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Un jardín persa y moderno

Un jardín persa y moderno

29 octubre, 2015
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog

El 29 de octubre de 1970, en Antibes, la pequeña ciudad de la Costa Azul cuyo nombre, según una falsa etimología, indica su posición geográfica al otro lado de Niza, murió Gabriel Guévrékian. Había nacido en Estambul cuando todavía era Constantinopla, en 1892 —aunque algunas fuentes dicen que en 1900. De familia Armenia, Guévrékian creció en Teherán. En 1910 se mudó a Viena para estudiar arquitectura en la Academia de Bellas Artes, de la que se recibió en 1919. Hasta 1922 vivió en aquella ciudad, trabajando en el taller de Josef Hoffman. Luego se mudó a Paris, donde en 1925 diseñó el Jardín del agua y de la luz en la Exposición de Artes Decorativas —“el primer jardín que superó la tradición y encontró una expresión precisa de la nueva estética,” según Richard Wesley. También trabajó con Henri Sauvage y luego con Robert Mallet-Stevens, para quien diseñó el jardín de la Villa Noailles, de planta triangular y abiertamente declarado cubista, buscando la simultaneidad perceptiva mas que la variedad Botánica. Hubert Damisch dice que “por su arquitectura y por su estricta economía vegetal —pero no por su cerramiento o clausura— parecía contradecir la idea clásica del jardín tanto como aquella de paisaje, y pudo haber tenido algon papel —dificultades financieras aparte— en la progresiva perdida del gusto del vizconde por esta morada improbable, a la que concedió tanta atención.”

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George Dodds, por su parte, dice que los jardines de Guévrékian fueron considerados por mucho tiempo como periféricos en la historia de la arquitectura del paisaje: para algunos, eran demasiado decorativos y la mayoría los veía como demasiado burgueses. Según Dodds, el mismo Guévrékian terminaría concediéndoles poca importancia. Paradójicamente, esos jardines, hoy desaparecidos, son por los que se le recuerda. Dodds supone que la distancia que tomó Guévrékian respecto a sus primeros trabajos tiene que ver con que él mismo rechazaría su condición decorativa. Dice que Jean Claude Nicolas Forestier, paisajista francés a cargo del proyecto de los jardines y exteriores en la Exposición de Artes Decorativas del 25, llamó a Guévrékian buscando “un jardín moderno con elementos de decorado persa.” Incluso los dibujos de Guévrékian tenían ese estilo de antigua pintura persa. En su proyecto para la Villa Lejeune, en Saint Tropez, de 1919, la casa, corbusianamente elevada en pilotes y dibujada en vista axonométrica, como era lo usual en muchos arquitectos modernos de los años veinte, contrasta con el paisaje de árboles frutales, caminos y prados sin duda paradisiacos.

Guévrékian fue el secretario general de la primera reunión del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, en el Castillo de la Sarraz en 1928. En sus primeros reportes escribió: “los 43 arquitectos unidos han limitado el objetivo del Congreso al eliminar las cuestiones de pura estética. Las cuestiones de gusto no entran en la discusión.” Dodds cita otro párrafo escrito por Guévrékian en el que dice que “la decoración que concierne al embellecimiento de los objetos utilitarios es antitética a la obra de arte. A mi juicio, querer decorar objetos utilitarios es una idea menor. La arquitectura moderna está marcada por la nueva organización del plano y es lógica y necesaria en respuesta a las distintas condiciones de vida.”

Guévrékian regresó a Teherán en 1933, donde fue nombrado el arquitecto a cargo de la ciudad y construyó varios edificios de gobierno en un estilo más académico. En 1937 dejó de nuevo Persia y tras unos años en Inglaterra volvió a Francia, pero entre 1940 y 1944 no trabajó como arquitecto para no colaborar con los gobierno de ocupación nazi ni con el de Vichy —a diferencia de Le Corbusier. En 1948 emigró a los Estados Unidos donde tuvo una posición como profesor en la Universidad de Illinois hasta 1969, cuando se retiró a vivir de nuevo en Francia. Para Dodds, los jardines que proyectó Guévrékian en los años 20 del siglo pasado, plantearon una alternativa a la ideología del espacio abierto que proponía la arquitectura de vanguardia de aquél momento —la extensión verde pero sin atributos que corre como una hoja en blanco bajo los edificios suspendidos del Plan Voisin, por ejemplo— que aun no ha encontrado su lugar en la historia del paisaje moderno.

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