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Un cuervo suizo: Le Corbusier

Un cuervo suizo: Le Corbusier

8 octubre, 2011
por Oscar Ramírez | Twitter: Oo_inc

La cosa más importante del mundo son los espacios vacíos
Le Corbusier

A los ojos de cualquier parisino —y también de los de vistazos ajenos— París es un fulgor deslumbrante desde casi todos sus cuadrantes: arquitectura, historia, moda, urbanismo y gastronomía parisien. La Ciudad Luz es una caja que por sí misma resguarda una cantidad casi obscena de íconos, no de ruinas. Sin proponérselo, y quizá sin buscarlo, arropa una parte de la basta obra del arquitecto franco-suizo Le Corbusier (1887-1965). El multifacético Charles Edouard Jeanneret-Gris nació un 6 de octubre de 1887, en La Chaux-de-Fonds, Suiza. Su seudónimo guarda su humor mismo: la evocación de la palabra cuervo y el juego de palabras del apellido de su abuelo materno, Lecorbésier.

A unos pasos de la Gare de Austerlitz —estación de transbordo del transporte público—se encuentra asentado el Asilo Flotante para el ejército de salvación, construido en 1929. El edificio es un experimento: se trata de un barco de concreto con ochenta metros de longitud. Su concepción se basó en resolver un problema de vivienda a muy bajo costo y reciclando un espacio existente. Enclavado en el río Sena, su diseño consiste en una planta libre: dos áreas de dormitorios en proa y popa, y el único acceso principal con zonas de servicios en la parte central. Dos hileras de columnas sostienen una techumbre desfasada de la quilla, lo que permite que todo el edificio tenga iluminación natural y ventilación. Al día de hoy, el experimento es una ruina abandonada que irónicamente conserva el uso para lo que fue diseñado: un albergue para indigentes. La suerte de este edificio es como su imagen misma: sigue a flote, seguirá sin ser de las “joyas” del portafolio parisino de Jeanneret y lamentablemente permanecerá, como hasta ahora, sin domicilio postal.

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