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Columnas

Avenida Hidalgo, Centro Histórico de la Ciudad de México

Avenida Hidalgo, Centro Histórico de la Ciudad de México

27 febrero, 2020
por Gustavo López Padilla

Por su propia naturaleza, las ciudades se transforman en el tiempo de la mano de la evolución de sus sociedades y economías, con respecto a las cuales están vinculadas y en relación a los criterios urbanos que van prevaleciendo a lo largo de la historia. Desde los años veinte del siglo pasado, la mayoría de las ciudades en su contemporaneidad, apoyaron en buena medida su desarrollo, considerando como uno de sus componentes fundamentales el flujo creciente de los automóviles. Es bien conocido, estudiado y documentado, que la presencia de estos últimos distorsionó en muchos casos la esencia misma de las ciudades, que debían contar como elemento primordial la presencia, convivencia y recorridos peatonales de los seres humanos.

En este sentido, entre las reflexiones urbanas contemporáneas mas importantes, destacan las realizadas por autores como la estadounidense Jane Jacobs (1916-2006) con su obra Vida y muerte en la grandes ciudades americanas, del año 1961 o las del danés Jan Gehl (1936) que quedaron documentadas con textos como La humanización del espacio urbano, del año 1971. En ambos casos, se plantea que las ciudades deben retomar la idea de valorar al ser humano, como la consideración fundamental para determinar el orden, configuración, calidad y variedad de los espacios urbanos. Apoyadas en las ideas anteriores, recientes experiencias de reordenación de algunas ciudades europeas y otras en los Estados Unidos, se han identificado como los modelos, que muestran una sana convivencia colectiva. Entre los criterios urbanos estudiados y propuestos, destacan la consideración de diversas actividades colectivas en los barrios, apoyadas en una rica mezcla de usos del suelo, la valoración de la vida en las calles y dentro de estas últimas el planteamiento de ampliación, mejoramiento del arbolado y mobiliarios urbanos que forman parte de las banquetas, para que la gente las pueda recorrer con seguridad, amabilidad y calidad, de tal suerte que pueda estar, convivir y desarrollar distintas actividades en ellas con sus semejantes.

En sintonía con lo anterior, en los últimos años en la ciudad de México se han emprendido obras que tienen que ver con el impulso al transporte público en sus distintas modalidades, la diversificación de las rutas de bicicletas, el mejoramiento de los espacios públicos y como parte de lo anterior, la ampliación del área de banquetas, el diseño de cruces peatonales seguros en las esquinas de las mismas e incluyendo desde luego el mejoramiento de sus condiciones de habitabilidad, restando área de circulación a los automóviles, con la idea de impulsar que la gente viva, camine la ciudad y pueda realizar ahí distintas actividades.

A finales del mes de enero de este año fue inaugurada la remodelación de la avenida Hidalgo, en el centro de la Ciudad de México, en la Alcaldía Cuauhtémoc. El tramo intervenido corresponde con el cuerpo de su arroyo vehicular y la banqueta en su extremo norte, entre el Paseo de la Reforma y el Eje Central. El flujo de movilidad vehicular corre ahora en un solo sentido, de oriente a poniente y cuenta con dos carriles centrales para la ruta 4 del Metrobús, tres carriles para el movimiento de automóviles y uno más compartido con el flujo de bicicletas. La banqueta intervenida, de dimensiones generosas, nueve metros de ancho, arbolada, invita a nuevos recorridos y estancias en el lugar, aprovechando su nuevo equipamiento urbano.

Los usos del suelo en el paramento norte, que limita y define la avenida Hidalgo, de origen son diversos y complementarios, muy en concordancia con las ideas e inquietudes urbanas planteadas por Jacobs y Gehl, posibilitando una rica convivencia colectiva. Incluyen oficinas públicas, un teatro, museos, iglesias y comercios, a lo que se suman edificios de valor histórico que están en plena transformación, siendo de esperarse que logren pronto una nueva vitalidad. El paramento urbano mencionado es continuo, de alturas medias semejantes, combinado de manera amable y en armonía edificios de valor patrimonial con otros de manufactura contemporánea, resultando criterios que incluyen unidad en la variedad, mostrando el paso del tiempo en esa zona de la ciudad. Rompiendo el paramento mencionado, focalizando la atención visual y vivencial, al centro del tramo de la calle, destaca la Plaza de la Santa Veracruz, arbolada, en una plataforma que cuenta con un nivel más bajo respecto a la banqueta y que posibilita el acceso a las iglesias de la Santa Veracruz y San Juan de Dios que ahí se ubican y a los museos Nacional de La estampa y Franz Mayer.


En otro sentido, vale la pena comentar que algunos detalles de la remodelación que ahora nos ocupa quedaron pendientes y sería deseable que fueran terminados adecuadamente en una próxima oportunidad. Me refiero a algunos postes y cableados aéreos que se aprecian evidentemente fuera de lugar. Habrá que esperar también que la nueva vegetación propuesta se logre asentar y florecer y muy importante vigilar que en el lugar no vuelvan a aparecer vendedores ambulantes, buscando para ellos otras zonas de oportunidad para ser reubicados.


Hay que tener presente el que la vida en las ciudades depende en gran medida de la calidad y diversidad de sus espacios públicos, llámense calles, plazas o jardines. Considerando además que las calidades del espacio público generan conductas que pueden ser positivas o negativas. Para lo que ahora nos ocupa, el proyecto arquitectónico y de movilidad para la avenida Hidalgo, fue una aportación de la Fundación Kaluz y, al final de cuentas, es de esperarse que sus resultados puedan convertirse de manera natural en detonadores del desarrollo para esa zona de la ciudad y sus efectos se puedan desparramar en los alrededores del lugar. Otras zonas de la ciudad podrían contar con proyectos e intervenciones semejantes, siendo necesario que a los diseños y ejecuciones de obra se les asignen la atención y los tiempos de desarrollo y ejecución necesarios para que sus resultados, al final de cuentas, enriquezcan el tejido y la vida colectiva de la ciudad.

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