Gobierno situado: habitar
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5 septiembre, 2013
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
Hoy, en conferencia de prensa, se dieron a conocer los ganadores de la 1ª Bienal de Arquitectura de la ciudad de México, organizada por el Colegio de Arquitectos de la ciudad de México y la Sociedad de Arquitectos Mexicanos. La intención de la bienal, según explicó su presidente, Jose Luis Cortés Delgado, fue “analizar y criticar las obras que identifican los mejores trabajos arquitectónicos y reconocer a autores de publicaciones e investigaciones”. Se pudieron inscribir arquitectos radicados en la ciudad de México y área metropolitana aun con obras construidas en otro lugar —tal vez la más lejana haya sido Mercedes House, de TEN Arquitectos, en Manhattan, NY, que ganó una mención en la categoría de vivienda multifamiliar. Hubo otras menciones en varias categorías y varias medallas de plata y una de oro, para un par de jóvenes arquitectos, Juan Pablo Cepeda y Raúl Morales Baena, por un edificio de departamentos en la calle de Liverpool, en la colonia Juárez. Construido con block de concreto y de apariencia ruda, puede ser la confirmación de una nueva tendencia en la arquitectura de la ciudad de México —en la que estarían otros proyectos como el de la calle de Lisboa, también en la Juárez, de at103, o el de la calle Alfonso Reyes, en la Condesa, de Ambrosi y Etchegaray— o, más bien, el momento en que la Arquitectura con mayúscula reconoce finalmente un material que en la vivienda construida por sus propios ocupantes era ya tradición.
Otros jóvenes premiados con medallas de plata fueron Pablo Pérez Palacios y Alfonso de la Concha, por una casa en San Ángel o Israel Álvarez y Mariana Tello por la remodelación del auditorio del Claustro de Sor Juana —además de mención por el restaurante Zapote, de la colonia Roma. También resultaron con plata Manuel Cervantes —por una casa en Valle de Bravo y por el CETRAM Rosario, Mauricio Rocha por el Centro Cultural San Pablo, en Oaxaca, Javier Sánchez, por la biblioteca de Carlos Monsiváis en la Ciudadela, Julio Gaeta, Luby Springall y Ricardo López por el Memorial a las víctimas de la violencia, Mario Shjetnan por el Jardín Natura del Parque Bicentenario y Víctor Jiménez, por la restauración de la casa de Juan O’Gorman en San Angel Inn.
Cabe comentar que, pese a que no era obligatorio estar colegiados para participar, la inscripción fue baja —teniendo en cuenta una ciudad con 20 millones de habitantes y que las obras podían estar construidas en cualquier parte—: sólo 135 proyectos y 10 publicaciones. Eso podría significar que, pese al aumento en la cantidad de construcciones en la ciudad —de un 26.5% respecto al mismo periodo del año pasado, según dijo en la conferencia de prensa Simón Neumann, secretario de Desarrollo Urbano y Vivienda del DF—, no ha habido igual aumento en la cantidad de obras hechas por arquitectos o a que la respuesta de éstos fue limitada. En cualquier caso habría que explorar las razones. Además de decir que “el futuro y el presente de la ciudad es reciclar”, Neumann elogió ese tipo de concursos: de ahí, dijo, “los iremos llamando para que colaboren con nosotros”. Poco después, con habilidad, Jose Luís Cortés reviró: “para dar oportunidad a los arquitectos, sobre todo a los jóvenes, debe haber más concursos” e insistió en que “el proyecto de toda obra pública debería asignarse de esa manera: mediante un concurso”. Si insistimos en esto último, tal vez en alguna próxima bienal participen muchos más arquitectos y mucho más jóvenes que ya no serán sorpresa entre una élite consagrada, sino la fuerza de esa arquitectura mexicana cuya salud y gloria tendemos a cantar con demasiada facilidad y poca autocrítica.
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