Columnas

Wawa Pukllay

Wawa Pukllay

29 julio, 2013
por Arquine

En el año 2001 la Coordinadora Latinoamericana de Estudiantes de Arquitectura –  CLEA Latinoamérica, organización abierta permanente y sin fines de lucro a la que pertenecen los estudiantes de arquitectura de México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, República Dominicana, Puerto Rico, Cuba, Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Chile, Perú, Bolivia y Estados Unidos desde 1983–  convoca el primer Taller Social Latinoamericano con la intención de explorar la idea del servicio social en arquitectura a través de la gestión de un proyecto liderado por estudiantes, y con la participación de entes públicos o privados.

El TSL es un espacio que interviene en localidades con problemas socio espaciales latentes y que por medio del trabajo en conjunto de estudiantes de los diferentes países que constituyen la CLEA Latinoamérica se alcancen resultados de un trabajo realizado durante los 15 días que dura el Taller. Barranquilla, Culiacán, Huancayo, Cúcuta, Managua, Aguascalientes, Santa Ana, Quito, Chitre y Arequipa son las ciudades que a lo largo de éstos años han servido como sede de éste taller. Los estudiantes de algunas escuelas de arquitectura de América Latina trabajan por el desarrollo de una práctica más cercana a la acción, al aprender haciendo y a la solución de problemas específicos desde una perspectiva global, donde arte, arquitectura, oficio, y técnica se funden en por medio del trabajo colectivo latinoamericano.

Andrea Griborio | @andrea_griborio

01 Enrique Villacis

© Enrique Villacis

Taller Social Latinoamericano. Wawa Pukllay

Wawa Pukllay, que significa ‘Niños Jugando’ en Quechua, fue la invitación del Taller Social Latinoamericano 2013 que consistía en el aprovechamiento de lugares específicos de diferentes localidades en el Valle del Colca, para la creación de condiciones que posibilitaran el empoderamiento por parte de un usuario especial: niños. Durante un período de dos semanas en el mes de abril de 2013, estudiantes de Arquitectura de toda Latinoamérica se reunieron para desarrollar y construir equipamiento de manera permanente.

El equipo de trabajo ubicado en el pueblo de Coporaque acordó un doble objetivo:

El primero, la reproducción de condiciones que fortalecieran y amplificaran las relaciones sociales y las oportunidades de identificación con el espacio, siendo atractivo para la mayor suma de personas, y ofreciendo incentivos para su uso. Ello implicó absorber e integrar las relaciones sociales y geográficas existentes, para generar nuevos ámbitos de reconocimiento y aproximación procurando trasmitir de manera trasparente la información local.

El segundo objetivo incorporó al estudiante asistente a prácticas de fabricación y, en consecuencia, de reconocimiento del potencial instrumental individual. La experiencia se desarrolló a través de ejercicios específicos a escala real y acotada en términos instrumentales y materiales, fomentando la gestión y asociación horizontal con aproximación colaborativa. Lo anterior, como instancia de acción y aprendizaje, es decir, haciendo.

El equipo trabajó la relación objeto-superficie a través de la materialidad propia del espacio (tierra y pasto), materiales propios del sector (chaclas) y la recuperación de los artefactos existentes con los cuales ya estaban familiarizados los usuarios. La intención, que el objeto de partida pasara a un estado material que provoca un diálogo completamente actualizado a la lógica original y/o vernácula de éste, creando así casi espontáneamente sistemas nuevos de interacción entre ambos, dando paso a un soporte diferente. Paralelamente se identificaron e incorporaron oportunidades de cada manifestación cultural local que se gestara en cualquier esquina, y que nos incitaran a usar de manera diferente nociones como lo espontáneo, lo lúdico, lo cotidiano, lo simbólico, lo subversivo, lo pedagógico, lo accidental y lo ordinario como base de un nuevo programa capaz de generar encuentro e, incluso, inventar nuevas prácticas.

En función de todo lo descrito, se plantea el desarrollo de un lugar de juegos, un escenario que se mimetiza con la naturaleza de su entorno, un espacio para el encuentro definido por las sensaciones del usuario, sin lectura predispuestas para su recorrido, donde la topografía juega un escenario fundamental planteando elevaciones y depresiones que permiten una nueva comprensión de la superficie por parte del niño, una topografía que se adapta a dispositivos de juegos existentes y que logra un importante enlace entre el escenario pasado con el nuevo parque.

Se dispone a crear un bosque habitado de chaclas ó mástiles de más de seis metros de altura, dispuestos en toda la extensión del solar, donde el niño explora el parque-paisaje, abriéndose a la oportunidad de apropiación en tanto que experiencia y deriva. Este “bosque habitado” permite “arquitecturizar” la propuesta, convirtiéndola en un espacio donde la sombra, la luz y la altura (verticalidad), permiten comprender el parque de una manera distinta por cada uno de los visitantes.

El proyecto entrega un espacio abierto y accesible para la distensión y apropiación de toda una población aislada y con muy pocos recursos, pero con una fuerte convicción de que la transformación de este espacio contribuye y genera un aporte significativo en las relaciones colectivas de los habitantes de la comunidad de Coporaque en el Valle del Colca.

El equipo de trabajo estuvo conformado por estudiantes de arquitectura de toda latinoamerica bajo la dirección de AGA Estudio, MAAN – Maximillian Nowotka, Lara Placido, Enrique Villacis, Rocio Cayllahua y Cesar Acurio.

 

03 - Lara Placido

© Lara Placido

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09 - Foto contacto coporaque