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11 abril, 2017
por Christian Mendoza | Instagram: christianmendozaclumsy
La retrospectiva Querido lector. No lea, dedicada a la figura de Ulises Carrión y que actualmente se muestra en el Museo Jumex de la Ciudad de México, provoca una serie de cuestionamientos en torno a la naturaleza de algo que, al menos en el entorno mexicano, resulta mucho más problemático que el arte contemporáneo. Esto es la literatura.
Resulta pertinente contar el origen: la carrera profesional de Ulises Carrión inicia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, una escuela humanística que hasta la fecha mantiene un enfoque crítico hacia la producción literaria y teórica de cualquiera que sea el área a estudiar. Víctor Santana, en su texto Museo de la Literatura Eterna (Horizontal, 2017) comenta su primera bibliografía y la reacción de Carrión ante sus propias publicaciones una vez que obtiene becas para estudiar literatura y lengua en Francia y en Alemania: “Hasta ahí una carrera meteórica encuadrada en la literatura mexicana de su tiempo. Pero Carrión no vuelve a México cuando la Editorial Era publica su primer libro, La muerte de Miss o (1966). Ni cuando aparece en la Colección Volador de la Editorial Joaquín Mortiz sus segundo y último volumen de cuentos, De Alemania (1970)”. Se resalta esta mención para señalar que Carrión no sólo estuvo enmarcado en la literatura mexicana de su tiempo —una afirmación amplísima y un tanto ambigua— sino en cierta literatura mexicana difundida a través de los criterios de las casas editoriales citadas por Santana. Joaquín Mortiz y Era pretendieron reunir, en la mayoría de sus catálogos, formas arriesgadas que no mantuvieron afinidades con los nacionalismo previos. De cierta manera, no sólo en la literatura sino también en el arte, se mantuvo una oposición a los códigos del muralismo y del cine nacionalista.
Después, Carrión deja de publicar “literatura convencional”; algunos aventuran que se aleja de la literatura en su totalidad. Es aquí cuando se narra su mítico tránsito hacia prácticas que, según el consenso dicta, nada tienen que ver con la literatura. Previamente a Querido lector. No lea, Verónica Gerber en su libro Mudanza dedicó un ensayo al Carrión que de autor se transforma en artista, nombrando la obra posterior a los libros como “ejercicios no literarios”. Mario Bellatin, en uno de los fragmentos de El libro uruguayo de los muertos, teoriza sobre el abandono de la literatura basándose en el supuesto rechazo de Carrión. La poeta Rocío Cerón ha mencionado las áreas grises entre las disciplinas visuales y literarias que existen en la obra del sanandrecino. Heriberto Yépez, en los encuentros de box que ha mantenido con Christopher Domínguez Michael, ha enaltecido hasta el fanatismo y la obnubilación el aporte de su semidios al arte conceptual no sólo de México sino del mundo.
Ahora, de vuelta a Querido lector. No lea. Bajo la museografía del Taller de Arquitectura | Mauricio Rocha y Gabriela Carrillo, quienes diseñaron recorrido trazado por sencillos muebles en un orden lineal que lograron darle el debido aire a las obras exhibidas, asunto que no suele utilizarse en las retrospectivas, que suelen operar por saturación, la muestra reúne las diversas ramificaciones de la obra de Carrión una vez que “abandonó la literatura”, como el arte correo y los libros de artista. A pesar del impacto visual de estos soportes, Carrión no deja de reflexionar sobre el lenguaje y la escritura. Propone que el autor puede mantener una relación física con el libro, haciendo que la escritura no empiece ni termine en el manuscrito sino que se extienda hacia la conceptualización de los objetos. Asimismo, experimenta con los hechos de editar y de publicar, proveyendo de otros formatos a los libros y a la forma en que estos se recopilan: el arte correo de Carrión puede leerse a la manera de una biblioteca.
Podríamos especular que el título de la muestra —extraído de una de las piezas más contundentes— se refiere no a un rechazo de la literatura, sino una apertura a otras maneras de hacerla y de leerla. Lejos de mirar el cuerpo de obra publicada de Carrión como uno de los antecedentes que lo legitiman como escritor, el contacto que probablemente tuvo con las corrientes lingüísticas de la época —los estudios comenzaban a dejar la estructura para comenzar a analizar el discurso— le dieron un marco bastante nutrido para construir una de las reflexiones más insospechadas en torno a la literatura como una forma que abandona sus propios mitos y sus propios soportes para transformarse en una práctica. Los límites del lector y del escritor, según Carrión, no están delimitados por los libros: se vuelven performance.
Probablemente, ése sea el vértigo que provoca Querido lector. No lea. Es una exposición objetual sobre literatura.
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