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Anatomía de un monumento

Anatomía de un monumento

1 diciembre, 2015
por Jerson Hondall | Twitter: JersonHondall

Para la Pascua de 1885, Alejandro III de Rusia comisionó a Karl Gustavovich Fabergé fabricar un regalo para su esposa, la zarina Marina Fiódorovna Románova. El obsequio en cuestión se trataba de un huevo con cascarón de platino que dentro contenía otro huevo bañado en oro, éste a la vez guardaba en su interior una gallina de oro en miniatura que sobre su cabeza portaba una réplica de la corona imperial rusa. Tanto gustó el detalle a la Emperatriz que desde esa ocasión año con año (hasta 1917, con el término de la Revolución Rusa) comandó a Fabergé diseñar un total de sesenta y nueve joyas que eran concedidas como presente a diversos miembros de la nobleza y la incipiente burguesía industrial y financiera.

El Huevo de Fabergé, cuya precio en subasta hoy día rebasa los cinco millones de dólares, invita a reflexionar no sólo en lo suntuoso que puede ser un exterior o en lo exquisita que puede resultar una fachada, sino también obliga a pensar en lo que hay debajo del cascarón, lo que se encuentra contenido detrás de la superficie. Algo así sucede con la recientemente habilitada sección del Monumento a la Revolución.

A finales de 1930 Carlos Obregón Santacilia propuso transformar la estructura de la inacaba cúpula del Palacio Legislativo diseñado en 1900 por Émile Bernard. El Monumento a la Revolución hoy ocupa el lugar en el que durante el Porfiriato se pensó estaría el salón de los pasos perdidos. Imponente monolito cuya arquitectura es una ecléctica mezcla entre lo prehispánico y lo art déco, fue remodelado en 2012 –como parte de las renovaciones a la Plaza de la República–, por la Autoridad del Espacio Público.

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Recientemente, con motivo del 105 Aniversario de la lucha armada acontecida a principios del siglo XX, se ha habilitado una nueva sección dentro de la histórica estructura de cantera. Diseñada por el arquitecto Andrés Mier y Terán, de MYT Diseño, la nueva zona continúa con los trabajos de interiorismo que esta firma ha hecho desde 2012 dentro del monumento. El área, denominada Paseo Presidencial, es una muestra de la anatomía arquitectónica del inmueble en la que el visitante no sólo descubre la compleja estructura abrazada por la cantera sino también puede observar de cerca los remaches en su momento hechos al rojo vivo así como maquinaria del elevador que en su época subía por el machón del monolito.

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Financiado a través de un ingreso pro-bono, el Paseo Presidencial es parte de la iniciativa “Revolucionarte”, la cual busca promover expresiones artísticas relacionadas con la Revolución Mexicana; es por esto que para inaugurar al sección en cuestión se exhiben dos figuras de cera de Pancho Villa y Emiliano Zapata. Fabricadas por Wade Wadwords, discípulos de Madame Tussauds, las réplicas de ambos personajes históricos podrá visitarse desde el 20 de noviembre.

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