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Ciudad, salud y control

Ciudad, salud y control

24 diciembre, 2019
por Rosalba González Loyde | Twitter: LaManchaGris_

En la literatura académica e institucional encontramos repetidamente el dato sobre que en la última década la humanidad se ha convertido en una civilización predominamente urbana al tener a la mayoría de la población habitando en ciudades. El dato, más que esclarecedor paraciera no decir mucho, esto es porque pocas veces se ofrece un contexto sobre lo que significa la urbanización planetaria, es decir, explicar las causas y efectos de esta condición mundial en el habitar de los seres humanos.

La salud es una de esas muchas condiciones primordiales de los seres humanos en el planeta, es algo que ha estado latente en la historia de la humanidad y ha ido transformándose con las condiciones de la vida en comunidad a lo largo de su existencia en la tierra.

Las creencias primigenias de la humanidad sobre la salud estuvieron vinculadas con actos de fe, es decir, de una estrecha relación cuerpo-naturaleza, en donde la naturaleza era un ente superior que provocaba enfermedades y, bajo ciertas condiciones (ritos y rituales) proveía de curas frente a éstas y, por supuesto, salud. Creencias que y aunque poco efectivas, demostraron el interés temprano no solo por mantenerse sanos, sino también por evitar la enfermedad.

Más tarde, con los griegos, la figura de Esculapio (Asklepios), el dios de la salud, persistió durante mucho tiempo como recordatorio del interés de esta civilización por la salud. Pero habrán sido las hijas de éste quienes se convertirán en figuras trascendentales para comprender las ideas de salud de los griegos. Panacea, diosa de la curación e Hygea (de donde proviene la palabra higiene), diosa de la salud o del arte de estar sano. Ambas son reconocidas en uno de los textos hitos de la medicina occidental, los tratados hipocráticos, y tendrán un valor importante en la idea de salud griega, especialmente el de la higiene. Es, a través de Hipócrates, que la postura de Panacea e Hygea sentará las bases del pensamiento griego sobre la salud como fuente de riqueza. 

Las críticas sobre la postura de los griegos acerca de la salud están enmarcadas en la elitización, los esclavos no formaban parte de esto y no eran instruidos para administrar su salud, tampoco lo eran las mujeres puesto que la idea del “bien vivir” no reconocía la satistacción de las necesidades vitales, sino aquellas que fueran menos efímeras. Quizá es aquí donde se sientan las bases de la subestimación de las labores reproductivas realizada predominantemente por mujeres.

Para los romanos la visión de salud era más pragmática y menos romantizada, quizá, que la de los griegos. El trabajo era una fuente de salud, el excesivo cuidado del cuerpo era propio de lo femenino por lo que no se consideraba útil y aparece una nueva concepción sobre la salud que vincula a la mente con el cuerpo: “mente sana en cuerpo sano”. Sin embargo, la contribución más importante del imperio romano fue el sistema sanitario y las conducciones de agua. Desde el siglo III el sistema de cañerías y desagües estaban en las casas. Además de también incorporar hospitales y clínicas como un servicio público. Es decir, inició de manera estructural la relación del espacio -especialmente el público- con la salud. 

Durante la Edad Media, como casi todo el avance de conocimiento, quedó estancado. La Peste, o la Muerte negra habrá sido uno de los capítulos más devastadores de la humanidad y habrá dejado como marca para evitar las epidemias: cuarentena. 

Más tarde, en el siglo XIX las enfermedades urbanas comenzaron a llamar con mayor medida la atención de los intelectuales y mucho de ello tendrá que ver con el crecimiento poblacional de las ciudades y las condiciones de la clase obrera y del lumpen. Flora Tristán, pensadora francesa-peruana, escribió un texto (Promenades dans Londres, 1840) que relata la extrema pobreza del proletariado inglés, pero será en 1883 que The bitter cry of outcast London de Andrew Mearns cimbrara las mentes de la aristocracia de la época con un “desgarrador” relato sobre la forma de vida de los pobres en Londres, para contemplar desde otras perspectivas la salud en las sociedades urbanas:

El problema era la ciudad gigante en sí misma. Se percibía como fuente de múltiples males sociales, posibles decadencias biológicas y potenciales insurrecciones políticas. Desde 1880 a 1900, quizás hasta 1914, las clases medias estuvieron asustadas

Es ya en el siglo XX que comienzan a hacerse extensivas investigaciones relativas a la salud desde la antropología y la sociología, es decir, de comprender a profundidad la relación de los contextos y la salud, además de lo directamente biológico. Crece el interés en la relación existente entre la pobreza y la enfermedad y se hacen visibles las prácticas de higienización en las ciudades en crecimiento, donde se buscaba evitar la propagación de enfermedades infecciosas a través del orden y el separatismo.

En la serie The Nick, que relata la vida de un brillante doctor adicto a la cocaina en un hospital neoyorquino a inicios del siglo XX, es posible ver varias de estas problemáticas, dadas por la creciente migración de Europa y Asia a Estados Unidos, así como las políticas discriminatorias existentes para la atención de la salud a los migrantes en esa época y la importancia del ordenamiento territorial para la ubicación de la población en el territorio de acuerdo a su etnia y su nivel socioeconómico.

En la historia de la salud en las ciudades aparecen signos de control permanente de las élites sobre grupos o sectores menos favorecidos, esto hace que las soluciones que se ofrezcan sean soluciones que que discriminan o segregan y que provocan un desarrollo desigual en las ciudades esto, por supuesto, sumado a la desigualidad transversal existente en otros ámbitos.

La administración de la salud ha sido un elemento diferencial para las clases sociales en las ciudades, pensar en cómo se adminsitra no es solo el proveer salud o evitar enferemedades, sino también la búsqueda de la mejora en la calidad de vida física y mental de los habitantes, problematizando también sus condiciones y elecciones de habitar.

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