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Columnas

Víctor Barragán, ¿un diseñador para arquitectos?

Víctor Barragán, ¿un diseñador para arquitectos?

8 octubre, 2019
por Carolina Haaz

En la plaza pública de internet, dos mujeres forcejean entre sí sobre un suelo adoquinado. Ambas visten monos estampados de tulipanes: arriba el azul, abajo el amarillo. Es la campaña de Víctor Barragán para su colección Barragán'(tl). Víctor sabía que quería dedicarse a la moda, pero antes estudió arquitectura en la UNAM, al menos por un tiempo. En este país, donde la profesionalización del vestir es un privilegio para pocos, él prefirió hacer camisetas con serigrafía, mucho antes de vivir en Nueva York y fundar su firma homónima. Hace poco, Anna Wintour llamó a la puerta del apartamento-estudio de este autodidacta, ahora finalista del estímulo CFDA Vogue Fashion Fund 2019.

Barragán, este otro Barragán, es el amigo de los arquitectos. De acuerdo con una historia publicada en Gatopardo, el oficio arquitectónico rodea al diseñador: su jefa de producción, Pamela Espíndola, es arquitecta. Lo mismo con Rubén Gutiérrez, diseñador de sus escenografías. O Andrés Navarro, colaborador en la rama de joyería. Incluso Alberto Bustamante –alias Mexican Jihad– a cargo de la música en varias de sus presentaciones. ¿Nos encontramos ante un diseñador para arquitectos? 

En realidad, todo depende de cómo se mire a su trabajo. Si la moda está ubicada en un punto medio entre el arte y el diseño industrial, ahí es donde converge con la arquitectura. Y en el caso de los diseños de Barragán, buena parte de su propuesta creativa está en constante diálogo con las imágenes proyectadas por la arquitectura. Como ejemplo está la narrativa de la  serie fotográfica realizada en colaboración con Dazed & Confused Magazine para promocionar su colección primavera 2019. Parece ser un paseo por los lugares comunes del imaginario turístico: de la Biblioteca Central hasta Teotihuacán. Pero a partir de estas imágenes, estas postales recurrentes encuentran una nueva lectura a través de las siluetas poco convencionales de la entrega titulada Terracota, entre tops de cortes retrofuturistas, vestidos ligeros como el papel y faldas a modo de vendaje.

Detrás de las dos mujeres peleando de Barragán, están los píxeles, y detrás de los píxeles… ahí hay otra pelea. Importa hablar de Víctor Barragán, no tanto por haber puesto aretes tribales a esa famosa portada de Yaritza Aparicio. Sobre todo, es interesante su capacidad de síntesis, esa que tiene como resultado la fabricación de piezas que a todas luces reflexionan sobre nuestro territorio. Un caso más: en la colección otoño-invierno 2019 dibujó la “B” de su apellido en la clave gráfica del famoso logotipo del Hotel Camino Real. En esa ocasión presentó una crónica, una cierta mirada del paisaje moderno –en naranja, amarillo y morado–, atravesada circunstancialmente por la obra de Legorreta. El resultado: algo de lo más sublime del modernismo y, al mismo tiempo, algo de la verdad de la calle –chicles y cigarros como accesorios para el cabello; un servilletero de tulipanes visto en una fonda.

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