¿Hablan las ciudades?
Si la ciudad tiene un discurso, ¿cómo puede verse o sonar? ¿Qué lenguaje habla? ¿Cómo se nos vuelve legible a quienes [...]
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¡Felices fiestas!
8 marzo, 2013
por Saskia Sassen
Las grandes ciudades se convierten en lugares estratégicos, no solamente para el capital global, sino también para el trabajo de los emigrantes y para la constitución de comunidades e identidades translocales. En este sentido, las ciudades llegan a ser el foro de actividades “culturales”. Esta apertura política y económica transnacional da lugar a nuevas reivindicaciones y a unos derechos, en particular a un derecho sobre el lugar. Esto podría por último acabar desembocando en unas formas de ciudadanía nuevas.
Las ciudades jugarán un papel esencial. Asistimos tal vez a la emergencia de un nuevo tipo de política transnacional basada en la ciudad. La emigración, por poner un ejemplo, es uno de los fenómenos principales sobre los que se fundan una nueva economía política y unas estrategias translocales. Se trata de uno de los procesos más arraigados en las grandes ciudades, en la medida que es allí donde se encuentran la mayoría de inmigrados en los EE.UU., Japón y Europa. Veo ahí un elemento constitutivo de la mundialización, aunque no sea habitualmente reconocido como tal. Pero esta situación que abre las posibilidades de unificación más allá de las fronteras puede igualmente dar lugar a conflictos urbanos. El capital global y la nueva fuerza de trabajo de los inmigrantes son dos actores decisivos, cada uno de ellos determina una unión transnacional y pueden oponerse en la ciudad global. Estos asuntos necesitarían de aproximaciones distintas a los estudios habituales de las élites políticas, los partidos políticos locales, las asociaciones vecinales, las comunidades de inmigrantes, etc. Se podrían, pues, pensar las implicaciones políticas de este espacio transnacional, a partir de las nuevas reivindicaciones a las que da lugar. La ciudad se ha convertido en el soporte de nuevas exigencias: las del capital global, para el que tiene un valor instrumental, y las de las poblaciones desfavorecidas, a menudo tan internacionales como el capital.
A partir de la “desnacionalización” del espacio urbano y de sus nuevas demandas podemos preguntarnos a quién pertenece la ciudad. Es un espacio que está físicamente centralizado y a la vez es transterritorial, puesto que enlaza puntos geográficamente alejados pero intensamente conectados unos con otros. Si las grandes ciudades engloban los sectores clave del capital global y al conjunto creciente de desfavorecidos – los inmigrantes, las mujeres explotadas, las minorías en general y, en las megalópolis de los países en vías de desarrollo, los enormes barrios de chabolas –, se concibe que se han convertido en el campo de todos los conflictos y contradicciones. A partir de aquí pueden ser pensadas como los lugares donde se manifiestan las contradicciones de la globalización del capital (incluso si no se puede reducir la ciudad a esta dinámica).
Como conclusión, el análisis de la globalización por medio del concepto de ciudad global conduce a insistir más en las componentes estratégicas de la economía mundializada que en las dinámicas de homogeneización más vastas y difusas, generalmente asociadas a la mundialización del consumo. Esto permite tener en cuenta y reformular las cuestiones de poder y desigualdad entre los sectores y los espacios urbanos. Esta aproximación abre también un interrogante sobre los temas de gestión, soporte y de financiación de la economía global.
En segundo lugar, el concepto de ciudad global hace hincapié en la economía en red, en función de las actividades que se encuentran en ella: las finanzas y los servicios especializados, los nuevos sectores multimedia y las telecomunicaciones. Estas actividades se caracterizan por las conexiones transnacionales y por un reparto de especialidades entre las ciudades, más que por la competencia internacional en sí. En el caso de las finanzas globales y de los servicios especializados proveedores de las firmas y los mercados globales -asesoramientos fiscales, contables, crediticios, en telecomunicaciones- nos encontramos sin duda ante un sistema sin fronteras, integrado en un grupo de ciudades de diferentes países. Es, de hecho, un sistema global. En resumen, y volviendo de nuevo a la dinámica transnacional y en red de las ciudades globales, se entiende la intensidad creciente de las transacciones en los demás dominios -político, cultural, social, criminal-.
Las ciudades globales del planeta son el terreno donde se actualizan localmente una multiplicidad de procesos mundializantes. Son estas realizaciones locales las que constituyen lo esencial de la globalización. Reencontrar el lugar significa reencontrar la pluralidad de registros del paisaje. La gran ciudad actual se ha convertido en el lugar estratégico de todo tipo de nuevas operaciones —políticas, económicas, “culturales”, subjetivas—, uno de los nodos donde tanto los favorecidos como los excluidos formulan nuevas reivindicaciones, y donde éstas se constituyen y encuentran su expresión concreta.
Saskia Sassen, conferencista de MEXTRÓPOLI 2015
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