Alberto Kalach: Panorama. Maquetas para un archipiélago
Como una ciudad imaginaria, o un país o un archipiélago, así se muestran las maquetas de algunos de los proyectos [...]
13 julio, 2014
por Miquel Adrià | Twitter: miqadria | Instagram: miqadria
Uno de los actos conmemorativos del tercer centenario de la ocupación borbónica de Barcelona es un circuito de arquitectura efímera. El proyecto BCN RE.SET presenta un recorrido urbano con siete instalaciones artísticas y arquitectónicas por distintos espacios públicos de la ciudad, que proponen una reflexión sobre conceptos como identidad, libertad y democracia.
La curadora, Benedetta Tagliabue, invitó a otros seis equipos internacionales para relacionar espacios y conceptos. En el proceso de construcción se integró a estudiantes de distintas escuelas de arquitectura de la ciudad. La instalación de Tagliabue en el Parque de la Ciutadella -realizada en colaboración con Alex Ollé, fundador de la compañia teatral La Fura dels Baus– se inspiró en la antigua muralla y su posterior destrucción, simbolizando la recuperación de la ciudad por parte de los ciudadanos. El arquitecto chino Liu Xiaodu –Urbanus- junto con los estudiantes de la Escuela de Arquitectura de La Salle construyeron la instalación más interesante: la restitución casi nebulosa del acueducto que suministraba el agua a la ciudad. Una única pieza de poco menos de cuarenta centímetros creaba una malla ortogonal frente al mural de Picasso de la sede del Colegio de Arquitectos ubicado en la plaza Nova, como alegoria de la Identidad.
La india Anupama Kundoo propone unas estructuras arbóreas cuyas hojas son bolsas de plástico que contienen libros embasados al vacio, para referirse a la Libertad. Conocida por sus experimentaciones con materiales que generen impacto ambiental y por su vinculación con las escuelas de arquitectura alternativas como la Architectural Association de Londres, trabajó con los estudiantes del IAAC que dirige Manuel Gausa. Por su parte el venezolano Alfredo Brillembourg de Urban Think Tank y professor de la UTH de Zurich, junto con los alumnos de la escuela de arquitectura de la Universidad Internacional de Cataluña, recrea la diversidad europea con unas estructuras que sugieren un skyline urbano o unos puestos ambulantes, simultaneamente. La francesa Odile Decq expresa la diversidad con 300 camisetas colgadas, como ropa tendida, que reproducen las caras de otros tantos vecinos del barrio del Rabal, frente el MACBA de Richard Meier, y Peter Cook alude a la democracia con una mano gigante (pretende ser el logotipo de los derechos internacionales) que flota como una nube y palio a la vez, frente a la iglesia de la Mercé. Por último los irlandeses Grafton Architects construyen una estructura banal que soporta imágenes alusivas a la memoria de las gentes y el lugar.
Si estas instalaciones temporales sirven para revisitar lugares tanto física como temporalmente (todas ellas se situan ámbitos en los que se conocen sus características de 1714) y son detonadores de la participación entre creadores, estudiantes y ciudadanos, son de por sí todo un éxito, solo cuestionable por la selección curatorial que llevó a invitar a autores de calidad tan dispar. En cualquier caso, el tono festivo e incluyente de esta manifestación artístico-arquitectónica que toma el espacio público es, quizá, la mejor manera de recordar uno de los episodios más dolorosos de una ciudad que fue prácticamente arrasada.
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