El amor es un acto de resistencia
Si no nos arriesgamos a sentir, a proyectar, a imaginar algo tan abrasador, tan loco y tan lejano nos estamos [...]
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¡Felices fiestas!
2 septiembre, 2015
por Mónica Arellano | Twitter: prxcaffeinating
«Busquen la verdad y no la encontrarán, llamen a su puerta y no les abrirá, pero esta investigación les será útil para aprender a hacer (…) renuncien a beber de esta fuente, pero no dejen por ello de intentar beber ahí»
–J. Jacotot
Estudiar arquitectura en tiempos críticos es completamente una aventura, la verdad es que la mayoría de las veces te encuentras trabajando sin cesar tirando golpes al aire, con dos o más días sin dormir, con ropa de vestir, con el aliento a cafeína que le quitaría el sueño a quien se te pusiese en frente. Caminando sin rumbo, deshojando los libros buscando algo que desconoces y que nunca encuentras, detrás de una mesa de trabajo, detrás del cuaderno de sketches, detrás de la ventanilla del plotter o del corte láser, anclado al Autocad con el estudio lleno de planos y maquetas que te dejaron la sensación de no haber sido terminados.
Después de casi ser atropellado en el circuito cargando la entrega te encuentras ante un jurado de arquitectos que va a evaluar tu proyecto con base en razones que generalmente desconoces y en donde te dan 3minutos para explicar lo que hiciste los últimos meses.
La mayoría de las veces te inundan las crisis existenciales una noche antes de la entrega del proyecto, un proyecto que sabes conscientemente nunca harás en tu vida profesional porque raya en lo fantasioso, un proyecto más bien presionado y a las prisas.
Pero lo que nadie te dice acerca de estudiar arquitectura es que estas crisis son el inicio de búsquedas verdaderamente interesantes puesto que el planteamiento de preguntas no es fácil, que los sueños truncados en el límite del ‘yo y el mundo’ nos constituyen más de lo que creemos porque son los ideales que nos retan a buscar los medios para parirlos y ser seres más despiertos (aunque siempre tengamos sueño), porque somos fragmentos de todos esos borradores y bocetos, que los fracasos nos conforman a la par que los éxitos y que los documentos perdidos en el ordenador o en la basura son el camino que estamos pisando; que uno nunca es tan joven para ‘hacer’ o para ir más allá del muro de concreto, que vas a pasar más tiempo en el escritorio que en la cama el resto de los días o que el amor a lo que haces es el mejor concepto para tu proyecto, que el sentido común es la mejor estrategia o que dormir (a veces) no es tan malo como parece.
En medio del desborde de refutaciones te das cuenta de que este mismo nos inunda para permanecer de pie y seguirnos formando como profesionales que tal vez no cambien el mundo, pero que sin embargo y a pesar de las situaciones desafiantes a las que nos enfrentemos habremos construido los esfuerzos para la siguiente generación de arquitectos con cultura de solidaridad, conscientes del entorno y de nuestro lugar en el mundo.
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