Empezar de cero. Los metabolistas japoneses
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¡Felices fiestas!
26 agosto, 2015
por Mónica Arzoz | Twitter: marzozcanalizo
Construir en altura ha sido una de las obsesiones de la humanidad a lo largo de su historia. Desde sus comienzos, el hombre ha querido demostrar su poder a través de las construcciones cada vez más altas. Prueba de ello se encuentra en el Antiguo Testamento, en el cual se narra –en Génesis– la historia de la Torre de Babel, una construcción con la cual el hombre, desafiando las leyes naturales y el poder divino, pretendía tocar el cielo. Las torres y rascacielos que llenan la historia de la arquitectura reflejan la pasión humana por construir edificios cada vez más altos como símbolo de prosperidad, desarrollo y poder, y desafío permanente a los dioses. El mito de la Torre de Babel es solo un ejemplo del afán por distanciarse lo más posible de la tierra y acercarse a los ámbitos de lo divino.
La historia de las torres y rascacielos, es también una historia de ambiciones, retos y fracasos. Desde el ejemplo bíblico de Babel hasta el rascacielos Burj Khalifa en Dubai, con 823 metros de altura, su construcción siempre ha ido ligada a la historia de los avances y descubrimientos de la civilización. Inventos como la electricidad, el elevador y el empleo de metal, permitieron hacer estructuras más altas. La fórmula sigue y seguirá siendo la misma: dinero y poder al servicio del talento de arquitectos e ingenieros con cuadrillas de personas trabajando como incansables hormigas detrás. En forma de minaretes, catedrales, viviendas o meros caprichos, detrás de cada uno de estos proyectos siempre hay un soñador y un incansable instinto de busqueda de poder.
Modificando drásticamente el paisaje de las ciudades, los rascacielos se han ido insertando como iconos de modernidad en las retículas urbanas. Tomando manzanas enteras dentro de la traza urbana y creando mundos aislados verticales, esta arquitectura –tal y como menciona Rem Koolhaas en su famoso libro Delirious New York– es una construcción estructurada en bandejas (plantas), totalmente independientes entre sí, discontinuas y con usos distintos. La geometría de los rascacielos y la colocación de estas singulares piezas o fragmentos en el contexto urbano –que coexisten sin necesidad de relacionarse– abrió la posibilidad de superponer diferentes usos y actividades en una misma parcela.
Los rascacielos poseen dos arquitecturas diferentes, una hacia el exterior, a través de las fachadas, y otra destinada a ser habitada, en los interiores del edificio. La fachada envuelve y neutraliza los distintos usos interiores; algo que Koolhaas compara con una lobotomía, ya que busca erradicar la “locura” que la superposición de las bandejas supone. Lograda esta neutralización, se resuelven problemas entre forma y función y se crea una ciudad de monolitos que contienen la inestabilidad de la congestión. Cada rascacielos se vuelve una isla, y la sumatoria o congestión de éstas, una ciudad. Por ello, los rascacielos llegaron para transformar la manera en que se habita y vive pero, sobre todo, la manera en que se concibe el hacer ciudad. Como bien dice el autor: “Tendremos que aceptar el rascacielos como algo inevitable y pasar a estudiar como puede hacerse saludable y bello”. Los rascacielos son iconos del mundo contemporáneo, iconos de arrogancia y poder, y llegaron para quedarse.
Los rascacielos han regresado para hacer más rentable el escaso suelo céntrico de las grandes ciudades. La construcción vertical ha venido a solucionar las necesidades de suelo en todo el mundo. El futuro de las ciudades hoy en día se bifurca cuando se considera a los rascacielos como vía de crecimiento, llevando a algunas a reconstruir con ellos su identidad y tejido urbano y a otras a replicar el modelo del crecimiento horizontal.
En ciudad de México, la fiebre por los grandes edificios iniciada en la década de los veinte no tardó en llegar. Los primeros rascacielos de la ciudad fueron considerados así por el simple hecho de sobrepasar la altura del pináculo de la Catedral Metropolitana de tan solo 61 metros de alto. En ciudad de México, actualmente se vive un delirio por los rascacielos. Cada vez se construyen obras más cercanas al cielo, derivado de la necesidad de más suelo habitable en las zonas centrales de la ciudad. Reforma, Insurgentes, Periférico y Santa Fe son la muestra de ello.
Próximos proyectos de Megatorres en ciudad de México | vía El Financiero
El trono por la torre más alta globalmente es una competencia sin fin, en la cual la fama y el poder solo dura hasta que la siguiente torre emerge. Dentro de ciudad de México también existe competencia. Hoy, la Torre Reforma, diseñada por el arquitecto Benjamin Romano, con una altura de 246 metros, 57 niveles y más de 80 mil metros cuadrados de construcción, ocupa el puesto de honor. Éste es un proyecto innovador en todos los sentidos, desde su diseño, estructura y método de construcción. Criticado o admirado por expertos, no sólo representa un gran reto y logro arquitectónico, sino que es un símbolo de poder a nivel ciudad.
Su imponente altura, y simbolismo intrínseco, nos hace pensar en Charles Jenks y su “edificio icónico”. Para el, un edificio que posee esta cualidad es aquel que, más allá de ser creado exclusivamente con fines de lucro, presenta un diseño pensado para generar el factor “Wow”. Un edificio icónico debe resaltar del resto, ya sea por su altura o forma, pero sobre todo, por su significado. De igual manera, un icono debe de tener la capacidad de transformar su entorno no sólo físicamente. Un icono debe tener un significado suficientemente fuerte para desvirtuar su significado real como objeto, y así permanecer en el tiempo y generar un cambio en el comportamiento de los habitantes de la ciudad.
Hasta el momento, la Torre Reforma –incluso en fase de construcción– es el ejemplo del edificio icónico de Charles Jencks, pues no sólo ha buscado fuerza por medio de su forma sino, también, por medio de su sistema constructivo y su manera de concebir los espacios interiores y exteriores. Aún nos queda por esperar y observar si es que realmente tiene la capacidad y fuerza de generar identidad y lograr un cambio en las dinámicas y procesos de su entorno y de la ciudad, o si es, simplemente, la materialización del delirio por la admiración y el poder.
Encuentra toda la información de Torre Reforma y otros proyectos en altura de ciudad de México en la Revista Arquine No.71 | Densidades
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