Conversación con Elisabetta Trezzani de Renzo Piano Building Workshop, Partner in charge del nuevo Museo Whitney de Nueva York.
El pasado 23 de abril abría al público el nuevo Museo Whitney. Un edificio que trata sobre dos cosas: Arte y Nueva York. Con un volumen que parece tallado en la ciudad capaz de generar distintas conexiones entre interior y exterior, encierra un enorme espacio expositivo de 8500 pies cuadrados que termina en su parte superior con vistas espectaculares del río Hudson en el lado oeste y del resto de la ciudad en su lado este. Un edificio del que Justin Davidson del New York Magazine dijo: “un lugar maravilloso para las personas que se aburren fácilmente del arte”; a lo que podríamos agregar: “y echaban de menos Nueva York”.
Muchos críticos han expuesto serias dudas sobre el edificio con críticas similares a las que recibió el zigurat invertido de Marcel Breuer en su momento, que parece más una cantera de granito que un museo situado en Madison Avenue. Yo no soy un crítico y considero la discusión sobre la belleza exterior del edificio irrelevante, pero si me preguntas si el proyecto tiene éxito al crear un gran espacio de exposición para el arte y provocar una nueva interacción urbana para Nueva York, yo diría: Sin duda.
Fotografía desde West Side, septiembre 2014. Fotografía: Tim Schenck.
Francisco Brown [FB]: Más allá de la distinción entre el espacio vacío o el edificio icónico, ¿cuáles son las expectativas arquitectónicas que se tienen de la infraestructura cultural estos días
Elisabetta Trezzani [ET]: En los últimos 10 años hemos diseñado varios museos y, cada vez que comenzamos y tenemos la discusión con el cliente, intentamos comprender cuál es el límite entre crear un espacio estético para el arte que no resulte ser un cubo blanco. Considero prudente que el espacio guarde una relación con el arte; no se trata de que el edificio sea un cubo blanco que almacene arte. Por un lado, en nuestro despacho no creemos que un edifico deba tener una gran arquitectura que esté sobresaturada de arte. No es sencillo, se trata de trabajar arduamente con quienes manejan el museo y saber qué tipo de obra se exhibirá. No hay respuestas sencillas. En mi experiencia, puedo decir que cada caso es distinto. Cada cliente es diferente tanto como lo es la obra que está en exhibición; cada edificio resulta ser distinto. Además, creemos que cada espacio debe tener un cierto lenguaje así como una articulación con la arquitectura. Trabajamos mucho en los detalles y no pretendemos construir cubos blancos. Por otro lado, siempre hay que pensar en el objetivo principal, que es exhibir arte; un bello edificio que albergue una gran colección crea un buen espacio, en general, uno que la gente disfruta.
Vista del edificio desde el High Line, julio 2014. Fotografía: Timothy Schenck. Cortesía Museo Whitney
FB: He estado en diversos museos diseñados por ustedes. Recientemente visité el Museo de Arte de Harvard: parece un reloj suizo y es fascinante; sin embargo, el Whitney parece ser muy especial. Sé de antemano que hubo un par de cuestiones específicas que se implementaron, así que quería preguntarte: ¿crees que se tiene que modificar el espacio como tal para así cambiar las manifestaciones culturales o son las manifestaciones culturales las que modifican el espacio?
ET: El comienzo del Whitney fue lento. Es un museo que ha buscado construir un espacio más grande durante varios años. Apreciaban el antiguo edificio, sin embargo, llegó un momento en el que ese espacio era muy pequeño para una colección que crecía día con día; esto volvía complicado exhibir todas las piezas. Nuestro primer proyecto consistió en realizar una expansión en ese antiguo espacio. Sin embargo los códigos y reglamentos resultaban una limitación para construir el edifico que el personal del Whitney tenía en mente. No podíamos construir un edificio pequeño, pues eso no resolvería el problema que ya tenían desde el principio. Ahora, respecto a tu pregunta, lo que hicimos fue buscar otro lugar, uno que fuera agradable y tuviera una linda vista de Nueva York. Encontramos este espacio que resultaba ser muy industrial, y les encantó; de inmediato pensaron que se relacionaba con su filosofía así como con el arte que suelen exhibir. Este nuevo espacio les permite pensar en una nueva manera de hacer exposiciones, sobre todo ahora que pueden trabajar con las galerías que se encuentran tanto en el interior como en el exterior. Una vez terminado, el edificio será un reto constante para ellos. Una vez que empiecen a instalarse, estarán felices de saber que les hemos podido dar la flexibilidad que buscaban. Esta conexión entre el espacio interior y el exterior es algo grandioso, ya que ahora tienen la oportunidad de conectarse en diferentes niveles con la comunidad. Procuramos que cada uno de los edificios que diseñamos sea lo suficientemente abierto para la comunidad; por ello, en la mayoría de nuestros espacios utilizamos cristal en la planta baja: buscamos generar una sensación de bienvenida, utilizamos luz para no crear un espacio cerrado sobre sí mismo. Realmente queríamos que este edificio estuviera conectado tanto con la vista del entorno como con la gente, para que así quien, pasara por fuera se sintiera libre de entrar y conocer el lugar.
Vista desde el Hotel Standard hacia el sur, septiembre 2014. Fotografía: Tim Schenck. Cortesía Museo Whitney
FB: ¿Cuáles fueron las principales prioridades al construir el nuevo edificio del Whitney?
ET: En primera instancia, la planta baja, la apertura que tiene. Intentamos elevar el edificio para que así la calle pudiera verse desde dentro del inmueble; utilizamos distintos ángulos y formas. Segundo, la galería, especialmente la que se utilizará para las exhibiciones temporales. Las galerías debían ser lo más flexibles posible, por eso diseñamos una gran columna que se puede transformar para exponer todo tipo de arte. La galería de exposiciones temporales necesitaba de una conexión visual con el High Line que se extiende lo suficiente hacia el resto de los pisos superiores y la planta baja. La tercera cosa son las galerías exteriores y la constante conexión entre el interior y el exterior. Todo el edificio está configurado por la ciudad a la orilla del río y la masa de la construcción se extiende hasta la avenida principal para tomar ventaja de las vistas y la luz. En el lado de la ciudad, el edificio se apila para disminuir la pesadez hacia las calles, esto permite la construcción de terrazas y galerías exteriores.
Vista desde la calle Gansevoort, 2014. Fotografía: Karin Jobst. Cortesía Museo Whitney
FB: He podido visitar un buen número de sus edificios y sé que su estudio responde específicamente para el sitio en que se diseña cada proyecto. Este edificio es muy diferente de las piezas delicadas, complejas y artesanales de Renzo Piano Building Workshop, ¿por qué?
ET: Desde que hablamos con el cliente entendimos lo que constituía al Whitney, sabíamos que teníamos que hacer algo diferente. La colección de arte del museo es muy fuerte, a veces brutal, la mayoría de las piezas son políticamente incorrectas y necesitábamos que el edificio planteara algo así. Este museo no podía ser delicado.
FB: Es interesante que el museo se mueva de lugar en la ciudad, ¿planearon futuras expansiones?
ET: Sí lo hicimos, ya que era uno de los requisitos del cliente.
FB: ¿Alguna vez pensaron en que se relacionara con la obra de Marcel Breuer?
ET: El Whitey anterior es una obra maestra y se estudió mucho el funcionamiento del edificio, cada parte, pero nunca se quiso hacer lo mismo. No fue parte de nuestro discurso crear una relación con el museo anterior, lo divertido es que al final sí tiene algunas similitudes.
Resto de fotografías | Nic Lehoux | Cortesía RPBW