José Agustín: caminatas, fiestas y subversión
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8 noviembre, 2019
por Christian Mendoza | Instagram: christianmendozaclumsy
Durante mucho tiempo en el discurso oficial que permeó a diversos niveles —en las escuelas, en ciertos medios de divulgación histórica— el entendimiento sobre la toma de Tenochtitlán fue el del “encuentro de dos mundos”, una noción que, siendo tan reduccionista, permite diversas interpretaciones ambiguas. ¿El encuentro entre la expedición de Hernán Cortés y Moctezuma fue una especie de acto diplomático? ¿El sincretismo que se construyó entre la cultura española y la de los pueblos originarios fue un ejercicio de preservación antropológica de parte de los conquistadores y se dio mediante el consenso? Cortés y los soldados que lo acompañaron vieron el Valle de México desde arriba, desde la vista de los cerros de la cuenca, mientras fueron internándose hasta llegar al corazón de uno de los imperios más poderosos de Mesoamérica. “Vimos tantas ciudades y valles poblados en el agua y en la tierra firme y otras grandes poblaciones y aquella calzada tan derecha y por nivel cómo iba México, nos quedamos admirados y decíamos que parecía a las cosas de encantamiento que cuentan en el libro Amadís”, narra Bernal Díaz del Castillo.
Si atendemos solamente la dimensión urbana de la llegada de Cortés, podemos complejizar un tanto más la idea de dos culturas que meramente se miran. En la cita de Bernal aparece otra cita, proveniente del Amadís de Gaula, personaje principal de una de las novelas de caballerías que llevaba por título su nombre: los soldados que llegaron creían en las gestas medievales, en las tomas de las ciudades en nombre de la corona y de Jesucristo. Pero quien dirigía a esos soldados ya habitaba, a su modo, en el Renacimiento. Cortés, se dice, era un individuo pragmático que usó, entre otras cosas, el espacio de Tenochtitlán a su favor. En manos de Cortés, la ciudad fue un arma de guerra. Pero también es un hecho que esa ciudad ya estaba ahí, con una tecnología de dominio de las aguas y una organización barrial que fue utilizada para la cuadricula europea con la que comenzaría la ciudad colonial, al grado de que se ha llegado a plantear que lo que hizo Cortés fue meramente legislar, mediante la escritura, una ciudad, para después aprovechar lo que ya estaba ahí. La presencia indígena no se borró ni por la conquista ni por el mestizaje, y legó a los españoles tecnologías y formas de pensar la organización de una ciudad que van desde la planeación hasta las fiestas patronales.
Es pertinente volver a pensar en una ciudad con una historia que puede leerse en su mismo suelo. Bajo las casonas permanecen las pirámides. ¿Qué fue lo que se quedó tras la llegada de Cortés y que fue lo que instrumentalizó la religión y la milicia para evangelizar o someter? ¿Qué otra clase de estructuras, además de la de los edificios, son fundamentales para el entendimiento de la ciudad?
Entrevistas:
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