En las montañas que rodean el lago de Coatepeque, en El Salvador, irrumpe este volumen de concreto atravesado por el vacío. Una sola pieza extruída en horizontal configura la capilla que forma parte del complejo Cardedeu, un lugar diseñado para eventos colectivos de carácter privado.
La pieza es un escenario ante el paisaje, aprovecha la topografía para colocarse cerca del lago y simular el vuelo sobre él. Se concibió una caja de concreto sin los planos frontal y posterior para lograr la irrupción del vacío y la ventilación cruzada.
El enorme marco sitúa a quien está dentro de la capilla en relación directa con el fragmento de paisaje que la caja de concreto selecciona. En planta, la capilla posee una forma de pirámide truncada. El fondo es la base más ancha, que se abre sobre el lago, lo que amplía la perspectiva enmarcada.
Desde el acceso, los muros austeros de concreto se escapan en fuga hacia el horizonte, como si el punto de partida de ese despliegue fuera el espectador. La estructura está inmersa en el concreto, excepto un perfil vertical que aparece como un apoyo desfasado en el tramo más largo e incorpora otro perfil truncado por encima de la altura media, con la idea de reconstruir la cruz que acompaña el altar, que parece flotar en el vacío.