Francisco Covarrubias Gaitán (1944–2022)
Francisco Covarrubias (1944–2022), arquitecto y maestro en urbanismo por la UNAM, fue Director del Programa Universitario de Estudios para la [...]
🎄📚Las compras realizadas a partir del 19 de diciembre serán enviadas a despues de la segunda semana de enero de 2025. 🎅📖
¡Felices fiestas!
31 enero, 2015
por Félix Sánchez | Twitter: F_pesci
La Unidad Adolfo López Mateos (1958-1964)
Déjenme empezar por comentar la emoción por mis recuerdos. Yo estuve aquí en 1958, tenía 14 años. Mi padre me mandó en las vacaciones largas de diciembre a trabajar en este lugar. No tenía idea de que, años después, sería arquitecto, pero de que me divertí y aprendí a convivir con los albañiles y que de alguna manera selló mi camino futuro, que ni qué. Gente trabajadora, llena de ingenio y muy divertida. Tomaba el camión desde mi casa, en San Ángel, a las 6.30 de la mañana, mi madre me hacía unos sándwiches fantásticos que yo cambiaba al almorzar con las albañiles por sus tacos: mejor imposible. Mi trabajo era contar que el camión trajera 3,000 blocks de cemento y tuve que desarrollar una técnica, gracias a un maestro: recórrelo, súbete encima y cuenta y deduce. La mayoría de las veces llegaban los tres mil, con algunas piezas rotas, que se usaban de medias piezas. La otra gran actividad que tenía era en la cimentación de las casas de un piso. Literalmente echaba piedras en el concreto, que se llama ciclópeo y es mas barato que ponerle varillas. Yo sabía, por mis lecturas griegas en la secundaria, de las míticos Cíclopes en la Ilíada y la Odisea: seres muy fuertes, enormes y de un solo ojo. Al echar piedras al ciclópeo me hacía sentir Cíclope. Recuerdos fantásticos que perduran.
Este año se cumplen cien años del nacimiento de mi padre, el arquitecto Félix Sánchez Baylón, hombre dedicado a la vivienda popular toda su vida, siempre con la mente abierta para trabajar en equipo —dos cabezas piensan más que una. Fue autor de la Cartilla de la Vivienda y de numerosos estudios socio urbanos de la ciudad y su ingrediente mayoritario: la vivienda. De él aprendí que hacer vivienda es hacer ciudad y que una buena ciudad es mejor que la mejor casa.
La historia de la vivienda popular esta ligada a la del arquitecto Sánchez Baylón. Vale recordar que el primer intento de hacer vivienda popular fue el concurso que lanzó Pensiones y el colegio de arquitectos de la ciudad en 1925, pero luego pasaron muchos años para atacar sistemáticamente el problema. En 1948 fue nombrado Jefe del Departamento de Estudios y Proyectos del Banco Nacional Hipotecario Urbano y de Obras Públicas, BNHUOP, lo que hoy es Banobras. Es en esa fecha que se inician de manera metodológica los estudios urbanísticos de la vivienda. Entre otros proyectos que realiza están la Unidad Modelo, Jardín Balbuena y por supuesto este conjunto que hoy nos reúne. En sus planteamiento siempre está presente la inclusión de diversos estratos sociales, usos mixtos, tipologías de vivienda variadas y la conexión con la ciudad. Estos ejemplos han demostrado su capacidad de integrarse de modo terso con la ciudad y por ello son tan atesorados.
Justo en el espacio central de esta Unidad Adolfo López Mateos, Matías Goeritz, quién también nació hace cien años, parece decirnos con su muro dorado: vengan y abrácense unos y los otros que somos comunidad. Reforzando la unidad básica que es la familia está la obra de Carlota Yazbeck.
Esta Unidad que acaba de cumplir sus ”Bodas de Oro” se inició en 1958, con una primera etapa de 1,166 viviendas. Al concluir, cosa que no sucedió, iba a tener 4,700 viviendas para una población estimada de 30,000 habitantes. En aquella época había ciudades con esta población, como Cuernavaca. Se edificó con los mejores conceptos urbanísticos de su época, con vialidades adecuadas, equipamiento accesible peatonalmente y sobre todo una amplitud de parques y jardines, espacio abierto público —esencia de la calidad de una ciudad— y con una tipología mezclada de viviendas que favorecía la casa individual en un 80%, de uno, dos y tres pisos y desde 56 metros cuadrados hasta 150, y el 20% restante en edificios en condominio con departamentos de 68 metros cuadrados en 4 niveles accesibles.
La unidad se urbanizó con una densidad bruta de 350 habitantes por hectárea o 55 viviendas por hectárea: la familia promedio por esa fecha era de 6.4 personas. La inversión fue compartida en partes iguales entre el Gobierno Federal y la iniciativa privada. En la primera etapa fueron 96 millones de pesos: un costo de $82,000 pesos por casa —6,600 dólares de 1964.
Mucho ha cambiado la sociedad mexicana desde entonces. De ser básicamente rural en los sesentas, hoy es netamente urbana. Más aún: este siglo XXI será de las ciudades y las grandes metrópolis. Hoy la familia promedio es de 3.2 personas y la vivienda popular, hoy llamada social, se realiza en edificios de 6 pisos —sin elevador— con superficies mínimas de 45 metros cuadrados y con densidades de 920 habitantes por hectárea (288 viviendas). En promedio el costo es de medio millón de pesos, 33,000 dólares actuales. Si este conjunto estaba en las zonas fabriles de la ciudad, como Tlalnepantla; hoy están más allá de la periferia a kilómetros de la ciudad, totalmente desarticuladas, con un solo tipo de vivienda, sin equipamiento y con muy poco espacio abierto público. Ya entendimos finalmente que construir en la periferia no es lo sustentable y ahora queremos retomar las buenas practicas de esta Unidad, actualizando los conceptos de densidad, accesibilidad e inclusión social. Este es el futuro de la ciudad de México y es la manera correcta de atacar el problema urbanístico al que nos enfrentamos.
Las ciudades cambian, los hombres también. Nunca las ciudades habían cambiado tanto. Tampoco los procedimientos constructivos. La civilización destruye y construye. Debemos reaprender a hilar con hilo fino. A la distancia, Félix Sánchez Baylón pareciera decirnos que debemos tener un futuro deseado, un nuevo paradigma de inclusión, una utopía si se quiere, donde la ciudad y la gente sean los actores. Debemos volver a la arquitectura y al urbanismo del beneficio colectivo. La ciudad sigue siendo el mejor lugar para vivir. La vivienda debería estar social y culturalmente orientada. Una buena ciudad siempre será mejor que una buena casa.
Datos:
Unidad Adolfo López Mateos
Instituto Nacional de la Vivienda
Director del proyecto arquitectónico: Félix Sánchez Baylón
Proyecto de vivienda: Augusto Pérez Palacios, Rutilo Malacara de León y Jorge Bravo
Proyecto urbanístico: Félix Sánchez, Javier Septién y William Bernard.
Francisco Covarrubias (1944–2022), arquitecto y maestro en urbanismo por la UNAM, fue Director del Programa Universitario de Estudios para la [...]
Proyecto anunciado, no será cancelado. Al menos eso es lo que parece el caso con la onerosa propuesta para el [...]