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Columnas

Arquitectura moderna vs arquitectura de favela

Arquitectura moderna vs arquitectura de favela

31 julio, 2017
por Arquine

Fragmentos de la conversación de Isadora Hastings con Paola Berenstein Jacques publicada en el número 29 de la Revista Arquine, otoño del 2004 | #Arquine20Años

La arquitecta y urbanista brasileña Paola Berenstein ha desarrollado una teoría centrada en la participación de los habitantes para construir el espacio, tanto público como privado, y así obtener un espacio-movimiento, en las antípodas de las corrientes arquitectónicas que abogan por un tipo de ciudad hecha de escenarios espectaculares, donde visitantes y moradores se vuelven pasivos. Desde hace de´casas, en las grandes ciudades existen realidades que son espacios-movimiento espontáneos: las favelas. En esta entrevista, Berenstein analiza la diferencia entre arquitectura de arquitectos y de no-arquitectos o “favelados”- Conceptos como habitación y refugio, proceso y proyecto, son puntos de partida para comprender la diferencia entre ambos enfoques.

Isadora Hastings: Brasilia, proyectada por Lucio Costa y diseñada en gran parte por Niemeyer en los años 50, hoy está surcada por infinitas veredas o pequeños caminos formados por el paso de los peatones para acortar distancias en alternativa al trazado arquitectónico. ¿Cuál es la flexibilidad de la arquitectura de arquitectos y de la de las favelas en respuesta a las nuevas necesidades?

Paola Berenstein: Brasilia es uno de los mayores símbolos arquitectónicos y urbanísticos del Movimiento Moderno. Éste se disolvió oficialmente en 1959, año del último Congreso Internacional de Arquitectura Moderna y Brasilia fue inaugurada en 1960. La arquitectura moderna fue construida para un hombre y una sociedad ideales, es decir, sin la intervención de los hombres reales, ya que se creía que la arquitectura los modificaría. Las favelas son precisamente lo contrario: están construidas por hombres reales, sin ayuda de arquitectos. Esta manera de hacer de los arquitectos informales (favelados), de inventar su propia ciudad, puede sugerir otra manera de crear la arquitectura y de pensar la ciudad.

I.H. Walter Benjamin hablaba de la “porosidad espacial y temporal” en Nápoles, dada por la combinación de espacio público y privado, donde la casa se abre a la calle. Esa porosidad comenzó a desaparecer cuando los arquitectos construyeron edificios con fachadas de vidrio, para integrar el espacio privado con el público, pero sin el resultado deseado, ya que en vez de una transparencia que uniera ambos espacios, se produjo un reflejo que los separaba. ¿Existe alguna relación entre esa porosidad y las favelas?

P.B. Benjamin se refiere a un espacio “entre”, intermediario, entre privado y público, que era arquitectura y “paisaje”. Para él, la ciudad era, simultáneamente, paisaje y abrigo, arquitectura del cuerpo social colectivo, cerrada y abierta, espacio que se desdobla entre las construcciones. Dice que las calles son el departamento colectivo. El colectivo es un ser en constante movimiento, siempre agitado, que vive, experimenta, conoce inventa tantas cosas entre las fachadas, así como el individuo lo hace al abrigo de sus cuatro pareces. Pero dado que la ciudad tiende a fijarse, como pretendían los arquitectos modernos, la vida urbana va desapareciendo en al monotonía de los trazos regulares. Las favelas, por el contrario, están en constante movimiento, e imponen una acción o, más aun, una participación de los habitantes.

I.H. En Estética da Ginga dices que: “el arquitecto especializa el tiempo… constatamos que tiene una preocupación práctica por el tiempo, una atracción megalómana por lo eterno. Por el contrario, el constructor de la favela temporalidad el espacio, porque construye en fragmentos a lo largo de un periodo infinito.” ¿Podemos decir que los arquitectos se preocupan por la dimensión temporal y loas arquitectos de favela por la espacial?

P.B. Mi interés reside en la diferencia entre arquitectos y favelados, enseña u relación con la temporalidad al construir el espacio. La temporalidad diferencia la idea de abrigar de la de habitar, pilar constitutivo de la ontología de la arquitectura occidental. La gran diferencia es que el abrigo, aunque dure para la eternidad, es temporal y provisional, mientras que la habitación, aunque se desmorone mañana, es perdurable y permanente. Como digo en el libro: la gran diferencia este la manera en que los favelados y los arquitectos tratan el espacio genera también su relación con la temporalidad: conforme la idea sea abrigar o habitar, hay un proceso espacio-tiempo diferente. Esa oposición se evidencia aún más al ver que en los proyectos arquitectónicos, la finitud de la forma es predefinida y fija, mientras que en las favelas no hay proyectos preestablecidos y sólo dan forma al espacio en construcción a medida que lo van interviniendo. Proyectar significa también una racionalización o repetición. En la favela eso es imposible, ya que no se puede dar contorno dos veces con la misma habilidad.

I.H. En el libro Maré, vida en la favela, dices que la tarea del arquitecto es “racionalizar la construcción, simplificar los espacios en modelos y modulaciones, así como repetir modelos constantemente.” ¿Se podría hablar de un modelo en la construcción de favelas?

P.B. No creo que exista un modelo, pero sí un proceso constructivo. La diferencia entre proyecto y proceso es fundamental para comprender la diferencia entre la construcción de favela y la de ciudad formal. El proceso está directamente relacionado con la experiencia, lo contrario del proyecto, que es una anticipación que congela las posibilidades futuras. Según Bataille, el proyecto es ·dejar la existencia para más tarde.” El proyecto tradicional es lo contrario de la experiencia, es la imposibilidad de una vivencia espacial efectiva.

I.H. Lina Bo Bardi decía que ·el hombre del pueblo sabe construir, es arquitecto por intuición, no comete errores; cuando construye una casa para satisfacer las necesidades de su vida, la armonía de sus construcciones es la armonía natural de las cosas incontaminadas por una falsa cultura, por la soberbia y el dinero”. ¿Qué tienen en común la arquitectura de Lina Bo Bardi y la de las favelas?

P.B. Lina Bo Bardi fue una de las arquitectas que comprendió mejor esa idea de proyecto y proceso, al acercarse a la cultura popular, sobre todo cuando vivía en Salvador (Bahía), donde quiso crear una Escuela de Diseño Industrial y Artesanado. Esa tensión entre lo moderno y lo popular se refleja en sus proyectos y éstos empezaron a transformarse en procesos. En sus croquis se nota que el foco principal eran los usuarios, no las construcciones. Así, empezó a intervenir en el espacio público, para propiciar encuentros. Lo interesante de Lina es que se dejaba contaminar por la sabiduría constructiva popular local, por la arquitectura vernácula del noreste brasileño.

I.H. Le Corbusier habló de una “ley del meandro” o “jeitinho” (habilidad), donde “momentos de simplicidad tiren para desenmarañar las crisis de complejidad. La ley del meandro expresa el poder de la creatividad del individuo sobre leyes y sistemas rígidos.” ¿Se puede definir a la favela como un resultado de la ley del meandro?

P.B. El jeitinho es un manera típicamente brasileña de resolver problemas de sobrevivencia. En las artes pasó por una búsqueda de lo brasileño a través de la fusión de culturas, propiciada por los artistas modernistas y después por los tropicalistas, con resultados singulares. Existen dos tipos de jeitinho creativo en arquitectura: uno ligado a la forma, referido a la supervivencia cultural; el toro está relacionado con el proceso y la supervivencia urbana. Las formas curvilíneas de las fachadas de Niemeyer, por ejemplo, simbolizan un movimiento alusivo a los sambistas brasileños. Sin embargo, el verdadero espacio en movimiento (con un recorrido en zigzag), ligado al proceso de construcción y no a la forma, sólo se encuentra en la cultura popular informal y, principalmente, en las favelas.

I.H. Lina Bo Bardi habla de la historia como presente: “el ser humano tiene la capacidad de rehacer todo por sí mismo, como consecuencia tiene derecho a construir su propia experiencia del paraíso perdido.” ¿Qué retomarías de la arquitectura de arquitectos y qué de las favelas?

P.B. Creo en otro camino, un camino intermedio, entre la no-arquitectura y la arquitectura, entre lo popular y lo erudito, entre la vivencia y el proyecto, entre la informalidad y la formalidad, que comenzaría por un cambio de postura y de materialidad por parte de los arquitectos y urbanistas, quienes tendrían que dejarse contaminar por lo “otro” urbano, por la diferencia y la alternancia.

 

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