4 abril, 2017
por José María Larios
Con dibujo es como se crea y se representa la arquitectura: el dibujo es lugar de ideas, utopías; indicador de un tiempo y por lo mismo, se convierte en historia. Igualmente genera, crea emociones, sueños fantásticos y queda transformado en objeto sensible, artístico. No hay arquitectura sin dibujo: con él se construye buena parte de nuestro mundo.
El dibujo se conforma por líneas realizadas manualmente o con computadora. Algunas de ellas poseen grosores que rodean formas y colores, como las del Templo de los Murales en Bonampak. Las hay vigorosas, como las esgrafiadas sobre la piedra de los Dinteles 18 y 48 de Yaxchilán; otras muestran finos trazos con esfumados (presentes en los dibujos de Pisanello o Leonardo da Vinci). Los dibujos siempre detentan un orden, explícito o implícito, con determinada intención que cada espectador debe descubrir o inventar.
El dibujo y la línea son muy antiguos, preceden al lenguaje verbal y a la escritura. Con el tiempo, el dibujo se convirtió en soporte de la historia y de las ciencias, tal como nos demuestran el Códice Florentino de fray Bernardino de Sahagún y los más de 3,000 dibujos de la Historia de Natural de la Nueva España de Francisco Hernández de Toledo, los cuales son testigos de su función atemporal.
González de León siempre dibujó y lo hizo muy bien: para su arquitectura, sus pinturas, esculturas y muebles, primero utilizó pequeños bocetos en croquis hechos a mano sobre hojas tamaño carta, algunos sin escala, a lápiz, con líneas suaves de pequeños segmentos continuos, con una sutil textura gráfica. Posteriormente, ya definida la idea que había esbozado, trabajaba las presentaciones de sus proyectos en láminas grandes, con plantas, cortes y fachadas. Invariablemente incluía las perspectivas de trazo preciso perfiladas con instrumentos. Elaboraba una primera versión a lápiz en papel albanene; después, la calcaba para su versión definitiva, también en este mismo soporte, pero con tinta.
Los primeros dibujos que se le conocen datan de 1945. Fueron realizados en su época de estudiante de arquitectura y revelan, desde entonces, un incipiente estilo de dibujo que iría perfeccionado hasta lograr un carácter particular que abstrae las formas mediante el protagonismo de la línea, el carácter específico de las figuras humanas, el modo de representar la vegetación y su característico estilo de dibujar los automóviles: el famoso coche Renault Dinalpin que el propio arquitecto llegó a utilizar durante algunos años.
La mayoría de las perspectivas que se exponen son de la llamada perspectiva paralela, un sistema creado por los artistas del primer renacimiento -descubridores de la ciencia del trazo de la perspectiva-, quienes emplearon inicialmente un solo punto de fuga, al que hacían converger todos los elementos del dibujo y manteniendo las líneas horizontales paralelas al marco del dibujo y de este modo lograr un efecto de frontalidad, equilibrio y estabilidad. Dibujos de este tipo, son los de la Unidad de habitaciones prefabricadas “Miravalle” de 1964, proyecto que le sirvió de tesis profesional y el del proyecto de oficinas “IGA” de 1965, que realizó para Jorge Dipp. Los otros dibujos son perspectivas oblicuas, con dos puntos de fuga. Hay que mencionar que en pocos dibujos la línea de horizonte se ubica a nivel peatón, en su mayoría, el horizonte se ubica a mitad de altura del edificio para lograr la visión de la plaza de acceso y del paisaje que lo bordea, es el caso de los notables dibujos del proyecto de la Biblioteca de la Republica de 1966; otra estrategia sigue el modo de Leonardo da Vinci, y los dibujos son vistas a vuelo de pájaro para obtener la panorámica del conjunto: es el caso del proyecto para Barra de Navidad de 1957, el Auditorio y Museo en San Luis Potosí de 1951, Torre Virreyes de 2015 y Torre Manacar de 2015. Un dibujo muy complejo en su trazo, es el del Museo Octavio Paz, requirió de 5 puntos de fuga con la línea de horizonte a nivel peatonal.
Antiguos colaboradores de González de León relatan que el arquitecto, al inicio del trabajo de la perspectiva, colocaba sobre una mesa el plano de conjunto y clavaba alfileres sobre los elementos importantes del proyecto con un hilo atado a cada uno de ellos. Al unir los extremos en un solo punto, formaba un cono visual que podía variar girando alrededor de la imagen, logrando tener la visión de la dimensión de los escorzos de cada plano de edificio y así determinar el punto de vista más conveniente.
Hoy día existen pocos dibujos originales de perspectivas de González de León. A diferencia de los tiempos actuales en que las perspectivas se generan en archivos digitales que pueden imprimir múltiples originales, en esos primeros tiempos de la actividad profesional del arquitecto la presentación del proyecto al cliente comprendía la entrega física de láminas y perspectivas.
Para la presente exposición se hizo una completa revisión del archivo de González de León. Se logró así la retrospectiva de la gran mayoría de perspectivas que realizó a lo largo de su actividad profesional en el campo de la arquitectura. El cuidado del trazo, la precisión del detalle y la calidad del dibujo, visibles en el conjunto de perspectivas aquí exhibidas, colocan a Teodoro González de León como el artista del dibujo más importante de la arquitectura mexicana del siglo XX.
González de León —profundo conocedor de la historia- recrea de manera magistral en sus perspectivas el rigor de la geometría de Piero della Francesca y las lecciones del paisaje de Ambrogio Lorenzetti y Paolo Uccello. De los arquitectos visionarios del siglo XIX, Étienne-Louis Boullée y Claude-Nicolas Ledoux, retoma la línea fina y el detalle minucioso. Sus dibujos, más que representar edificios, muestran su manera de concebir el hecho arquitectónico: un ladrillo que construye ciudad, un volumen que aporta espacio público y, lo más significativo, la creación de nuevos paisajes culturales.