Medio siglo de Sánchez Arquitectos y Asociados
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4 febrero, 2021
por Gustavo López Padilla
Resulta atractivo entender el ejercicio de la arquitectura, como la expresión construida de los valores de la vida, implicando en ello un serio compromiso por representar la modernidad universal, pero desde la perspectiva particular de las culturas locales, logrando con lo anterior personalizar y diversificar las posibilidades compositivas, formales y constructivas de la arquitectura, enriqueciendo por este camino el panorama global de la misma. En los últimos cuarenta años se ha consolidado un claro y fuerte movimiento en este sentido, representando lo anterior, entre otros, el destacado trabajo proyectual de tres arquitectos: Luis Barragán (1902-1988) mexicano, oriundo del estado de Jalisco, Glenn Murcutt (1936) australiano nacido en Londres, Inglaterra, ejecutando sus trabajos justamente en Australia y Peter Zumthor (1943) nacido en Basilea, Suiza, quien ha realizado la mayoría de sus proyectos en su país natal y algunos más en otras localidades del mundo. Cada uno de los mencionados, cuenta con personalidad propia y un número discreto pero consolidado de obras que los identifican, llevándolos a formar parte indiscutible de la arquitectura moderna.
Capilla de las Capuchinas Sacramentarias, Luis Barragán, dibujo Rodrigo López Sanroman
Es común a los tres arquitectos, en principio, el planteamiento de una vida personal, que implica la aceptación de valores asociados a la cotidianeidad de las formas de vida y relaciones sociales de las comunidades de donde son originarios, entre los que podemos reconocer: orgullo de pertenencia, sencillez, austeridad, mesura y un cierto alejamiento respecto de los reflectores que identifican a una buena parte de los arquitectos que gozan de amplio reconocimiento, pero sin que ello signifique dejar de prestar atención a todo lo que sucede en el mundo en términos culturales, como parte de la condición actual de globalidad. Apoyados en esta idea fundamental, que implica la interrelación inteligente y creativa de lo local y lo universal, de lo particular cotidiano y lo general que puede implicar al conjunto de los otros, es que construyen las ideas conceptuales que le dan sentido a sus propuestas proyectuales de diseño.
Casa Marie Short, Glenn Murcutt, dibujo de Karla G. Ávila Ramírez de Arellano
El conjunto de las obras realizadas por Barragán, Murcutt y Zumthor, fueron y son realizadas en discretos despachos o, mejor dicho, talleres de proyectos, ubicados en sus lugares de origen o residencia, en donde los autores con un número reducido y cercano de colaboradores, en equipo, le dedican personalmente mucho tiempo al desarrollo de los proyectos que les son encomendados, implicando en ello de inicio, una valoración concienzuda del entorno y sitios particulares donde se ubican, otro tiempo largo y pausado al planteamiento de las ideas conceptuales que darán sentido a sus propuestas, hasta llegar al desarrollo ejecutivo de estos proyectos, poniendo cuidado y atención, desde los planteamientos generales, hasta llegar en especial al desarrollo minucioso de los detalles que están necesariamente implicados. Los autores además, están muy cercanos a la realización construida de las obras, estableciéndose un proceso de retroalimentación, entre generación de ideas y la materialización de las mismas. Complementa lo anterior el viajar a distintos lugares, con ojos atentos, valorando diversas arquitecturas, formas de vida y relacionarse con personajes diferentes de la cultura, entendiendo lo anterior, como afluentes intelectuales que enriquecen sus procesos creativos, diversificando y consolidando la construcción de sus ideas, así como sus repertorios compositivos y formales.
Capilla de San Benito, de Peter Zumthor, dibujo de Karla G. Ávila Ramírez de Arellano
Al revisar las obras realizadas por los autores que ahora nos ocupan, es común que la mayoría de las mismas cuenten con una escala discreta, que no sean muy numerosas y que se aprecie en ellas cuidado y dedicación notable en su realización, llegando a resultados que podemos entender y apreciar como la puesta en práctica de una poética arquitectónica, que se relaciona en varios casos, con las notables obras construidas por las culturas locales donde su ubican, pero como reinterpretación y compromiso en relación con la actualidad, utilizando materiales y procedimientos constructivos tradicionales, al mismo tiempo de incorporar algunos componentes y detalles, que se pueden asociar a las tecnologías contemporáneas. Hablamos de obras en las que lo artesanal y lo moderno, conceptual y tecnológicamente hablando, se armonizan. Se trata de arquitecturas amables y respetuosas de la naturaleza y los sitios en particular donde se ubican, practicando criterios racionales, en sus variantes minimalistas, procurando además dejar las menores huellas construidas posibles, utilizando para el efecto energías pasivas, limpias, renovables y materiales naturales de las localidades. Los tres autores, cada uno con resultados que identifican su propia personalidad proyectual, manejan formas sencillas, regulares, otorgando particular importancia a generar espacios serenos, placenteros, de atmósferas vivenciales amables, en donde el silencio y la intimidad ocupan un papel fundamental, así como el juego de la luz, las sombras y las texturas visuales y tactiles.
Hablamos de un Barragán, con repertorios formales que tienden a la abstracción neoplasticista, pero con calidades materiales y vivenciales referidas al conjunto de su cultura local jaliciense, con diestros manejos de escala, proporción y colores vivos, relacionados con las culturas populares. De Murcutt empleando formas regulares, reinterpretando expresivamente propuestas miesianas, en donde los componentes estructurales desempeñan un papel sustancial, pero también implicando las perspectivas vitales y constructivas de las culturas locales australianas y Zumthor, experimentando con interpretaciones formales y compositivas un tanto mas diversas, que van desde la abstracción pura, hasta la expresividad de componentes estructurales, en donde texturas y colores neutros están presentes, relacionando de manera amable, pero contrastada sus proyectos, con respecto al entorno natural donde se ubican. En todos los casos buscando, como ya se ha comentado, discreción, serenidad, silencio y la presencia de la luz, que califica y dramatiza texturas y volumetrías.
Casa Marika -Alderton, de Glenn Murcutt, dibujo de Karla G. Ávila Ramírez de A.
Los tres autores fueron merecedores del premio Pritzker: Luis Barragán en 1980, Glenn Murcutt en 2002 y Peter Zumthor en 2009. Sus obras se han convertido en referentes para las generaciones recientes de arquitectos en todo el mundo, pero sobre todo su más importante lección, que hay que tomar en cuenta, tiene que ver con la postura de reconocer orgullo y pertenencia en relación a sus culturas locales, ser conocedores al mismo tiempo de los movimientos arquitectónicos universales y arriesgar alternativas proyectuales que implican mezclas, reinterpretaciones contemporáneas del conjunto de lo anterior, desde visiones y perspectivas personales, en donde lo más trascendente ha sido la decisión de ser ellos mismos, mediante la construcción de ideas propias, que tienen que ver con sus particulares circunstancias vitales. Dedicando con paciencia, tiempo y cuidado a la realización de sus proyectos, poniendo en juego conocimientos, sensibilidades, imaginaciones, capacidades creativas, en obras que no tienen que ver necesariamente con desarrollos de gran escala, sino que lo trascendente lo logran con la originalidad de sus propuestas, que están alejadas de las corrientes del pensamiento que se identifican con los llamados arquitectos estrellas, vinculados al sistema comercial. Lo importante está en el valor de las ideas y no en el costo y volumen de las obras.
Capilla votiva San Niklaus Von Flue, de Peter Zumthor, dibujo de Karla G. Ávila
Se trata al final de cuentas de una buena lección, un camino, una postura común, que se muestra factible e incluso deseable, para la práctica profesional de la mayoría de arquitectos, que forman parte de la diversidad cultural que para nuestra fortuna, se expresa y convive en múltiples regiones del mundo, pudiendo realizar arquitecturas, entendidas como compromiso y servicio, cercanas a las realidades de la gente, en donde el ser humano, la familia y las necesidades cotidianas de pequeñas comunidades, son lo importante para el planteamiento y realización de los proyectos. Como ejemplos, hablamos de obras como la Capilla para Las Capuchinas Sacramentarias, 1953 y la Fuente de los Amantes 1964, de Luis Barragán, la Casa Marie Short, 1975 y la Casa Marika-Alderton, 1994, de Glenn Murcutt o la Capilla de San Benito, 1988 y la Capilla votiva dedicada a San Niklaus von Flue, 2007, de Peter Zumthor. Finalmente vale la pena, para conocer un poco mas de cerca el pensamiento de estos arquitectos, leer sus discursos de aceptación de los premios Pritzker, a los cuales fueron acreedores.
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