Entrevistas

Entre la arquitectura y la ciudad. Conversación con Mendoza Partida

Entre la arquitectura y la ciudad. Conversación con Mendoza Partida

12 octubre, 2020
por Carlos Lanuza | Twitter: carlos_lanuza_

 

Carlos Lanuza: Empecemos hablando sobre los inicios del despacho, ¿cómo nace Mendoza Partida?

Mara Partida: Vinimos a hacer el doctorado a Barcelona becados por el CONACYT. En enero del 2005 presentamos la tesis doctoral y ganamos el concurso para hacer el Centro Cultural Federico García Lorca en la misma semana, nuestra vida dio un giro. Tuvimos que tomar una decisión importante, quedarnos o irnos. Al final decidimos apostar por montar el despacho, cogimos fuerzas y aquí seguimos. Siempre hemos dicho que nos quedaremos aquí mientras podamos seguir proyectando.

Ganar el concurso de Lorca nos aportó mucha ilusión, conviene ser muy naïve porque has de creer que los sueños se hacen realidad. De haber sabido, con toda la experiencia que tenemos ahora, que íbamos a ganar, hubiésemos sido más escépticos de poder conseguirlo todo. Teníamos ilusión y juventud.

Vista del Centro Cultural Federico García Lorca desde la Plaza de la Romanilla, Granada. Fotografía: Pedro Pegenaute.

 

Héctor Mendoza: En estos 15 años de trayectoria en España hemos visto que ganar un concurso es superdifícil, luego que te encarguen el proyecto que has ganado es muy complicado, después que se construya, y al final que quede bien. Nuestra manera de conseguir encargos es a través de concursos porque no tenemos una red social de contactos. Esto es lo que nos ha gustado de Europa, que es mucho más democrática si lo comparas con Latinoamérica. Estamos en igualdad de condiciones que los demás. Allá hay muy pocos concursos importantes, y los que hay son muy difíciles de ganar. En México si no perteneces a una élite es difícil conseguir encargos. Aquí se nos ofrecía un panorama un poco más abierto, más democrático. Además, Barcelona representaba este punto de interés arquitectónico, cultural y de conexión.

MP: Al año siguiente del proyecto de Lorca ganamos otro en Lucena, Córdoba, para hacer un auditorio; y luego el Europan en Gotemburgo. También ganamos un concurso en Eslovenia junto con nuestro ex-socio en MXSI, que era esloveno. Una de las mejores experiencias fue cuando ganamos el concurso para hacer un museo en el 2011 en Finlandia, que nos permitió colocarnos más o menos donde nosotros queríamos. Fue un proyecto fantástico, se combinó el encargo, el cliente, los recursos y el tiempo para hacer un buen trabajo.

Vista exterior del Museo Serlachius, Finlandia. Fotografía: Pedro Pegenaute.

 

HM: Concursamos con otras 600 personas, era un cliente privado, no dependía de un partido político, tenían los recursos y el sitio era precioso. Se construyó en tres años, algo que sólo hemos experimentado en este encargo. Normalmente un proyecto rápido tarda entre 5 y 10 años. A partir de ahí, ganamos otro proyecto en Noruega, otro en Málaga, etc. Recientemente hemos ganado el proyecto para el Archivo de la Ciudad de Barcelona y ahora el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (MUPAC) en Santander.

 

Propuesta para el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, Santander. Imagen: Mendoza Partida Architectural Studio.

 

CL: ¿Qué diferencia académica hay entre México, Londres y Barcelona?

MP: Depende de la escuela. Nosotros venimos del ITESO —Universidad Jesuita de Guadalajara—, que en nuestro tiempo era una escuela muy de “humanidades”, muy sensible al espacio construido y a las tradiciones. Sobre todo —durante mucho tiempo— estuvo caracterizada porque era una arquitectura muy local, que entendía el clima y los materiales de la zona. Una arquitectura muy sencilla pero muy apta, eso fue lo que aprendimos.

Cuando vienes a España y tienes que hacer el Proyecto Final de Carrera (PFC), te das cuenta que a la escuela aquí el aspecto técnico tiene mucho peso. Esto no quita que haya gente que pueda abordar proyectos con mucha profundidad, pero lo importante aquí es que la arquitectura sea muy funcional y esté bien resuelta técnicamente.

En la Architectural Association (AA) de Londres, al hacer el máster lo que interesaba era el tema de la vanguardia, de ir a tope con las últimas tendencias. Para nosotros fue más como un entrenamiento para lo que nos venía después. Fue un trabajo superintenso, como si tuvieras un despacho, muy competitivo. Siempre estabas intentando ver cómo podías sobresalir. Fue muy estresante, sin embargo nos sirvió mucho. Una vez hablando con el director le decía “esto no puede ser”, no podía trabajar con el equipo con el que estaba, me respondió diciéndome que la clave del máster era precisamente eso, aprender a tener resistencia porque si aprendía a sobrevivir a eso, podía hacer lo que quisiese.

HP: Era como prepararte para la alta competición, como los deportistas de élite, un entrenamiento constante. Lo que nos gusta de Barcelona es que está en un punto intermedio en cuanto a educación. Mira al futuro, pero desde la manera de cómo se hacen las cosas. La manera de pensar es totalmente hacia delante, hay un proyecto de ciudad, y eso nos interesaba mucho y por eso nos quedamos.

MP: Cuando llegamos aquí fue como empezar a trabajar un nuevo lenguaje, aquí seguían estudiando la modernidad y todos eran modernos. Ahora se ha ido moderando un poco, pero nosotros veníamos de las vanguardias, y cualquier tema que se salía de la modernidad era mal visto, no encontrábamos nuestro sitio, seguimos sin encontrarlo (risas).

CL: Desde la perspectiva docente, ¿cómo debería ser un programa educativo para un estudiante internacional?

MP: Es una pregunta difícil. Depende del perfil que quieras, en todos los lugares puedes encontrar tu espacio, pero lo que nos ha diferenciado a nosotros es que justamente nunca nos hemos querido mimetizar. Desde el ITESO, que se solía hacer todo a lo “Barragán”, yo nunca hacía “Barragán”. No porque quisiera destacar, sino porque todo el mundo hacía lo mismo, y pensaba que había algo que se estaban perdiendo.

Vista desde el interior de la propuesta para el Museo Papalote, Ciudad de México. Imagen: Mendoza Partida Architectural Studio.

 

Aquí pasa exactamente igual, vienes y ves que todo el mundo hace lo mismo. Cuando ves todas las propuestas que ganan los concursos locales, siempre es lo mismo, se repite la misma tipología. Se está entrando en un cliché.

A mí lo que me interesa es sacar a los alumnos de su zona de confort y que realmente vean lo que se está haciendo fuera. Porque en Europa se están haciendo cosas que están muy bien, otros lenguajes, otras maneras de hacer.

HM: Sí, incluso en los trabajos finales de carrera ves que todo el mundo dibuja igual, todos reutilizan una nave industrial y hacen un programa cultural. Rescato el aspecto técnico, muy dirigido a lo tecnológico, pero creo que desde allí, deberíamos tener la capacidad de mirar hacia el futuro y cuestionar cosas. Este es tu oficio, pero no te puedes quedar sólo en él, tendríamos que mirar o cuestionar otras cosas.

 

CL: ¿Existe algún método de diseño o proceso creativo en el despacho?

HM: No dibujamos directamente rayas sobre el papel, vamos entendiendo lo que el programa pide, lo que el cliente quiere, y por otro lado lo que la ciudad necesita. Cómo el proyecto va a hacer mejor esa parte de la ciudad, cómo acomodas ese programa para conseguir eso. No es que sea una metodología, porque todos los sitios y programas son diferentes. Respondemos según el contexto en el que trabajamos.

Nos gusta trabajar con la escala de la ciudad, aunque por normativa te impongan una limitación de altura, eso también se puede cuestionar. Nos gusta trabajar con gradientes, la relación de lo exterior y lo interior, lo privado y lo público. Entre la arquitectura y la ciudad no hay sólo una puerta, hay más cosas. Dónde empieza la arquitectura y dónde empieza la ciudad, eso es algo que nos estamos cuestionando siempre, y la geometría en este caso es algo que nos ayuda a acabar de definir: los voladizos, los pliegues, las diagonales. Eso nos ayuda a desdibujar el cruce entre el dentro y el fuera, hay más trazos, es un espacio, una experiencia y no tanto un umbral.

MP: Tampoco tenemos un estilo, si ves nuestros proyectos cada uno es diferente. Cada lugar pide una materialidad, una espacialidad, vamos trabajando sobre la necesidad que te encuentras. Nos gusta experimentar, por eso nuestros proyectos no son iguales, porque hoy quizás toca trabajar con hormigón pero mañana con ladrillo.

HM: Hace poco en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB) un profesor estuvo viendo nuestros proyectos y nos decía que percibe en ellos una recurrente búsqueda de la verticalidad. Yo lo relaciono más con los contrastes de espacios, cambios de un espacio supercomprimido a otro que se expande. Esta manera de trabajar los espacios sí es algo que buscamos, el trabajo en sección es una constante. En planta ha de quedar todo encajado, pero es en la sección donde jugamos con el espacio. No puede salir del despacho un proyecto en el que la relación entre planta y sección no esté muy trabajada.

Sección del Centro Cultural Federico García Lorca. Imagen: Mendoza Partida Architectural Studio.

 

CL: Hablemos un poco sobre las perspectivas de futuro.

MP: A nosotros lo que nos ayuda mucho, y queremos seguir haciendo, es tener proyectos en muchos sitios. Eso nos permite ver cómo se resuelven las cosas en otros contextos y cuál es la actitud en otras situaciones. El objetivo de estos últimos años ha sido intentar ganar concursos en Cataluña. Ha sido un poco frustrante ver cómo el proyecto que ganamos aquí, el Archivo de la Ciudad de Barcelona, lleva un ritmo tan lento. No sentimos que haya una apuesta clara por invertir, parece que los grandes proyectos son incómodos para los políticos. Se hacen muchos concursos a los que se les da mucha difusión para luego ralentizarlos y casi abandonarlos.

Dependiendo del contexto, existe este miedo a que se les cuestione que se esté invirtiendo mal. Está claro que los políticos y la sociedad tienen que ser conscientes de cómo se gasta el dinero, pero no se puede dejar fuera a la cultura, porque es parte del progreso. Por eso nos gusta trabajar en este tipo de proyectos, no solamente se puede pensar en la economía de restaurantes, bares, y hoteles. La cultura también mueve la economía, cuando pierdes esta visión, es difícil ver las prioridades. Pero te vas fuera, por ejemplo a los países nórdicos, y es otra historia.

HM: Por ejemplo, Finlandia en pleno COVID-19 dijo “tenemos un plan de recuperación económica nacional y vamos a concursar 7 o 9 museos”. Otro ejemplo es Santander, que ha apostado por la cultura, el MUPAC será bandera de la economía en los próximos años. Han tratado, a través de la cultura, de potenciar la construcción, el turismo e incluso el movimiento local.

En cambio hay otros ayuntamientos que tienen más miedo, o más precaución. Pero hay que ver a futuro, porque la pandemia acabará en algunos años, y entonces te quedarás con un vacío. Se tiene que pensar a medio plazo.

MP: Nos gusta mucho distanciarnos para ver cómo se hacen las cosas en otros sitios. Respondiendo a tu pregunta, no podemos decir que somos arquitectos catalanes, pero tampoco somos arquitectos mexicanos, no nos catalogamos. De hecho, cuando ganamos el concurso en Finlandia el jurado pensaba que éramos finlandeses. Estamos orgullosos de ser considerados un despacho internacional. Nuestra manera de trabajar nos permite entender, interpretar y dar respuesta a múltiples contextos y situaciones.

 

Propuesta para el Archivo de la Ciudad de Barcelona, Barcelona. Imagen: Mendoza Partida Architectural Studio.

 

CL: ¿El modelo de piezas emblemáticas en la ciudad sigue siendo válido?

HM:  Este modelo es como otros, y sacarlo de la mesa sólo porque no está bien visto me parece un error, se debe seguir contemplando, es un modelo más. Bilbao funcionó, pero no se puede tener un Guggenheim en todas las ciudades. 

MP: A esto le añades que cuando se hicieron estos edificios fue una época de corrupción muy fuerte, con toda la crisis detrás. Cuando se quiere impulsar un edificio que sea singular, entonces se le ve con pinzas por la corrupción que ha envuelto proyectos como estos en el pasado. Pero creo que es muy triste, y no porque tenga que haber edificios singulares, sino porque tiene que haber edificios dignos para cada cosa, una biblioteca ha de ser digna, un teatro también. Y la palabra dignidad no quiere decir que tiene que ser estratosféricamente grande ni costoso.

HM: La ciudad está compuesta de las dos cosas, del tejido de fondo de ciudad como la vivienda y los equipamientos, que ha de ser buena arquitectura, y luego están los elementos singulares. Si fuese todo fondo de ciudad sería todo homogéneo, triste. Puede ser que en las últimas décadas el modelo Bilbao se haya banalizado, pero igual no es este efecto el que se debería buscar, sino un equilibrio entre el fondo de ciudad y los edificios singulares, que ha existido siempre en la historia del urbanismo. Hablo de una arquitectura de calidad en general.

CL: Aquí en Barcelona tenemos un ejemplo claro con el proyecto para el Museo Hermitage, y como arquitecto y ciudadano me pregunto si hace falta hacer un museo más que ha sido diseñado por un arquitecto que parece replicar las mismas formas en diferentes contextos —da igual México que España, el museo además pertenece a una franquicia—, cuando se puede potenciar el sistema museístico existente.

HM: Te respondo con un ejemplo del que podemos hablar: el museo Guggenheim en Helsinki. Fue un concurso internacional, 1500 participantes, el proyecto se hizo en dos fases, en el jurado había críticos de arquitectura, artistas, urbanistas. Buscaban reactivar una parte de la ciudad que necesitaba crecer en esa dirección y necesitaban museos. Al final no se hizo, y me parece que fue un error. Ese proyecto era muy bueno, muy correcto, daba una respuesta genial y abría una puerta a los arquitectos jóvenes a despegar.

La clave está en todo lo que hay detrás, lo que se ha reflexionado o se ha pensado para estos proyectos. A lo mejor sólo se han hecho tres renders, que nos pueden gustar o no, quizás no hay nada más, no lo sabemos. Pero en Helsinki sí había mucho pensamiento detrás y fue una decisión que no se apoyó.

Nos pasó también en Málaga porque la oposición prefería poner un parque para perros. Nuestro proyecto construía un frente de ciudad, resolvía varias tramas y no se hizo porque había que darle espacio público a los perros, sin tener nada en contra de ellos. Las opiniones tienen más peso que las reflexiones o los estudios.

MP: Y no todos tienen que ser Guggenheim. En el proyecto de Lorca, por ejemplo, lo que tienes que ver es el personaje que hay detrás, la manera cómo lo investigan, cómo representan sus obras, toda la cultura que se genera y el poder conservar su bagaje, su legado. ¿Cuántos artistas hay a los que se les debe mantener en las mismas condiciones y que pueden hacer mucho bien a la ciudad? 

Nuestro museo en Finlandia tiene una colección de arte muy importante en el país y el edificio tiene su sencillez. Creo que al término “icónico” se le ha asignado demasiadas connotaciones negativas, y cuando se utiliza sólo se le percibe en este sentido. Para quitarse cosas de encima se dice “es que va a ser un edificio singular”, puede ser que sí, pero esto no está reñido con que el edificio resuelva conflictos urbanos, aporte cultura, conocimiento, reactive económicamente una zona, etc.

HM: Por ejemplo el MUPAC en Santander, es una institución que lleva años en un sótano, y es una de las instituciones más importantes de arqueología a nivel nacional, e incluso europeo. Hay arte prehistórico de hace 180 mil años, y todavía se siguen descubriendo yacimientos.  Ahora está en el sótano de un mercado, que se inunda cada vez que llueve. Yo creo que hay instituciones o programas que merecen ser visibles, y el encargo que teníamos era darle presencia en un lugar de la ciudad que era muy particular.

La localización era muy estratégica. Santander ahora está uniendo varios puntos culturales de la ciudad, entre la fundación Botín, el Reina Sofía, un edificio de Chipperfield y otro de Cruz y Ortiz, lo van a llamar “La milla cultural”. Santander estaría ya en una línea cultural bastante importante, el MUPAC se insertará en este eje, aportando valor con la arqueología. La ciudad también lo ve así, no es sólo la idea de un político o meramente económica.

Vista exterior del Auditorio Municipal de Lucena, Córdoba. Fotografía: Pedro Pegenaute.

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