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Barragán por catálogo

Barragán por catálogo

23 agosto, 2018
por Christian Mendoza | Instagram: christianmendozaclumsy

 

El 19 de agosto cerró la muestra Inspiración, magia y embrujo en el Instituto Cultural Cabañas, la cual fue presentada como un homenaje luctuoso a los 30 años del fallecimiento de Luis Barragán. Grupo Cosentino, proveedor de baños y cocinas, estuvo a cargo de lo que podríamos llamar el ejercicio curatorial que continúo una práctica que se ha ido expandiendo de manera constante en el ámbito expositivo: un proveedor de materiales o de tecnología (o, temiblemente, de lo que sea) pone a la disposición de artistas o de despachos un objeto al que quisieran darle un estímulo en ventas, para que el artista o el despacho lo reinterprete dándole, así, un fundamento estético a una estrategia publicitaria. El resultado final de esta vinculación entre la marca y el arquitecto, dirigida por el área corporativa de la empresa, fue un  conjunto de 20 esculturas firmadas por miembros de despachos como Sordo Madaleno Arquitectos,  Romero de la Mora Arquitectos, Elías Rizo Arquitectos, así como de prácticas individuales, como la oficina de Lucio Muniáin.

Ciertamente, sería problemático juzgar que el marketing o los organismos comerciales se apropien de aquellos discursos que, tradicionalmente, tendrían que pertenecer a una institución. Es posible compaginar los soportes comerciales con un rigor que no pudo apreciarse en el ICC; es posible proponer exposiciones bajo un marco comercial, y que no se queden únicamente en una venta de catálogo con criterios museográficos. También cabría preguntarse si la retórica que rodea a la figura de Barragán tendría que estar siempre adjetivada por el silencio, la luz y la magia que, a fuerza de repeticiones, comienza a sonar más a chamanismo.

La arquitectura de Barragán siguió un programa estético, pero también estuvo inscrita en el espíritu de lo moderno, y una de las problemáticas que Barragán pretendió resolver fue la de configurar la identidad mexicana a través de estrategias cosmopolitas. Tomando en cuenta la exposición de Cosentino, cabría preguntarse si continúa siendo pertinente utilizar las mismas descripciones para acercarse a Barragán, y también sería productivo preguntarse si no existen maneras un tanto más críticas para reflexionar sobre su legado, que no sean las de un conjunto de esculturas que remiten a los clásicos del arte moderno, sólo que exhibidas medio siglo después. ¿Qué otras formulaciones prácticas y reflexivas emitirá la arquitectura mexicana contemporánea, ya sea que opere desde la escala del desarrollismo o desde el pabellón efímero? Son bastantes las aristas: es el único Pritzker del país; parte de su obra ha desaparecido o se ha transformado para que responda a los intereses de la inmobiliaria capitalina; su estética ha sido apropiada por los programas turísticos de empresas privadas y públicas (el “rosa barragán” es casi un eslogan que invita a visitar México) y un largo etcétera. En lo que nos falta para llegar a noviembre, mes oficial de su aniversario luctuoso, ojalá encontremos otras perspectivas mucho más enriquecedoras.

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