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Columnas

Warming Huts

Warming Huts

28 diciembre, 2017
por Anna Adrià

Warming Huts es un festival de arte y arquitectura de cooperación entre varias empresas, una fundación y la comunidad, para celebrar y realzar la experiencia del invierno en condiciones climáticas únicas. Con este evento logran cambiar la percepción de algo que podrá entenderse como un elemento negativo, el frío polar, en un atractor único y especial.

Toma lugar en Winnipeg, una de las ciudades más importantes de Canadá después de Toronto, Montreal y Vancouver, y probablemente la que tiene el clima más extremo del mundo –puede superar los 35ºC en verano y, en invierno, la media es de -20ºC. Winnipeg se caracteriza por la migración de minorías étnicas en busca de mejores oportunidades. Sin embargo, este intercambio cultural no es algo nuevo, The Forks (sobre el Red River), el lugar donde se lleva a cabo el festival, fue un lugar de intercambio comercial que sirvió como un pilar fundacional para la ciudad.

El Red River es de jurisdicción federal cuando es un cuerpo de agua, pero durante el invierno, al congelarse, su jurisdicción no está claramente definida y se vuelve “tierra de nadie”. En este vació legal, The Forks Foundation, tomó la iniciativa de hacerse responsable de este espacio público con la finalidad de ofrecer una alternativa de entretenimiento para los habitantes durante el invierno.

Es así como surge la idea de crear una pista de patinaje, cuya longitud varía cada año dependiendo del grado de congelación del río, e instalar una serie de refugios a lo largo del recorrido para resguardarse momentáneamente del frío.

En 2008, varios despachos de arquitectura locales como 5468796 architecture y Sputnikarchitecture se acercaron a Paul Jordan, CEO de The Forks, con una propuesta de repensar estos refugios para que no fueran meramente funcionales sino que también fueran artefactos con los que poder celebrar la característica principal de esta ciudad, el frío, a través del arte y la arquitectura.

Lo que tenía que ser un proyecto específico de ese año se convirtió en un evento en el que, en cada edición, se construyen cinco pabellones nuevos y se recuperan algunos de los años anteriores. Tres de estas instalaciones salen de las mejores propuestas de un concurso de arte y arquitectura internacional, que en varias ocasiones han ganado equipos mexicanos como Rojkind Arquitectos, en 2015, con su Hybrid Hut y David Alberto Arroyo Tafolla, con el Golden Bison, en 2018. La cuarta instalación la diseñan los estudiantes de la Universidad de Manitoba y la última es obra de un artista invitado, de reconocimiento internacional como Anish Kapoor (2017), Frank Ghery (2012) o Guy Maddin (2018). Los organizadores de este evento argumentan que estos artistas de primer nivel aceptan la invitación sin recibir honorarios, sólo por la curiosidad y emoción que sienten al poder hacer un proyecto en unas condiciones extremas y únicas.

Los pabellones, cuya escala la define el autor de cada pieza, se tienen que construir previamente (entre diciembre y principios de año), para que se pueda instalar en el río y abrirse al público la tercera semana de enero, que históricamente es la más fría del año. Peter Hargraves, coordinador de todo el proyecto comenta que es imposible asignar una ubicación específica para cada instalación ya que el estado del hielo varía en cada temporada y no puede asegurar un punto concreto a los participantes.

Una de las características distintivas del festival es la visión conjunta que ofrece la interacción de empresas, artistas y diseñadores con la comunidad, que se manifiesta en acciones concretas. En primer lugar, el financiamiento del festival es con recursos totalmente privados. Cada uno de los locatarios del centro comercial The Forks destina una cantidad de recursos para fondear el evento. No se utilizan recursos públicos ni patrocinios, con la finalidad de mantener una directriz clara sobre el evento. Si bien el éxito del festival genera mayores ingresos para los locatarios, se mantiene una postura firme sobre el objetivo del mismo: celebrar el invierno y activar a la población, aunque indudablemente se genera una mecánica virtuosa de mayor turismo y, por ende, desarrollo económico.

El Warming Huts ha tenido resultados inesperados que se traducen en manifestaciones de apropiación del espacio por parte de la comunidad. Estas manifestaciones tienen matices culturales y comerciales que complementan la experiencia del festival. Por ejemplo, la convivencia intergeneracional, la renta de patines, la venta de bebidas calientes o la creación de un sentido de identidad local con un festival icónico para la ciudad. No se busca una visión romántica de colaboración entre actores públicos y privados, sino, realzar las posibilidades que pueden surgir al crear puntos de encuentro y así ofrecer un punto de entrada hacia la creación de un derecho a la ciudad.

 


El Concurso Internacional de Arquitectura Arquine convoca al diseño y construcción de un Pabellón que, inserto en la ciudad de manera temporal, logre generar, a partir de su propio discurso, una propuesta innovadora y sostenible, que permita el desarrollo de un programa público abierto y que construya un lugar para la interacción entre arquitectura y ciudadanía.






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