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Columnas

Arquitectura libre

Arquitectura libre

15 octubre, 2020
por Natalia Gálvez

Fotos Arquitectura libre Adam Wiseman

 

Hace tiempo, platicaba con un amigo arquitecto sobre autoconstrucción, él argumentaba que las viviendas autoconstruidas no son arquitectura. “No pones una curita y finges hacer medicina, eso no es arquitectura, es construcción”. Su argumento se basa en los principios consagrados por la Academia, fundamentales para mantener los límites disciplinarios entre la arquitectura y la no-arquitectura. Según esta lógica, cualquiera que construya sin ser arquitecto simplemente construye, no hace arquitectura. 

Al final, ¿qué es la arquitectura? Como cualquier problema de identidad, su definición implica límites, inclusiones y exclusiones. La arquitectura —como se escribe y se enseña en occidente— tiene la intención de delinear, definir y controlar, nunca se ha preocupado por expresiones informales de construcción. Existe una ausencia histórica de información sobre los asentamientos irregulares han sido relegados casi hasta el punto de la invisibilidad académica. Sin embargo, no existe un espacio estático, la arquitectura no es una ente estable y homogéneo. Es mas bien una forma de materializar todo tipo de aspiraciones, es una manifestación de identidad, una herramienta de comunicación, el acceso a ella no debería ser un privilegio.  

Voltear a ver formas de construcción alternativas cuestiona la intolerancia de la arquitectura. En un paisaje arquitectónico altamente demarcado y disciplinado, la obra de Adam Wiseman es una visión refrescante de construcciones complejas, una reacción a la banalidad del estado actual de la arquitectura. En palabras de Robert Venturi: “Prefiero los elementos híbridos a los puros los convencionales a los ‘diseñados’, los integradores a los ‘excluyentes’, los redundantes a los sencillos, los reminiscentes que a la vez son innovadores, los irregulares y equívocos a los directos y claros. Defiendo la vitalidad confusa frente la unidad transparente”. [1] 

El trabajo de Adam es la prueba de que el México rural funciona como un laboratorio de arquitectura contemporánea. Las construcciones muestran tal creatividad, complejidad y técnica que algunos arquitectos aseguran que existe una escuela de arquitectura secreta en algún lugar del Estado de México.

Calexicano, MexicArabe, rústicreto, country-deco… Wiseman reúne estas edificaciones como Arquitectura Libre, un término acuñado por su esposa, Annuska. Libre porque ha sido liberada de los cánones estéticos transmitidos en la academia, y libre de las preocupaciones del mercado inmobiliario. Para mí, las fotografías de Wiseman confirman la idea de que las viviendas autoconstruidas no sólo pueden ser arquitectura, pueden ser arquitectura excepcional —piezas de autoconstrucción únicas, complejas, originales e indisciplinadas. 

Algunas de las viviendas que Wiseman fotografía son “casas de remesas”, construcciones financiadas con el dinero enviado por migrantes mexicanos en el extranjero. En México, el llamado progreso y la modernidad no llego para todos. Grandes partes del territorio quedaron aisladas del proyecto de desarrollo social y económico creado por el Estado. El declive de la economía rural obligo a la la población a migrar al norte. La migración es una promesa de progreso económico, cuanta más gente emigra, más remesas se acumulan, permitiendo que las familias transnacionales se vuelvan prósperas. Las casas ostentosas no eran algo común en los entornos rurales. Las construcciones capturadas por el lente de Wiseman son casos de progreso cumplido; a pesar de que muchas continuan deshabitadas, son la representación simbólica del regreso triunfal a casa. 

Las familias migrantes transforman el espacio en su país de origen a través de un proceso extractivo en el extranjero. Los mecanismos de intercambio redefinen los conceptos de familia y vivienda , asi como los valores estéticos. Las “casas de remesas” son la prueba material de esto. Su objetivo principal es mas simbolico que funcional.  La casa es un sustituto ostentoso del pariente que se fue, hecho de ladrillos, varilla y concreto. Cuanto más fuerte la pérdida, más se sobrecompensa. 

Algunos familiares envían planos, otros, fotografías, descripciones y bocetos. Si bien las casas se inspiran en estereotipos de mansiones suburbanas y otros arquetipos, a menudo terminan siendo algo completamente original y diferente. Durante el proceso de copia se crea un nuevo estilo, desestabilizando las nociones sagradas de la arquitectura y logrando autonomía estilística. Estas viviendas abrazan el sueño global de la opulencia con un nuevo vocabulario visual. Esto está modificando dramáticamente el paisaje rural de México y generando una nueva expresión de cultura popular. 

El académico estadounidense John Fiske conceptualiza la cultura popular como aquella construida por la gente en el umbral entre el mercado global y las expresiones de la vida cotidiana.[2] En este sentido, Arquitectura Libre explora la forma en que las personas están expresando su significado dentro del lenguaje del mercado global, la forma en que están evadiendo y resistiendo los esfuerzos disciplinarios hegemónicos. Estas casas crean un sentido de orgullo, donde antes la necesidad y la utilidad lo eran todo. Son testimonio material del poder del pueblo para elegir e individualizar sus situaciones. 

Toda cultura popular es un proceso de lucha, eso es también lo que estas construcciones representan: una lucha por el territorio y una expresión de agencia individual y comunal. Desde el castillo contemporáneo hasta el colorido rural posmoderno, vale la pena estudiar las técnicas y estilos derivados de la autoconstrucción. Al final, ¿qué es la arquitectura?


Notas:

 

1. Robert Venturi, “Complejidad y contradicción en la arquitectura” Editorial Gustavo Gili, 2014. 

2. John Fiske “Understanding Popular Culture”, Routledge, 1994, pág. 23.49.

 

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