10 julio, 2019
por Arquine
Casillas, el más barraganiano después de Luis Barragán, es también el más tapatío de los nacidos en la ciudad de México. Es acaso la persona que con mayor claridad ha entendido en México el trabajo de su mentor, por lo general reducido a un cliché. Lo conoció a los ocho años de edad y a él le atribuye el haber aprendido a ver. Fiel a las palabras de su maestro: “No hagan lo que yo hice. Vean lo que yo ví”, se ha ocupado de entender el espacio doméstico y en explorar las relaciones entre el espacio interior y el exterior.
Tras haber estudiado en la Escuela de Arquitectura de Guadalajara (1952-1955) prosiguió sus estudios en la Facultad de Arquitectura de la UNAM (1955-1956) y en la Hochschule für Gestaltung en Ulm, Alemania (1957-1961), escuela heredera, aunque de forma heterodoxa, de los postulados de la Bauhaus. A la mitad de ese periodo en Ulm, Casillas estuvo un año en Isfahán, Irán, trabajando en el plan urbano para esa ciudad. Después pasó una temporada en Milán trabajando en el taller de Angelo Mangiarotti y Bruno Morassutti. De regreso a México colaboró primero en el taller de Augusto H. Álvarez (de 1962 a 1963) con quien realizó la Galería de Arte Mexicano, y de 1964 a 1968 con Luis Barragán, donde participó, entre otros, en el inicio del proyecto de urbanización de Lomas Verdes y en el proyecto para la casa Egerström, entre otros proyectos.
En 1969 abrió su propio taller, con el diseño de oficinas como el Centro Financiero Banamex de Guadalajara (1978) y, principalmente, vivienda residencial, entre las que destacan la casa Pedro Coronel (1970) en la ciudad de México, la casa García Villaseñor (1980) en Zapopan, y la casa Muñoz de Baena (1995), en Tecamac.