 2 cosas: el silencio de lxs diseñadores locales tras estos sucesos (el silencio también es una respuesta) y la nula consideración del gobierno en crear apoyos desde la administración cultural para apoyar estos nuevos lenguajes, hay muchos ejemplos locales que se han desarrollado en la joven industria de la moda mexicana. Desde Carmen Rion, no se diga del trabajo de la guayabera contemporánea de René Orozco, Carla Fernández, Guillermo Jester, Steph Orozco, Fábrica Social, 1/8 Takamura, Collectiva Concepción, Francisco Cancino, Yoloxochitl Alvarado, Nadya Padilla, LÚDICO, entre muchos más, hablando específicamente de los que buscan generar lenguajes contemporáneos de la indumentaria mexicana (todas las inspiraciones externas incluídas).
Veía en uno de los tantos carruseles informativos (COOLHUNTERMX) sobre el tema el cuestionamiento; ¿Será que no podemos desarticularnos de la validación de marcas extranjeras? ¿Cuál es nuestro papel como medios especializados? Escribir y documentar, difundir, consumir. La tarea no es larga, es que larguísima.
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