6 abril, 2022
por Arquine
La Torre de cápsulas Nakagin —construida en 1972—, no fue concebida como un bloque de apartamentos, sino como “habitaciones de una sola recámara para hombres de negocios que vivían en los suburbios”: un alojamiento para la semana. Localizada en el distrito Ginza de Tokio, la Torre Nakagin está formada por dos elementos estructurales de acero y concreto armado, uno de 11 y otro de 13 pisos de altura, alojan elevadores, escaleras y tuberías para conexiones eléctricas e hidráulico-sanitarias. De esos elementos cuelgan 140 cápsulas con cuatro variantes. Kurokawa explicó varias veces que lo importante del Metabolismo en arquitectura era entenderlo como sistemas de ciclos: “En la Torre de cápsulas Nakagin, todo el sistema de tuberías está expuesto en el corazón del edificio para que, junto con el equipo mecánico, puedan remplazarse en el ciclo corto, al reciclar sistemas, para que la estructura entera pueda vivir más tiempo.” Lo cierto es que, dentro de un sistema de consumo y desecho tan rápidos como los avances tecnológicos, a la larga resulta menos costoso, como con los automóviles, remplazar la unidad entera que parte por parte. Y como la cantidad total de cápsulas no amerita una producción en serie, la Torre Nakagin a terminado por padecer un rápido abandono.
En una nota aparecida en el sitio de la revista Surface en 2021, Ryan Waddoups escribía:
El destino de la torre parece sellado. A pesar de los esfuerzos por encontrar un comprador que financiara su restauración, los dueños del edificio han decidido desmantelar la torre para dejar lugar a un nuevo desarrollo. “El envejecimiento ha sido un tema mayor en los últimos años,” dice Tatsuyuki Maeda, propietario de 15 cápsulas. “Buscaba un desarrollador que mantuviera el edificio de pie mientras lo reparaba. Pensamos que es difícil para la asociación que lo administra tomar medidas contra su envejecimiento.”
Sin embargo, el 5 de abril de 2022 en CNN se ha comunicado la decisión de ser demolida este mes. La decisión pone fin a años de incertidumbre en torno a la llamativa estructura, que en su día ofrecía una visión futurista de la vida urbana, pero que en los últimos tiempos se había deteriorado.
El diseñador del edificio, Kisho Kurokawa, uno de los exponentes más jóvenes del Metabolismo, había previsto originalmente que las cápsulas de la torre de Tokio se sustituyeran cada 25 años. Sin embargo, las cápsulas se han ido deteriorando y envejeciendo y muchos de los departamentos están vacíos, se utilizan como almacén y espacio de oficina, o se alquilan a corto plazo a entusiastas de la arquitectura.
En 2007, la comunidad de propietarios votó la venta de la torre a un promotor inmobiliario que pretendía demolerla y sustituirla. Pero la empresa se declaró en bancarrota durante la recesión de 2008, y el destino de la torre quedó en el limbo por años.
Los propietarios volvieron a aceptar la venta en 2021, y el edificio fue adquirido por un grupo de empresas inmobiliarias que operan bajo el nombre de Capusule Tower Building (CTB).
Los conservacionistas habían expresado durante mucho tiempo la esperanza de que el edificio pudiera salvarse, incluido Kurokawa, antes de su muerte en 2007. Las peticiones y campañas han pedido que se proteja la estructura como ejemplo del patrimonio arquitectónico de Japón. La organización que está detrás de la campaña de conservación, el Proyecto de Preservación y Regeneración del Edificio de la Nagakin Capsule Tower, pidió a las autoridades de la ciudad que intervinieran, e incluso se planteó solicitar el estatus de protección a la Unesco. Pero ninguno de los dos enfoques tuvo éxito, según el miembro del proyecto Tatsuyuki Maeda, que adquirió 15 de las cápsulas entre 2010 y la venta del edificio el año pasado.
Maeda dijo que los esfuerzos para recaudar los 2.000 a 3.000 millones de yenes -entre US$ 16 y US$ 24 millones- necesarios para renovar la torre y eliminar el asbesto se vieron obstaculizados por la pandemia de covid-19. Desde entonces, el proyecto se ha centrado en la recaudación de fondos para renovar y reutilizar las unidades individuales con la esperanza de que las instituciones puedan adquirir cápsulas “desconectadas”.
Maeda dijo que el proyecto ha recibido unas 80 solicitudes, y que el Centro Pompidou de París es uno de los museos que ha expresado su interés en obtener una. El Museo de Arte Moderno de Saitama, Japón, ya cuenta con una unidad en su colección.
El estudio de arquitectura de Kurokawa, que continuó operando después de su muerte, anunció que tiene la intención de preservar el edificio en un “espacio digital”.