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Columnas

Un oficio dicotómico

Un oficio dicotómico

25 junio, 2012
por Andrea Griborio | Twitter: andrea_griborio | Instagram: andremonida

Me gusta pensar que nuestro trabajo no es sencillo, y que dentro de un diseño para cada acto existe un contra acto

 James Stirling

La forma en que James Stirling describe la obra paradigmática de Le Corbusier en Ronchamp: Le Corbusier’s Chapel and the crisis of Rationalism (Architectural Rewiew, marzo 1956) devela un personaje culto, inquieto, sensible, consciente de su oficio y perspicaz ante cada detalle, cada tendencia y sus consecuencias. Su posición crítica, y el cuestionamiento que hace a los principios del movimiento moderno en el cual había sido instruido lo convierten en un elemento referente del contexto en el cual se insertó su obra en un momento que permitió reinterpretar los alcances del movimiento moderno y su puesta en crisis ante las demandas de la realidad de la posguerra. De esta forma, Stirling encuentra un sentido crítico y reflexivo enfocado a esa condición dicotómica entre la utopía moderna y la tradición del contexto existente.

James Frazer Stirling nace en Glasgow el 22 de abril de 1926 y muere el 25 de junio de 1992 en Londres. En 1981, Stirling se convierte en el tercer arquitecto galardonado con el Premio Pritzker tras Phillip Johnson (1979) y Luis Barragán (1980) con una obra ambivalente que conjugó respuestas formales y volumétricas más que meras soluciones estilísticas, reconociendo el valor otorgado a la tradición y a las relaciones sociales en el espacio. Si de algo ha sido catalogado Stirling, es de inclasificable; la influencia de las obras tardías del movimiento moderno, ligado al afán por reivindicar lo vernáculo y tradicional de los contextos donde se inserta, permite que su trabajo oscile entre dos condiciones conceptualmente disímiles por naturaleza.

Para Stirling, el oficio del arquitecto comprende dos campos de acción: el abstracto y el figurativo. El primero es aquel vinculado al gran legado del movimiento moderno, y el segundo es el que hacía del proyecto un artificio gestual, típico y populista, que lo acercaba a toda la información tomada de manera informal de la tradición urbana. Más allá de su ambigüedad estilística, su obra da valor ontológico y estructural a la historia y a la ciudad en sus diferentes facetas, entre 1960 y 1980, manifiesta una obra “singular y sofisticada” que destaca continuidades y rupturas superpuestas en la ciudad, así como sus nuevos instrumentos de interpretación. Así, la ciudad, es “la tipología” donde los proyectos individuales se insertan para rescatar las figuras de la tradición, de lo conocido.

La individualidad de sus obras como la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Leicester, Leicester,el Centro de Formación de Olivetti en Haslemere, la Facultad de Historia de Cambridge, Cambridge, el Centro de Ciencias Sociales de Berlín (Alemania), el Centro de Artes Dramáticas de Cornell, la Ampliación del Museo Tate Gallery, la Nueva Galería Estatal de Stuttgart (Alemania) o la Escuela Superior Universitaria de Singapur es una constante en la inserción de su contexto. Posiblemente su obra, sea la mejor traducción de los postulados de su maestro, el  crítico y teórico de la arquitectura y el urbanismo, Colin Rowe, quien planteó el collage como idea de ciudad, donde dialogaran los fragmentos rescatados de la ciudad histórica con las virtudes idealizadas de la ciudad moderna.

Stirling materializa estos fragmentos de utopía y expresa un modo de representación con base en el dibujo axonométrico como herramienta dual de precisión métrica y distorsión perceptiva. Su legado y el valor del mismo son objeto de una mirada crítica y profunda, retomando ideas, planteamientos e intereses, mientras surgen cuestionamientos propios de los tiempos de crisis. 

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