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Vacíos urbanos: espacio de oportunidad del pasado

Vacíos urbanos: espacio de oportunidad del pasado

26 septiembre, 2014
por Arquine

por Monica Arzoz Canalizo | @marzozcanalizo

El ser humano se ve cada vez más atraído hacia las grandes ciudades; hoy casi el 80% de los mexicanos viven en ellas. La posibilidad de innovación, conectividad global y difusión que presenta la ciudad, así como la diversidad de intereses, es lo que hacen de estos centros urbanos, lugares fascinantes, llenos de vida e intensidad, donde las personas desean vivir y se han convertido en su hábitat natural.

Sin embargo, la manera en la que el ser humano ha entendido, leído e interpretado su entorno, y las formas en que éste ha moldeado a la ciudad según sus necesidades, ha dejado grandes vacíos en las distintas trazas urbanas.

¿Cómo imaginar ciudades distintas?, ¿cuál es la respuesta, la estrategia, que necesitamos para hacer de lo existente algo mejor?, ¿de qué manera podemos comenzar a construir ciudades, en donde los vacíos se conviertan en ejes para la prosperidad?

Las ciudades no son estáticas, son, de alguna forma, como seres vivos en continuos procesos de transformación. Aunque son las acciones del ser humano las que normalmente provocan estas transformaciones y restructuraciones, hasta el momento se ha demostrado que el hombre no ha tenido la capacidad suficiente para detener o alterar el rumbo de estos, pues vemos como las ciudades se extinguen, se llenan de espacios desaprovechados y algunas de sus obras de infraestructura se convierten en ruinas urbanas; a pesar de causarlas nosotros mismos, pareciera que sus efectos están fuera de nuestras manos.

Además de las consecuencias de las decisiones de nuestra propia generación, nos ha tocado iniciar los centros urbanos de hoy cargando con decisiones que generaciones pasadas tomaron. ¿Cómo lograr el conducir nuestras decisiones con un fin claro desde el inicio, dejar de pensar solamente en el presente y visualizar el futuro?

La ciudad tiene una realidad compleja, la cual vive y se alza sobre un espacio formado a lo largo de su historia, sobre el cual cada generación ha transformado y construido según sus necesidades. La ciudad de hoy vive en un eterno y constante proceso de cambio, donde los espacios construidos y vacíos, le dan vida. Para comprender las dinámicas que ocurren día a día en ellas, debemos leer el contexto urbano que las rodea, para así lograr interpretar sus espacios de acuerdo a las dinámicas de las personas y lugares que en ellas habitan.

La ciudad como construcción y materialización colectiva, necesita de la guía y gestión humana para desarrollar un hábitat productivo y amigable. Sin embargo, la conexión entre el ser humano y su ciudad, la forma en la que este vive la experiencia urbana, atraviesa por épocas difíciles. Factores actuales como la inseguridad, la desigualdad, el descontrolado crecimiento urbano y el predominio del coche.

Si algo hemos aprendido en las últimas décadas es el que la solución para lograr un verdadero cambio en las ciudades, no es el derrumbar y volver a construir, o peor aun, construir hacia fuera, en la periferia. Por lo contrario, el empezar por los espacios vacíos que hoy rellenan nuestras ciudades es lo que ha probado ser la estrategia más acertada para la revitalización de la traza urbana ya existente. Necesitamos ver qué posibilidades nos ofrecen éstos y la traza urbana ya existente, evitando irrumpir abruptamente en el entorno y en sus equilibrios.

Incluso se podría decir que las ciudades del futuro están en el mismo pasado. La idea es no reinventar la ciudad, sino de estructurar la existente. Citando el estudio de IMCO, sobre la competitividad en las  ciudades mexicanas, “en los últimos 20 meses México ha demostrado que el pasado no es una condena. Nuestro país le probó al mundo, y más importante, a nosotros mismos que  el presente no es una repetición mecánica del futuro”.

Los vacíos urbanos están, hoy, en fase de reconsideración como recursos. Su potencial de uso  los ha convertido en objetos de prueba para arquitectos, urbanistas y para el gobierno. La necesidad por un entorno que promueva la productividad tanto a escala personal como ciudad, en los distintos aspectos, nos ha hecho fijarnos en ellos. Estos han comprobado, si son intervenidos acertadamente, que poseen las capacidades suficientes para generar un cambio en el entorno. Son espacios de oportunidad para el desarrollo de nuevos focos que permitan a los ciudadanos más participación y opinión sobre lo que pasa en su hábitat.

La tendencia a usar los espacios de manera mucho más intensa, desdibujando la titularidad y desorientando los usos preestablecidos, evidencian la complejidad y el crecimiento de una sociedad que está en una continua busca del equilibrio.

Apostar por el vacío como oportunidad da a la ciudad la probabilidad de generar un verdadero cambio a escala urbana y social. Se debe de abandonar la ilusión del crecimiento y expansión ilimitada horizontal, para priorizar, alternativamente, un urbanismo con una estrategia de reciclaje que busque no solo la transformación visual, sino la transformación en los procesos de funcionamiento de una metrópolis.

Puede ser que en el camino y proceso de aprendizaje hayamos perdido como país la esencia de varias zonas, o incluso, ciudades enteras, pero todavía existe la oportunidad de reinventarlas y reciclarlas, utilizando los vacíos que estos mismos procesos dejaron. El reto consiste en rediseñar ciudades más humanas, más justas y con mayor potencial para detonar prosperidad.