4 octubre, 2012
por Arquine
por Selene Patlán | @selenepatlan
A diferencia del año pasado, en la que sólo participaron diseñadores, esta exposición de 12 mil tazas, ocho creadores, un despertar –sobre Paseo de la Reforma, de la Torre Mayor a la Diana– se llevó a cabo con la colaboración de arquitectos. Los participantes del proyecto, bajo la curaduría de Ernesto Betancourt, tomaron las tazas como tabiques para construir instalaciones-pabellones que tomaron colores, sonidos, metáforas, referentes simbólicos, naturaleza y olores como premisas de diseño.
Las Constelaciones de Bernardo Gómez-Pimienta toma los colores de Mathias Goeritz al reinterpretar las Torres de Satélite con una serie de columnas sobre una tarima. Así, los visitantes pueden estar detrás, adelante o en medio de ellas, incluso girándolas.
Portal de Michel Rojkind es una de las propuestas más contundentes; un túnel, con malla y mil 500 tazas de distintos colores –que van del rojo al negro con sus respectivas tonalidades– que entiende el sentido de un andador peatonal para generar un pabellón cuya cubierta difumina distintas entradas de luz.
Siendo el único diseñador industrial, Alejandro Castro plantea una pieza dinámica; dentro de una estructura como contenedor, inserta una serie de tazas dejando el vacío hacia abajo. De las tazas penden distintos elementos que las personas pueden mover y tocar las tazas como un pabellón sonoro.
El pabellón de Manuel Cervantes es una caja reciclada en el que se recrea un jardín contenido en el que cuelgan tazas con plantas. Se trata de una cortina de plantas cuyo principal objetivo es que las personas circulen por el espacio y que por un momento se encierren en un lugar lleno de naturaleza.
Un acercamiento paisajista a cargo de Mario Schjetnan toma las plantas para crear una Naturaleza suspendida. En una estructura de metal se suspenden distintos tipos de plantas con aromas de café, sólo de este a oeste por la circulación del viento.
Fernanda Canales y Jerónimo Hagerman crearon un Pabellón invisible a partir de una intervención radial particular que toma a la naturaleza como protagonista. Se trata de un círculo perfecto hecho de tazas contrapuestas que rodean un árbol de Reforma y que deja las tazas con el vacío hacia arriba para que funcionen como bebederos y ‘habitáculos’ para los pájaros del sitio.
Alejandro Quintanilla es el arquitecto más joven de esta exposición y propone una representación conceptual sustentable formando un prototipo de vivienda como memoria de las grandes casas que se ubicaban en al antes llamado Paseo de la Emperatriz, ahora Paseo de la Reforma.
Francisco Serrano hace una estructura a base de texturas, al exponer las tazas, que los visitantes puedan tocarlas por dentro. Un cristal translúcido funciona como textura cambiante al enmarcar una silueta para que las personas interactúen alrededor de ésta.
Los arquitectos muestran otra cara de su arquitectura, cada uno de los pabellones deja ver su esencia y formación como arquitectos y diseñadores de espacios. Más que objetos escultóricos, se trata de intervenciones en el espacio público, que se activa al insertarse en un paseo peatonal. La muestra estará abierta hasta el 3 de diciembre.