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Volver a las calles

Volver a las calles

20 julio, 2016
por Christian Mendoza | Instagram: christianmendozaclumsy

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En la década de los ochenta, el gobierno de Margaret Tatcher puso en marcha un programa llamado Youth Training Scheme, que se ofrecía como una alternativa de empleo para la juventud británica. Youth Training Scheme englobaba entrenamiento comercial y en oficios, dando como garantía una contratación segura en distintas áreas. En una economía que por siglos se había basado en gremios y carreras a largo plazo, durante el siglo XX Inglaterra se enfrentó a algo ineludible: el neoliberalismo. Para dinamizar el mercado nacional y que éste respondiera a ciertas demandas globales, Tatcher buscó flexibilizar la contratación y el despido de jóvenes, quienes en ese momento representaban la vía –o la carne de cañón- para revitalizar la economía inglesa. El máximo rango al que podían aspirar los inscritos en el Youth Training Scheme era trainee, con posibilidades de tener mejores sueldos si su persistencia como empleados no flaqueaba en el transcurso de su vida laboral. Niños y estudiantes tomaron las calles de Liverpool bajo la consigna Strike For Your Future, pidiendo no ser mano de obra barata y que no se sustituyera la educación por el reclutamiento comercial.

30 años más tarde, el artista Kori Tanaka volvió sobre las protestas de 1985 sucedidas en Liverpool, en el marco de la Bienal en la misma ciudad, cuya propuesta curatorial fue revisar el tiempo y el territorio, los lugares que produjeron significado tanto artístico como ciudadano, al igual que el panorama a futuro de Liverpool. Siguiendo las líneas participativas de obras anteriores, como el video que presentó para el pabellón japonés en la 55 Bienal de Venecia, Tanaka rastreó a los participantes originales de 1985 para que trazaran la misma ruta que la primera marcha. A su vez, llamó a participación a los hijos de los manifestantes, así como a jóvenes que estuvieran estudiando. Tanaka abordó el hecho de una manifestación a partir de su eventualidad. Creando nexos temporales entre ciudadanos –el pasado, el presente y el futuro–, las protestas de 1985 adquieren pertinencia. Alejado de los discursos de la memoria, que vuelven comprensible y funcional para el presente de la historia un hecho más o menos lejano, Tanaka plantea como una posibilidad que una protesta, más allá de tratarse de una irrupción momentánea, puede mantenerse por más de tres décadas, porque el presente continúa siendo complejo -¿qué tienen los jóvenes que decir después del Brexit?- y las calles permanecen como ese sitio discursivo que también puede ser apropiado por el descontento.

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