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Surf y arquitectura

Surf y arquitectura

3 enero, 2015
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog

Alguna vez Sanford Kwinter contraponía dos tipos de deporte y sus correspondientes maneras de pensar el mundo —o, más bien, de pensar que debemos pensar el mundo. Hay deportes en los que el objetivo es lograr un objetivo que implica la necesaria derrota del contrario: anotar un gol, cruzar la meta o, directamente, tumbar al contrincante al suelo. Pero hay otros deportes donde el objetivo no es vencer al otro sino mantenerse uno mismo en posición, como el surfista. Dice Kwinter que “a diferencia de los deportes tradicionales [que siguen el modelo del guerrero-cazador], los surfistas no se conciben como «motores primarios» al origen de sus movimientos; más bien registran, desde dentro de los flujos, una variedad de condiciones emergentes, de singularidades, un despliegue con el cual pueden unirse.” Kwinter lo califica como “un estilo de intervención «soft» —principalmente perturbación o inflexión.” El surfista no se opone a nadie, ni siquiera debe dominar el medio en el sentido de imponerse. Si resiste, lo hace entendiendo el medio sin intentar controlarlo —se podría decir que el surfista se hace uno con su medio, a riesgo de oír de fondo música de los Beach Boys e imaginar a un rubio bronceado de perfecta sonrisa blanca.

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Miren la foto. Parece que la hubiera tomado Bruce Weber o Herb Ritts. Es parte de una campaña comercial de UGG, fabricantes australianos de botas y sandalias. Los modelos son los Gesner. Quizá el más conocido sea Zen Gesner, actor de cine y de televisión e hijo de Harry Gesner, el más viejo en la foto —nació el 28 de abril de 1925, en Oxnard, California, y murió el 10 de junio del 2022, en Malibú.

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En la foto que acompaña una nota biográfica aparecida en Vanity Fair en el 2007, cuando Gesner tenía 82, es aun un hombre guapo. En otra nota, ésta del New York Times de marzo del 2012, se lee: “guapo como estrella de cine, Mr. Gesner surfea y esquía como un profesional; sobrevivió al desembarque en Normandía aunque casi pierde las dos piernas; tomó clases de arquitectura como oyente en Yale y rechazó la invitación de Frank Lloyd Wright para ir a estudiar a Taliesin —«no quise ser un F.L.W. en miniatura,» dice Gesner—, amigo y rival de estrellas como Marlon Brando —para quien diseñó un par de casas, una en la Polinesia Francesa y otra en Beverly Hills— y Errol Flynn y fue en una expedición a excavar tumbas en Ecuador.” “Soy el auténtico Indiana Jones” —dijo Gesner en una entrevista para Architectural Digest.

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La nota de Architectural Digest dice que, tras entrenarse como carpintero —“aprendiendo todo lo que pudo sobre la construcción”—, Gesner construyó la casa del magnate de los trajes de baño Fred Cole, en 1954, y unos años después, en el 57, diseñó su más famosa obra, la Wave House en Malibu —que según algunos le sirvió de ejemplo a Jørn Utzon para la Ópera de Sidney que diseñó ese mismo año. La revista Wallpaper hace de Gesner un protagonista ejemplar de la arquitectura moderna californiana cismática: no la de Neutra o Schindler —ni Maybeck, los Greene o Gill, para sumar a los que canonizó Esther McCoy— ni la de los arquitectos de las Case Study Houses —los Eames, Craig Elwood, Quincy Jones, Pierre Koenig o Ralph Soriano, entre otros— sino la de John Lautner y Mickey Muennig. A Gesner sus clientes lo buscaban —se lee en Wallpaper— “porque podía construir con presupuestos limitados y en sitios inconstruibles y porque esa imposibilidad —y las vistas— daban forma a lo que construía.”

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“¿Hay algo similar entre surfear y hacer arquitectura?” —le preguntan en el New York Times. “La concentración —contesta. Concentrarte en el entorno. La belleza de ese deporte se puede reflejar en el diseño de la casa.”

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