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De visita en el Anahuacalli

De visita en el Anahuacalli

2 octubre, 2022
por Bettina Cetto | blog: Entre el mar y Coyoacán | Twitter: BettinaCetto

“No sé pa’ qué diablos Diego junta esos monos sentados, parados, acostados o jugando. Miren cómo tiene los muebles; no hay lugar en toda la casa que no esté lleno de estos tepalcates. Me lleva a Teotihuacán, camina y camina con los ojos puestos en el suelo y la lluvia buscando cabecitas y pedazos de ollas, los recoge como si fueran tesoros, los ve, los huele y hasta los prueba”,1 se preguntaba Guadalupe Marín, la segunda esposa de Diego Rivera. La respuesta que buscaba Marín la encontramos en la placa de piedra que se encuentra a la entrada del Museo Anahuacalli: “Devuelvo al pueblo lo que de la herencia artística pude rescatar”.

Y, de forma un poco más amplia, se la dio Diego al poeta Alfredo Cardona hace 72 años: “Lo único que yo quiero es regresar las maravillas de piezas de nuestro arte mayor, que he logrado rescatar de las manos de bandidos que se las llevan a vender a Estados Unidos, al pueblo mexicano que les dio vida. Eso es todo. Mi más grande obra es ésta, no el museo, eso es humildemente mi tributo a mis antepasados, es mi colección de ídolos: esa es, mi apreciado Alfredito, mi obra más importante.” 2

Para ello es que el maestro Rivera proyectó edificar su Anahuacalli en un extenso terreno que, por ahí de 1944 o 1945, compró anexo al pequeño pueblo de San Pablo Tepetlapa, cerca de la colonia Coapa, en la zona norte del Pedregal. Y convocó a Juan O´Gorman, mi padrino, quien así lo relató: “Empezó el maestro a levantar los muros de este museo que lleva ahora el nombre de Anahuacalli y me llamó para que le ayudará con la parte técnica de la construcción. Muchas veces cambió de idea el maestro, tanto en la localización de los muros como en la forma de la arquitectura; pero hizo todo a su gusto, lo que según él era una expresión de arquitectura actual que tenía como base la prehispánica. Muros inclinados en las fachadas, grandes macizos sobresalientes y muchos elementos empleados eran formas que elaboraba en su imaginación. No creo que este tipo de arquitectura basada en la arqueología, en la idea de un renacimiento del arte prehispánico, sea hoy factible por sus imposibles adaptaciones a las necesidades del presente. Mi trabajo en ayuda a Diego fue, más que otra cosa, como supervisor e ingeniero.3

La ciudad de las artes que planeaba Diego Rivera.

Cabe decir que el conjunto total del Anahuacalli que conceptualizaba el maestro era toda una Ciudad de las Artes, en donde la población no sólo pudiera conocer la inmensa colección de ídolos sino que también tuviera acceso a diferentes talleres de iniciación artística, en rubros como danza, teatro, pintura y artes en general. Esta generosa idea quedó en proyecto. Sólo el edificio principal, que alberga parte de la colección de sus piezas prehispánicas y otros edificios más pequeños se lograron terminar en 1963, bastante después del fallecimiento de Diego. El Museo se abrió al público el 18 de septiembre de 1964.

Todo lo anterior viene a cuento porque a mí me hacía ilusión desde hace tiempo volver a este recinto enclavado en medio de la naturaleza del Pedregal, por dos razones peculiares. Una, que quería ver otra vez los nichos de piedra que albergan algunas de las piezas muy especiales de la vastísima colección, y dos, porque les sigo la pista a los mosaicos pétreos —técnica inventada por Diego y desarrollada al alimón con Juan O´Gorman, mi padrino— y que ensayaron por primera vez ahí, justamente. Pero la vida te hace jugadas. Y es que la sorpresa que me encontré obliga a que mis inquietudes se conviertan en tema de otro artículo.

Disfruté de la reciente intervención realizada por el despacho del arquitecto Mauricio Rocha 4, sobre quien recayó este enorme reto tras ganar un concurso. No conocí las otras propuestas, de seguro interesantes, para enfrentar el desafío de generar un conjunto de nuevas edificaciones y de espacios abiertos que atendieran de manera funcional a los requerimientos para una Ciudad de las Artes y que a la vez dialogaran con la obra original. Que no pretendieran competir con ella en escala y volumetría, que le guardaran respeto. 

Resalta en este diálogo una reinterpretación contemporánea de detalles que se observan en el edificio de Diego.

Asunto para nada menor que planteó este reto es el magnífico entorno natural del que brotan especies endémicas y por el que tanto aprecio mostró el maestro Rivera.

El arquitecto y su equipo de trabajo no soslayaron que “tener la oportunidad de diseñar un edificio dentro de un territorio rocoso intacto es tanto un privilegio como un desafío, y como tal hay que tratarlo con el respeto y la atención que se merece.” Esta cita proviene de su propia exposición del proyecto, a la que remito para justipreciarlo.5 Ahí se puede conocer la filosofía que animó a su creación, los planos, además de que el texto está ilustrado con el talento fotográfico de Rafael Gamo.

Bien explica Gustavo López Padilla que: “Realizar proyectos en las proximidades de obras consideradas patrimonio cultural implica asumir posturas proyectuales que siempre están rodeadas de polémica y en donde no existen reglas universales que puedan garantizar necesariamente buenos resultados. […] La postura proyectual asumida por Mauricio Rocha, se sitúa en la idea de reinterpretar contemporánea y discretamente, algunas imágenes y detalles referidos al edificio museográfico del Anahuacalli, pero con la intención de crear un conjunto de nuevos edificios, sustancialmente comprometidos con la actualidad en términos compositivos, formales y constructivos.” 6 A este texto también remito porque aunque no tengas que ser arquitecta para opinar y calificar, viene bien leer a especialistas y no quedar simplemente con decir que en el resultado aprecias sensibilidad y oficio.

 


Notas

1.Lagos, Anna, “Diego Rivera, de coleccionista de arte prehispánico a arquitecto de una ciudad utópica”, El País, 10 de mayo de 2021.

2.Vargas Parra, Daniel, “El Anahuacalli fue para Diego Rivera su más grande creación” , Milenio, 10 de diciembre de 2016.

3.Luna Arroyo, Antonio, Juan O´Gorman: Autobiografía, Cuadernos Populares de Pintura Mexicana Moderna, 1973.

4.Mauricio Rocha y su equipo de trabajo, constituido por Adrián Iturriaga, Elisa Murillo, Israel Espín, Juan Carlos Montiel, David Noble y Francisco Ortiz.

5.“Museo Anahuacalli” https://arquine.com/obra/museo-anahuacalli

6.López Padilla, Gustavo, “Intervención en el Anahuacalli”, Arquine, 20 de enero 2022. https://arquine.com/intervencion-en-el-anahuacalli/

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