Desde su inicio, el Pabellón Eco ha tratado de conectar la propia arquitectura proyectada por Mathias Goeritz con la arquitectura contemporánea y el programa que se desarrolla anualmente en el museo, tratando de superar las clásicas divisiones entre arte y arquitectura, y permitiendo que la directriz de un espacio experimental esté siempre en discusión.

Para ampliar esa experiencia, el pasado mes de marzo el Museo El Eco y Buró-Buró anunciaron que, este año, la séptima edición del concurso para el Pabellón Eco renovaría sus aspectos a través de la inclusión de un programa académico, denominado Pabellón Eco Panorama, que busca de vincular al museo con la Facultad de Arquitectura de la UNAM, y la inclusión de un curador asociado, que este año recae en la figura de Isaac Broid, quien deberá seleccionar entre seis proyectos para, una vez elegido el despacho ganador, desarrollar y dirigir la propuesta que ocupará, durante unos meses, la institución siendo la encargada de proponer nuevas formulaciones en el lugar.

Programa de LaHoraArquine del pasado 17 de abril: conversación con Paola Santoscoy y David Miranda sobre la nueva convocatoria del Pabellón Eco.

Para ello, se realizó una primera convocatoria abierta en la que se recibieron 154 portafolios de los que se seleccionaron seis despachos finalistas procedentes de distintas partes de la geografía mexicana: Álvaro Lara / Taller Estudio; T O –ambos de de CDMX–; Práctica Arquitectura, de Monterrey; Casa Blanca – Oficina de Arquitectura, de León; Taco Taller de Arquitectura Contextual, de Mérida, y Lanza Atelier, también de CDMX, y que repite participación por segundo año consecutivo.

Pabellón Eco 2016

Pabellón Eco 2015

Una vez elegidos, Isaac Broid planteó los primeros lineamientos que manejar para la propuesta de este año, repasando cómo las propuestas de 2016 (APRDELESP) y 2015 (Taller Capital) proponían discursos más allá de la disciplina, desde la construcción de un parque a hacer visible las problemáticas de agua de la ciudad, respectivamente. Por otra parte, en 2014, año en que fue declarado desierto –escucha la deliberación del jurado aquí–, “todos los concursantes planearon una integración directa con el público (y) reflexionaron sobre cómo la arquitectura debe involucrarse con otras disciplinas para que sea realmente útil para la sociedad”. Una mirada a la que Broid apunta alguna crítica: “ese ‘ver fuera’ de nuestra disciplina ha hecho que nos olvidemos de nosotros mismos”, a lo que añade que “en esta época de “yoyísmo” –ver hacia tu interior, comer sano para “yo” estar sano, yoga para tener paz interior, audífonos siempre conectados para aislarme del desastroso mundo exterior–” ha llevado a algunas contradicciones: “Nos hemos vuelto más estrategas y menos arquitectos pues nuestro oficio se ha relegado en aras de ser más “globales”, más “engranes” dentro de una maquinaria compleja”.

Así, y “sin tratar de menospreciar ese rumbo que ha enriquecido nuestra profesión”, esta nueva edición del concurso quiere volcar la mirada hacia el interior de la disciplina: reflexionar en el hacer, en el construir, en el dominio del oficio, en el control de productos y materiales, en la habilidad por saber “fabricar” un proyecto de arquitectura”.

El reto de estos tiempos para Broid, tal y como dice en el propio texto de la convocatoria, parece ser similar al de Filippo Brunelleschi en Florencia o al de Jørn Utzon en Sídney: la innata necesidad de recuperar la condición de oficio para, con ello, desarrollar el conocimiento necesario para poder implementar nuestros proyectos.

De ahí el tema propuesto: “Saber hacer” o lo que es lo mismo: “volcar la mirada hacia las bases más elementales del hacer arquitectura con la intención de reivindicar el papel que el dominio del oficio juega en el quehacer de los arquitectos en este siglo”.

El despacho ganador de esta segunda fase se dará a conocer a finales de 2017. El Pabellón se desarrollará y realizará en 2018.